Celebramos hoy la Solemnidad del Sagrado Corazón, una fiesta que nos recuerda el amor incondicional del nuestro Dios, y que en momentos de “crisis”, inestabilidad y vulnerabilidad, también eclesial, nos recuerda aquello que dijo el mismo jesús en el Evangelio de Juan 14,1: “No se turbe vuestro corazón. Creed en Dios, creed también en mí”. No estamos solos, y “las puertas el infierno no prevalecerán contra ella”.
Cuentan que durante la era napoleónica, algunos se fueron a ver al entonces secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Consalvi y le dijeron: “- Eminencia, la situación es muy grave. Napoléon quiere destruir la Iglesia”. A lo que el sabio Cardenal respondió: “- Tranquilos, ni tan siquiera nosotros hemos sido capaces de lograr nada semejante”.
Una anécdota que debería darnos paz y ayudarnos a vivir en la comunión a todos: a los que temen que “la Iglesia se hunda”, y a los que “sienten que la Iglesia se hundió”.
No os dejaré solos…. Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos….
Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón: Todo está en sus manos. Todo acabará bien.