Proyecto de instalación en Nkumba Agua en Ruanda: "Tuve sed y me disteis de beber"

(Faustino Vilabrille).- Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes. Acabamos de llegar de desarrollar la primera fase de un proyecto de instalación de agua en Nkumba, Ruanda, para 1155 familias, cuya carencia de agua era dramática.

Hemos tenido una excelente acogida y una colaboración extraordinaria por parte de las Misioneras de los Sagrados Corazones y de todo el poblado de Nkumba. En poco más de mes y medio quedó funcionando la instalación, con extraordinaria satisfacción por parte de todos, tal como reflejan las fotografías.

De los muchos testimonios recibidos, hay uno que nos llenó de emoción, el de una señora, que nos cogió de la mano con sus dos manos, y que manifestó lo siguiente: "Yo soy una persona mayor, casi no puedo andar y tenía el agua muy lejos, dos horas, ahora me queda cerca, muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias". No paraba de repetir "gracias".

Nosotros tampoco nos cansaremos de daros las gracias a todos los que de una forma u otra lleváis dentro la cooperación y habéis hecho posible este proyecto, así como aquellas palabras tan sencillas y directas del profeta Jesús de Nazaret: "tuve sed y me disteis de beber".

Hasta aquí, la cara amable y gratificante del proyecto, aunque no exenta de algunos problemas, normales en proyectos a plazo fijo y contra reloj, aparte del idioma que limita muchísimo la comunicación.

Si antes nos dolía África sin conocerla en vivo, ahora aun nos duele más después de haber ido y ver que hay mucha gente muy pobre, impotente, incapaz de salir de su miseria, llena de sufrimiento, explotada por las instituciones públicas, privadas y también religiosas, que no se quedan atrás...

Nos duele ver como mucha gente tiene los ojos cerrados, que está manipulada, utilizada, resignada, con conciencia ingenua, creyendo que su vida tiene que ser así, que siempre fue así, que no hay solución, que nunca se arreglará; y aún más nos duele que los que deberían pensar de otra manera también piensen así, y que incluso lleguen a decir que la gente está a gusto así, cuando en realidad están pasando hambre a diario, no pueden ir al médico, no pueden pagar la escuela de sus hijos ni las medicinas, ni mucho menos operarse, no tienen luz, ni agua, su casa muchas veces no tiene más ventana que la puerta...

Nos duelen algunas jerarquías, buenas personas, pero muy ajenas a la realidad del pueblo pobre, solo volcadas en el culto y la liturgia, e incluso en construir hoteles de lujo, con aire acondicionado en los ascensores, para gente muy adinerada.
Nos duele que se llegue a ver la pobreza como algo normal y se pierda la sensibilidad y la conciencia crítica ante la misma.
Nos duele comprobar como hay niños que son buenos y nobles, pero están sin civilizar.
Nos duelen niños que los ves con talento, que se perderá para siempre.
Nos duele ver verdadera esclavitud de hombres, mujeres y niños, que más bien parecen animales de carga que personas.

Nos duele ver la inmensa riqueza de una minoría frente a inmensa pobreza de todos los demás.

Nos duele que estas reflexiones tan simples no las puedes expresar públicamente, y casi ni en privado.

Por prudencia ante los que allí quedan, nos duele no poder relatar los hechos concretos que respaldan cada una de las afirmaciones anteriores.

Sí nos satisface ver unas misioneras que viven austeramente y que sí son conocidas y reconocidas por los pobres y marginados, que preparan catequistas adultos durante dos años en conocimiento del mensaje de la Biblia y en formación profesional (agricultura, ganadería, construcción, carpintería, albañilería, etc.) para que vivan de su propio trabajo y comuniquen ese mensaje y esa formación a los demás sin esperar nada a cambio. Sí nos satisface ver misioneras médicos que son reconocidas por la calle por gentes de cualquier confesión religiosa, o cuidan con esmero y mucho cariño a niños/as abandonados por sus padres, muy desnutridos, sabiendo que no van a conseguir casi nada de ellos porque son discapacitados profundos, pero son personas.

Sí nos satisface ver que una diócesis tiene en su organigrama pastoral una oficina titulada "Programme Hydraulique".

Por desgracia esto no es solo un ligero espejo de Ruanda, sino que docenas de países africanos sufren las mismas penalidades, que aunque se llamen República, son dictadura pura y dura, con unos dirigentes corruptos, ambiciosos, deshumanizados, crueles, soberanos absolutos para quitar la tierra por millones de hectáreas a los pobres y venderla a los ricos y multinacionales. Hay que ayudar a los africanos directamente, no a sus gobernantes y dirigentes, salvo que haya constancia de su honradez y honestidad bien comprobadas.

Resulta también penoso ver a los dirigentes religiosos pedir para construir iglesias y lugares de culto, casas para ellos, etc., a personas que no tienen que comer, que viven como esclavos, pero tienen fe en Dios y por eso dan de lo poco que tienen y les hace mucha falta para sí mismos, construyendo algunos lugares de culto e iglesias que más parecen una catedral, como algunas que vimos. Que lean aquellas palabras de San Ambrosio: "¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras afuera lo dejan pasar frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: 'Este es mi cuerpo', y con su palabra afirmó nuestra fe, dijo también: 'Me vieron hambriento y no me dieron de comer. ¿Qué le aprovecha al Señor que su mesa esté llena de vasos de oro, si Él se consume de hambre? Sacien primero su hambre y luego, con lo que les sobra, adornen también su mesa".

Sin embargo los africanos, acabarán saliendo adelante, porque, por lo que vimos en Ruanda, son muy trabajadores, sacrificados, luchadores, emprendedores hasta para emigrar, afrontando grandes penalidades. "Que buen vasallo si oviese buen señor".

Un cordial abrazo a tod@s.

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