'Contagia solidaridad para acabar con el hambre', LXII Campaña de Manos Unidas Clara Pardo: "El hambre no es contagiosa, pero también mata, y mata mucho más que la COVID-19"

Clara Pardo, durante la rueda de prensa de Manos Unidas
Clara Pardo, durante la rueda de prensa de Manos Unidas Marta Carreño/Manos Unidas

Contra el hambre no hay vacuna, sino una indiferencia egoísta carente de la más mínima solidaridad”

“¿Cuántas de estas personas no han tenido que plantearse durante estos meses la disyuntiva de morir de hambre o de covid?”. ¿Sobrevivirán al virus, y a sus consecuencias, en forma de olvido, descarte, desigualdad?"

“Si no somos capaces de ser solidarios entre nosotros, ¿cómo vamos a serlo con lo que menos tienen? ¿Dónde está el compromiso solidario adquirido con las naciones más empobrecidas?"

“Muchos millones de personas no van a vacunarse. Y cuando los habitantes de los países ricos estemos inmunizados, nos olvidaremos de los más pobres, igual que nos olvidamos de los millones de personas que pasan hambre y sufren pobreza”

La ONGD aprobó 160 proyectos de emergencia en 2020, de los que 133 fueron a frenar daños del coronavirus, con 4,6 millones de euros en total. "Una crisis tan grave como inesperada"

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"El hambre no es contagiosa, pero también mata, y mata mucho más que la COVID-19, que el sida y que otras enfermedades". El clamor de la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, recorrió la presentación de la LXII Campaña contra el Hambre que esta ONGD celebra cada año para tratar de erradicar esta lacra que, se estima, sufren en la actualidad 800 millones de personas en todo el mundo, la gran mayoría niños, y que hipoteca el futuro de naciones y continentes enteros.

Y sí: el hambre mata más que la pandemia, pero la pandemia agravará, y mucho, las condiciones de vida de buena parte del mundo. De ese que no tendrá acceso prioritario a las vacunas, de ese que ha desaparecido (si es que alguna vez fue protagonista) de las grandes portadas de los periódicos o los titulares de informativos de medio mundo.

“Ante el coronavirus, de poco han servido nuestros muros y fronteras, implacables frente a lo que se consideran amenazas a nuestro bienestar, pero absolutamente permeables a una amenaza microscópica que, de alguna manera parece, aunque no las tengo todas conmigo, que nos ha hecho conscientes de nuestra propia vulnerabilidad”, subrayó Pardo, quien lamentó que “nuestra aldea global parece hoy más dividida que nunca entre el rico Norte y el Sur empobrecido”.

“Contagia solidaridad para acabar con el hambre”, lema de la 62 Campaña contra el Hambre de Manos Unidas
“Contagia solidaridad para acabar con el hambre”, lema de la 62 Campaña contra el Hambre de Manos Unidas

Un año después, “el coronavirus sigue entre nosotros, y ha contagiado ya a cerca de un centenar de millones de personas en todo el mundo”, con “una crisis sanitaria sin precedentes en el último siglo que, desgraciadamente, está relegando al olvido a otras crisis y emergencias que matan y causan más estragos que el virus y de las que, nunca nadie parece acordarse: el hambre y la pobreza”.

La pandemia más vergonzante: la desigualdad

Porque, y en este fue tajante Clara Paro, todas estas crisis “vienen derivadas de la pandemia más dolorosa y más vergonzante: la desigualdad”. “Porque, tras las abrumadoras cifras del hambre y la pobreza, que no cesan de aumentar, hay personas, seres humanos, historias de vida… Y no hay vacuna que pueda con la indiferencia… No podemos seguir tolerando que el hambre afecte a más 690 millones de personas, una cifra que se estima que aumentará hasta superar los 800 millones”, clamó.

Con un añadido: “Contra el hambre no hay vacuna, sino una indiferencia egoísta carente de la más mínima solidaridad”. Para millones de personas, para los más empobrecidos, para los 1.300 millones de personas afectadas por la pobreza multidimensional: refugiados, migrantes, trabajadores en precario, minorías étnicas y tribales, niños vulnerables, ancianos, mujeres… de los países en los que trabaja Manos Unidas, la pandemia del coronavirus “está teniendo un impacto brutal, del que les va a ser muy difícil recuperarse en mucho tiempo”.

Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas
Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas

Se habla ya de décadas de retroceso en los planes de desarrollo, recalcó la presidenta de Manos Unidas, quien se preguntó: “¿Cuántas de estas personas no han tenido que plantearse durante estos meses la disyuntiva de morir de hambre o de covid?”. ¿Sobrevivirán al virus, y a sus consecuencias, en forma de olvido, descarte, desigualdad?

