Por una sociedad libre sin hipocresía

Lydia Playfoot, de 16 años, es una joven inglesa que por lo que leí en el periódico es miembro de un grupo evangélico a quien se le prohíbe utilizar un anillo que significa su compromiso de abstinencia sexual hasta el matrimonio, y que ha sido amenazada de ser expulsada del colegio al que asiste si no se retira ese signo.

No conozco el grupo al que pertenece Lydia, ni demasiados detalles del hecho, pero una vez más la sociedad inglesa, que presume de abierta, tolerante, universal y progre, sale a la palestra con decisiones que no hacen más que poner coto a la libertad de las personas. Una vez más las convicciones religiosas y los compromisos que líbremente se asumen en orden a la fe, pretenden ser limitados

Estoy segura que a un joven con los cabellos pintados de muchos colores, con un sinfín de pendientes y lleno de tatuajes, nadie le dirá nada, y no tendrá problemas de ir a la escuela, a la universidad ni de para presentarse a las elecciones de lo que sea. Pero alguien que defiende un valor que no hace mal a nadie, que lo hace en nombre de su fe, se encuentra con la hipocresía de una sociedad intolerante y monocolor: de plural ¡nada de nada! Y de respetuosa, ¡menos!

No estamos tan lejos de lo que ocurre en Inglaterra. El tema del velo islámico, tan traído y llevado por la prensa, y las costumbres religiosas de los diferentes grupos, es siempre motivo de conflicto para los espíritus beligerantes que no tienen otra cosa que hacer que oponerse a todo lo que sea diferente a ellos. A unos les molesta que los musulmanes tengan mezquitas, a otros que los pentecostales canten fuerte y a otros que los cristianos hagan oír su voz.

Si hablamos de una sociedad plural, ¡aceptemos la diferencia como una fuente de riqueza!

Si presumimos de ser tolerantes, ¡¡respetemos a los que piensan, oran y viven de otra forma!

Si predicamos la libertad y la dignidad de todos, ¡dejemos vivir en paz a las personas y que cada uno haga lo que le parezca siempre y cuando ello no ofenda ni haga daño a nadie!

Lo digo muchas veces y no me cansaré de ello: Ni los proges que se creen que tienen la fórmula de la libertad, ni los carcas que se piensan que son los dueños de la verdad, son los que respetan los derechos humanos.

Abogo por el sentido común, por la libertad y por VIVIR Y DEJAR VIVIR.

Y si Lydia quiere llevar el anillo de la castidad que lo lleve, y la dejen en paz.

Y si Pepe quiere ir cubierto de tatuajes, allá él, eso si, que al menos alguien le explique que puede traerle problemas a su salud, y que si se pone un tatuaje en la espalda, tendrá problemas si un día le tienen que anestesiarle. Pero si aún así quiere llevarlo, ¡que lo dejen en paz!
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