Carta abierta desde la esperanza a una humanidad herida, pero valiente "Estoy Harta de tanta mediocridad política, de tanta estafa institucional. ¿En qué país viven nuestros gobernantes?"

"Aún no nos despertamos de la pesadilla de la pandemia que nos amenaza de muerte, de agotamiento, de pobreza... sabiendo que aún nos queda mucho por recorrer, sufrir, acompañar, ayudar, consolar"

"Son muchos, ¡demasiados! los "nuevos pobres", aquellos que nunca fueron a Servicios Sociales y los que hasta hace unos meses eran donantes y hoy son receptores"

"Y son muchos, muchísimos los voluntarios y voluntarias, los ciudadanos sensibles e implicados, que en lugar de quedarse llorando por la leche derramada, se han arremangado y se han puesto a trabajar para los más vulnerables"

"Los imbéciles que mandan se llevan la boca de 'sanidad pública' pero a ésta la amenazan de muerte sometiendo a los profesionales sanitarios a precios y trato de esclavitud"

"Pero este País tiene futuro, a pesar de nuestros gobernantes. A pesar de 'ellos' y gracias a vosotros, ciudadanos corresponsables, tenemos futuro y por vuestro compromiso y solidaridad, la esperanza, no podrá "fallar

Aún no nos despertamos de la pesadilla de la pandemia que nos amenaza de muerte, de agotamiento, de pobreza, de precariedad y de miseria, cuando asistimos, con cansancio y menos fuerzas, a lo que esperamos sea la recta final de este mal sueño, sabiendo que aun nos queda mucho por recorrer, sufrir, acompañar, ayudar, consolar.

Son muchos los damnificados de este drama sanitario y social, y son demasiadas las heridas que han de cicatrizar. La proximidad es un factor de calor humano que ayuda a arropar a quien sufre, pero la distancia “de seguridad” que nace de la prudencia y de la exigencia de cuidar y de cuidarnos mutuamente, se convierte a veces en una barrera que necesita creatividad para que quien sufre y se siente desamparado no se sienta solo

Son muchas las familias que hoy se ven sumidas en la pobreza y que padecen auténticas penurias a causa de la pérdida del trabajo, de la imposibilidad de pagar hipoteca, de llevar el pan cada día al hogar y de poder cubrir las necesidades mínimas de supervivencia.

Son muchos, ¡demasiados! los “nuevos pobres”, aquellos que nunca fueron a Servicios Sociales y los que hasta hace unos meses eran donantes y hoy son receptores.

Abundan los jóvenes que no encuentran un trabajo y viven la frustración de haber perdido su libertad de movimiento y su legítima independencia.

Y son muchos, muchísimos los voluntarios y voluntarias, los ciudadanos sensibles e implicados, que en lugar de quedarse llorando por la leche derramada, se han arremangado y se han puesto a trabajar por el bien de los más vulnerables.

Ellos sí que saben de escuchar, de acoger y de acompañar. Ellos no ponen etiquetas ni ponen palos a la rueda. Resulta que hoy no puedes acceder a una ayuda de “alimentos” o para la vivienda, si hace dos meses estabas cobrando un sueldo, o si tienes un techo, aunque éste esté capturado por una hipoteca que no se puede pagar y que pone en jaque a quien se ve en una situación nueva y desesperante. Pero como para “la administración” puede -podía pagar- que se busque la vida.

No sé en qué planeta viven nuestros gobernantes ni tampoco con qué cara salen a sede parlamentaria a hablar de tantas estupideces que a nadie interesan, o solo importa a ellos que viven del cuento y de entretenerse jugando a progres y a fachas.

Estoy harta de tanta mediocridad política, de tanta estafa institucional, de tanto abandono y olvido de las personas.

Los imbéciles que mandan se llevan la boca de “sanidad pública” pero a ésta la amenazan de muerte sometiendo a los profesionales sanitarios a precios y trato de esclavitud. No solo se les paga mal, sino que no se les escucha en el drama cotidiano que viven salvando vidas mientras intentan protegernos del maldito virus. ¿Saben los señores gobernantes que muchísimos profesionales de la salud malviven con migajas de miseria que son sus sueldos, y que los que pueden compensan con “la privada” para poder vivir con dignidad?

¿Saben nuestros gobernantes que la escuela está haciendo malabarismos para salvar los cursos y que los esfuerzos humanos y económicos han sido bestiales? Y esto ha afectado a la pública y a la concertada. A ésta última la quieren criminalizar y utilizan la trasnochada frase de “el dinero público para un servicio público” ¡Son tan cortos e injustos que ignoran que quien paga porque le da la gana y con no pocos esfuerzos una escuela porque tiene derecho a elegir dónde quiere que se eduquen sus hijos, son ciudadanos que también pagan impuestos y por tanto tienen derecho a que el dinero público, que sale también de sus bolsillos y trabajo vaya destinado a garantizar la libertad para elegir la educación de los hijos?

Dejen de engañar a la ciudadanía.

Dejen de mentir y de hacer de trileros.

No os creemos nada.

No nos importáis porque no os importamos.

Dais pena porque habéis traicionado a los ciudadanos cuando más os necesitan. Habéis asfixiado a los autónomos y habéis ahogado a las empresas. Habéis mentido con los desahucios que siguen su curso, y habéis puestos palos a la rueda para las ayudas que llegan tarde y mal, cuando ocurre el milagro de que lleguen.

Este País tiene futuro, a pesar de nuestros gobernantes. Lo tiene gracias a aquellos que se dejan la piel por sus conciudadanos; por aquellos que empatizan y arriman el hombro para ayudar a cambio de nada; y no por aquellos que se han montado en una poltrona, pagada por el erario público y se han instalado en sus desvaríos mentales, que cada vez nos importan menos.

Dais pena, dais, lástima, sois la vergüenza de todos los que viven en este País, que va a la cabeza en pobreza infantil, en paro juvenil, en abandono escolar, y ahora en pandemia que se controla y descontrola al ritmo de las putas disputas de colores y partidos.

A pesar de “ellos” y gracias a vosotros, ciudadanos corresponsables, tenemos futuro y por vuestro compromiso y solidaridad, la esperanza, no podrá fallar.

Volver arriba