"Estoy en shock, no puedo con tanto dolor" Sor Lucía: "No quiero resignarme a vivir en un mundo dividido"

El Papa Francisco, con sor Lucía Caram
El Papa Francisco, con sor Lucía Caram Agencias

No son extranjeros, no son refugiados, no son la escoria ni unos delincuentes, vagos o miserables. No. Son personas, son nuestros hermanos, nuestros prójimos: personas que nuestra hipócrita sociedad ha convertido en esclavos

Y los ha convertido porque los poderes políticos que nos gobiernan y manipulan, han decidido que les molestan, y han inventado leyes y mecanismos para apartarlos, incluso pagando fortunas, para que no puedan llegar. Y si llegan: para someterlos al desprecio y a la ignominia

Quiero vivir compartiendo el sueño que nace en las orillas de los que se embarcan buscando vivir la vida con dignidad. No quiero acostumbrarme a las noticias de barcas que se hunden y de náufragos que convierten nuestros mares en un cementerio

Estoy siguiendo los pasos de Francisco por Grecia y Chipre. Dijo que tocaría las llagas de la humanidad herida en la carne de tantos migrantes en busca de esperanza, y os aseguro que siento y toco esas llagas cada día, porque cada día salimos al encuentro de los que vienen rotos porque son rechazados e ignorados.

Si: Hombres, mujeres y niños que pueblan nuestras calles -porque no tienen un techo digno, porque no hay lugar para ellos -aunque haya miles de viviendas vacías- son las llagas sangrientas de nuestra humanidad.

No son extranjeros, no son refugiados, no son la escoria ni unos delincuentes, vagos o miserables. No. Son personas, son nuestros hermanos, nuestros prójimos: personas que nuestra hipócrita sociedad ha convertido en esclavos. Y los ha convertido porque los poderes políticos que nos gobiernan y manipulan, han decidido que les molestan, y han inventado leyes y mecanismos para apartarlos, incluso pagando fortunas, para que no puedan llegar. Y si llegan: para someterlos al desprecio y a la ignominia.

Francisco, a sor Lucía Caram: “Seguí haciendo lío, seguí trabajando por las personas, seguí cuidando de las monjas…"
Francisco, a sor Lucía Caram: “Seguí haciendo lío, seguí trabajando por las personas, seguí cuidando de las monjas…"

Francisco nos recuerda el sueño de Dios, al escuchar el sueño de los jóvenes migrantes que le relatan el drama de sus sueños frustrados, y les recuerda, y nos recuerda que el “sueño de Dios” es un mundo en paz en el que vivamos como hermanos.

Francisco ha ido allá donde el odio ha herido a las personas, un odio que intoxica, siembra desconfianza y estigmatiza a aquellos que tal vez huyeron de sus países en barcas o cayucos, de noche, llenos de miedos y sin saber si llegarían a destino, pero con la esperanza de verse liberados de la guerra, el terror y la miseri

Francisco ha ido allá donde el odio ha herido a las personas, un odio que intoxica, siembra desconfianza y estigmatiza a aquellos que tal vez huyeron de sus países en barcas o cayucos, de noche, llenos de miedos y sin saber si llegarían a destino, pero con la esperanza de verse liberados de la guerra, el terror y la miseria. Un odio que siembra desconfianza y nos lleva a instalarnos en una visión distorsionada del “extranjero” al que muchos acaban viendo como un adversario, un rival, una amenaza o un objeto que se compra, vende o explota. Sí, que se explota según las conveniencias de nuestros egoísmos, porque a “precio de miseria” pretendemos que sean nuestros esclavos y sirvientes.

El Papa y monjas de la comunidad de sor Lucía
El Papa y monjas de la comunidad de sor Lucía

Muchos murieron en el intento, y muchos otros, los que llegaron a destino, al ser rechazados, acabaron en campos de refugiados, auténticos campos de concentración, lugares de confinamiento, tortura y esclavitud, o acaban malviviendo en tugurios miserables o escondidos en nuestras calles o en espacios abandonados.

Decir: “Pobres” no sirve de nada, o sirve sólo para tranquilizar nuestra mala conciencia.

