¿Por dónde hay que empujar?

Decía José Luis Coll que “Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros." Qué lejos estamos aun de ello en el mundo del deporte, y qué desencantados estamos de que los que hacen de árbitros o garantes de la democracia, fomentan el juego sucio, tapándose mutuamente las vergüenzas y dejando a los espectadores, o mejor, a los protagonistas, impotentes ante el espectáculo que entre ellos se están montando.

La gran filósofa Mafalda, que para mí, aunque algunos se rían es mi “directora espiritual”, decía al contemplar el espectáculo de nuestra sociedad: “Que paren el mundo que yo me quiero bajar”. Pero en unas viñetas más adelante, tal vez sintiendo la mordedura de la serpiente, que siempre muerde a los que van descalzos, recapacitaba diciendo” “¿Por dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante?”

Muchas veces, mientras intento empujar -como puedo- y cuando lo hago con pasión y compromiso, intentando sacar fuerzas y argumentos para no desfallecer, viene a mi memoria aquello que decía con ingenio y acierto Charles Chaplin, “que el pesimista, es un optimista bien informado”. Nadie negará al gran Charlotte el conocimiento lúcido de las entrañas de la vida y de la realidad, y su capacidad para analizarla y hacer pensar.

Pero creo, que no basta de estar muy informados, aunque es muy importante. Además, hay que estar dispuestos para la lucha, para la transformación, para el cambio. Y hace falta todavía algo más: la terca, la deseada, la buscada, la estimada y añorada esperanza. Tenemos que estar muy provistos de buenas dosis de esperanza, pero de una esperanza activa: Mientras espero me movilizo y hago que pasen cosas que la posibiliten.

Porque, es verdad “el pesimista, puede ser un optimista muy informado” y muy consciente de la realidad, pero a pesar de todo, o por encima de todo debería ser una persona esperanzada. Porque es la esperanza la que le hace ver, en las dificultades, un estímulo para crecer, y en los problemas, oportunidades para construir algo significativo y vital, algo que haga ayude a crear vínculos para juntos ir todos en la misma dirección.

No se suficiente ni el buen ojo para ver, necesitamos vitalmente de la esperanza. La realidad es un drama y es la que es. Pero nosotros no nos conformamos y además de estar muy informados y sensibilizados, estamos dispuestos a luchar y a asumir un compromiso.
Me niego a la resignación. El conformismo es la muerte de las utopías que son las que nos hacen avanzar.

El compromiso de hacer de nuestro entorno y de nuestro País un espacio de oportunidades para todos, tiene que impedir que el miedo paralizante o la cobardía nos hagan bajarnos del mundo y claudicar de su vocación de belleza, bondad, armonía y felicidad para todos.

Vivimos tiempos nuevos en los que podemos construir algo apasionante, pero lo haremos sólo si somos capaces de abrir los ojos para ver y de disponer el corazón para acoger.
La botella está medio vacía, yo quiero llenarla, y creo que todos juntos podemos decirnos mutuamente: ¿por qué no la llenamos?, en lugar de preguntarnos inútilmente por qué, por qué y por qué.

Me pregunto con frecuencia como combatir la inercia del pesimismo, y como crear una pandemia de buen rollo, de complicidades. Cómo ser positivos con realismo y decir ante el que nos rodea y disgusta, “yo puedo cambiar” y “tú también”. Y si cada uno cambia, somos una fuerza imparable, brutal.

Me niego y me niego al derrotismo. Creo que estos son tiempos fuertes, y que desde el compromiso personal, activo tenemos que jugar en el partido de la vida de titulares: porque es verdad que nos han mentido, estafado y robado oportunidades, pero me niego a que nos roben la esperanza, que nos maten la alegría y nos impidan estar activos y luchar por aquello que creemos.

¿Porque no transmitimos buenas vibraciones y promovemos pequeñas actitudes, ideas sencillas que nos ayuden a despertar? Pueden ser la semilla o el germen humilde del gran cambio.
¿Por qué no sumar complicidades y crear buenas sinergias para hacer el mundo algo más bonito?
Preguntémonos cómo ofrecer esperanza y cómo abrirle paso en el corazón de la humanidad.

Juntos podemos. Juntos somos más. Entre todos, sumando, daremos una oportunidad a la esperanza.
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