Cuando la caridad se pervierte y se pone al servicio de la guerra: prorrusos que profanan el Evangelio

Ucrania

El Convento ortodoxo de Santa Isabel de Minsk (Bielorrusia) ha recorrido numerosos países de Europa participando en mercados navideños, eventos eclesiásticos y actividades aparentemente benéficas, con un doble objetivo: recaudar fondos y difundir narrativas pro-Kremlin

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Escribo estas líneas con vergüenza, indignación y una profunda repugnancia moral. Vergüenza porque se utiliza el nombre de Dios. Indignación porque se manipula la fe. Repugnancia porque se camufla la caridad para financiar la guerra, la invasión y el odio.

Es evidente —y negarlo sería mentir— que Ucrania está siendo invadida y atacada. No estamos ante un conflicto simétrico ni ante una guerra “entre iguales”, sino ante la agresión de un Estado contra un pueblo soberano. De ninguna manera se puede, en nombre de Dios, justificar esta invasión, ni despreciar la vida humana como lo está haciendo Vladimir Putin, con el apoyo explícito o implícito de la Iglesia Ortodoxa Rusa, o al menos de algunos de sus representantes más significativos, empezando por el patriarca Kirill y su entorno.

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Según la información publicada por United24 Media, durante años el Convento ortodoxo de Santa Isabel de Minsk (Bielorrusia) ha recorrido numerosos países de Europa participando en mercados navideños, eventos eclesiásticos y actividades aparentemente benéficas, con un doble objetivo: recaudar fondos y difundir narrativas pro-Kremlin.

Convento ortodoxo de Santa Isabel de Minsk
Convento ortodoxo de Santa Isabel de Minsk

No estamos hablando de rumores. Hablamos de una estructura organizada que, bajo la apariencia de piedad y ayuda social, habría destinado parte de los fondos obtenidos —a través de la venta de iconos, velas y objetos religiosos— al apoyo del ejército ruso, incluyendo la compra de suministros para armar la guerra y animando a la invasión y ocupación de Ucrania con un discurso de odio y lleno de mentiras 

El líder espiritual de este convento, Andrey Lemeshonok, no es una figura neutral. Según la misma investigación, fue condecorado personalmente por Vladimir Putin en el Kremlin, apoya abiertamente la guerra contra Ucrania y ha llegado a referirse al convento como una “unidad de combate”. Una expresión que hiela la sangre cuando se pronuncia desde un espacio que debería ser de oración, acogida y paz.

Condecoración
Condecoración

Más grave aún: existen evidencias de vínculos ideológicos y operativos con el aparato militar ruso, incluyendo la presencia en el convento del oficial del GRU Anton Manshin, quien impartió conferencias sobre el llamado “Mundo Ruso” y sobre su participación en las guerras de Rusia contra Chechenia, Siria y Ucrania.

Como consecuencia de estas prácticas, el convento ha sido expulsado de mercados navideños en Polonia, y la Iglesia de Suecia ha prohibido expresamente que sus parroquias inviten a representantes de esta institución, al considerar que apoyan indirectamente al régimen ruso.

Y aquí quiero ser clara y no edulcorar nada: esto es una perversión del mensaje cristiano, encarnada por estos monaguillos de Kirill y de Putin, que utilizan sotanas, iconos y palabras piadosas para bendecir la guerra, justificar la invasión de un pueblo soberano y sembrar odio, miedo y muerte.

Religiosas
Religiosas

Digo esto con dolor, pero con claridad esto no es Evangelio, esto no es caridad, esto no es fe.

Esto es la utilización cínica de lo sagrado para legitimar la violencia y colaborar con quienes convierten la religión en propaganda y en arma. Es el escándalo de una fe traicionada, puesta al servicio del poder y de la guerra.

Como creyente, como religiosa y como persona comprometida con la paz, me avergüenza profundamente que se haga negocio y propaganda de guerra en nombre de Dios. Y me siento en la obligación moral de alertar: cuando la caridad se convierte en instrumento de guerra, deja de ser caridad y se transforma en pecado estructural.

La fe no puede ser neutral ante la injusticia.

El silencio también mata.

Y la guerra nunca, jamás, puede ser bendecida.

Andrey Lemeshonok
Andrey Lemeshonok

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