Hoy quiero soñar el sueño de Dios. Quiero dejar entrar los sueños en mi corazón porque no quiero renunciar a que nos despertemos, para juntos, hacerlos realidad. A veces preferimos dormir y no soñar, que es lo mismo que mirar para otra parte e instalarnos en la indiferencia “viviendo anestesiados y dormidos”, con un corazón endurecido.

No quiero de ninguna manera resignarme a vivir en un mundo dividido. Quiero vivir compartiendo el sueño que nace en las orillas de los que se embarcan buscando vivir la vida con dignidad. No quiero acostumbrarme a las noticias de barcas que se hunden y de náufragos que convierten nuestros mares en un cementerio.

Sus viajes no son viajes de turismo, son la huida de frentes de guerra que anhelan un destino de paz. Sus viajes nos invitan a salir de nuestra indiferencia para emprender juntos el viaje hacia una nueva humanidad, Una humanidad reconciliada en la que el amor sea el pan nuestro de cada día: un pan que llega a todos porque somos capaces de partir, compartir y repartir lo que es de todos.

Por favor, ayudadnos a ayudarles. Si no os veis con fuerzas para acercaros y para limpiar sus heridas, al menos facilitadnos el trabajo a los que sí queremos ir a su encuentro.

No pongamos por excusa a los gobiernos: su mediocridad y la corrupción y sus intereses, no son los nuestros, pero por lo mismo no voy a permitir que ellos nos paralicen o nos hagan desistir

No pongamos por excusa a los gobiernos: su mediocridad y la corrupción y sus intereses, no son los nuestros, pero por lo mismo no voy a permitir que ellos nos paralicen o nos hagan desistir.

Voy y vamos a ser implacables en la denuncia, pero mientras tanto: necesitamos manos para ayudar, corazones para acoger y para enjugar muchas lágrimas. Necesitamos recursos, porque el frio aprieta, pica y duele, y no puedo verlos a la intemperie.

Hoy, al pedir que nos ayudéis, digo alto y claro con Francisco:

“Perdonadme si he dicho las cosas como son, pero no podemos callar y mirar para otro lado, en esta cultura de la indiferencia y de la hipocresía".

Hoy siento el cansancio y el dolor, y uno y otro son la fuerza que me hacen ponerme en pie de nuevo para pediros que por favor: conspiremos por un mundo en paz.

Nuestro sueño es ambicioso, pero en el día a día se teje con escucha, acogida, hospitalidad.

Sor Lucía Caram en la Residència Rosa Oriol.
Sor Lucía Caram en la Residència Rosa Oriol. Adrián Quiroga.

Os dejo esta historia, y os pido que me ayudéis a rescatar estrellas en las cosas de nuestro km 0.

“Como cada mañana, el hombre se despertó y bajó a pasear por la playa. A diferencia de otros días la orilla estaba repleta de miles de estrellas de mar que se extendían a lo largo de toda la costa. Pensó que ese curioso fenómeno sería consecuencia del mal tiempo y el viento de los últimos días. Se sintió triste por todas aquellas pequeñas criaturas. Sabía que las estrellas de mar tan sólo viven 5 minutos fuera del agua.

El hombre continuó caminando absorto en sus pensamientos. De repente se encontró con un niño pequeño que corría de un lado a otro de la arena. Tenía la cara sudorosa y los pantalones remangados.

¿Qué estás haciendo? – Le preguntó el hombre-. Estoy devolviendo las estrellas al mar, – contestó el niño – Junto todas las que puedo y las lanzo más allá de la rompiente para que no vuelvan de nuevo a la arena. 

Ya veo  – contestó el hombre – pero tu esfuerzo no tiene sentido. Vengo caminando desde muy lejos y hay miles de estrellas ancladas en la arena. Quizá millones. Podrás salvar a unas pocas pero la inmensa mayoría morirá y todo tu esfuerzo no habrá servido para nada. No tiene sentido lo que haces. 

El niño sorprendido le mostró una pequeña estrella que escondía en la palma de su mano y antes de lanzarla al océano le dijo al hombre: “Para ésta sí que tiene sentido”

Ayudadme a salvar estrellas. Para cada una tiene sentido

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