Proyectos de emergencia

Manos Unidas sigue trabajando, y “en este fatídico año de la Covid-19 nos ha obligado a adaptar programas y estrategias a corto plazo –y, en algunos países, también a medio plazo– para orientar la acción hacia una asistencia humanitaria de carácter urgente”, para atender, precisamente, “a esos colectivos más desprotegidos, completamente ahogados por las medidas de confinamiento decretadas por los diferentes gobiernos”. Así, de los 160 proyectos de emergencias aprobados a lo largo del año 2020, 133, se han destinado a emergencias derivadas de la pandemia de COVID-19 en Africa, Asia y América Latina.

Además, en los proyectos ya en marcha se han incluido partidas de mitigación de los daños de la COVID-19 en unos 200 proyectos de desarrollo, nuevos o ya en ejecución. En total, Manos Unidas ha destinado casi 4,6 millones de euros a hacer frente “a una crisis tan grave como inesperada”, añadió Pardo, quien quiso agradecer el apoyo de socios y donantes que, “a pesar de las enormes dificultades a las que nos enfrentamos en España, siguen mirando más allá de nuestras fronteras y han permanecido fieles a Manos Unidas y a su trabajo en lugares lejanos”. Muchos de ellos, incluso, aumentando sus aportaciones.

Frente a la pandemia de la desigualdad, la vacuna de la solidaridad, que debe ir “mucho más allá de un acto esporádico de generosidad”, y convertirse en un modo de vida

2021 no presenta mejores perspectivas, pero Manos Unidas seguirá “trabajando para los países más empobrecidos en los que esta crisis está presentando su peor cara”. Frente a la pandemia de la desigualdad, la vacuna de la solidaridad, que debe ir “mucho más allá de un acto esporádico de generosidad”, y convertirse en un modo de vida.

Vacunas e insolidaridad

“Porque solo con la solidaridad bien entendida, podremos, realmente, hacer del mundo la tierra de todos”, explicó Clara Pardo, quien se mostró “bastante perpleja” ante el egoísmo de muchos en el debate sobre las vacunas. “Si no somos capaces de ser solidarios entre nosotros, ¿cómo vamos a serlo con lo que menos tienen? ¿Dónde está el compromiso solidario adquirido con las naciones más empobrecidas?”.

“Me temo que, una vez más, esas promesas y compromisos serán papel mojado… Qué poco hemos aprovechado la oportunidad de cambiar que nos ha dado la pandemia…”, lamentó la presidenta de Manos Unidas, quien instó a preocuparse de que las vacunas  lleguen a los países más pobres. A Haití, a República Democrática del Congo, a Centroáfrica, Etiopía, Sierra Leona…

“Muchos millones de personas no van a vacunarse. Y cuando los habitantes de los países ricos estemos inmunizados, nos olvidaremos de los más pobres, igual que nos olvidamos de los millones de personas que pasan hambre y sufren pobreza”, criticó Pardo, quien prosiguió: “Les cerraremos a cal y canto las fronteras, sin pensar qué es lo que mueve a estas personas a dejar toda una vida atrás”.

Contagia solidaridad

Al final, una llamada a la esperanza, con la propia campaña de Manos Unidas. ‘Contagia Solidaridad para acabar con el hambre’.Queremos contagiar esperanza, porque la esperanza el motor que nos empuja para trabajar todos los días”. Y como muestra, dos botones: “dos mujeres que saben mucho de pobreza y de hambre; de abusos, de explotación y de rechazo… Y también de solidaridad y de esperanza… Ellas trabajan de cerca con esos colectivos de población invisibles para la mayoría, que saben lo que es el hambre, la pobreza y el abuso”.

Alicia Vacas, desde Israel
Alicia Vacas, desde Israel

Mujeres migrantes violadas, secuestradas, embarazadas

Desde Oriente Medio, Alicia Vacas, responsable de las misioneras combonianas en Oriente Medio y Asia habló de la realidad de las mujeres migrantes, retenidas, perseguidas, torturadas, abusadas y vendidas “de forma que no se pueden contar” por mercenarios que aprovechaban su camino desde los campos de refugiados a la Tierra Prometida

“Abusaron de ellas de todas las formas posibles, mientras permitían que sus familias siguieran por teléfono sus torturas, para extorsionarles y conseguir por ellas un rescate inalcanzable”

“Abusaron de ellas de todas las formas posibles, mientras permitían que sus familias siguieran por teléfono sus torturas, para extorsionarles y conseguir por ellas un rescate inalcanzable”, reveló. “En muchos casos, estas mujeres tienen hijos que les recuerdan todo lo que han vivido, hijos que han defendido como leonas porque, a pesar de todo, son la fuerza y el motor de sus vidas”, desveló la religiosa.

Tejiendo complicidades

De ahí surgió ‘Kutchinate’ (ganchillo, en eritreo), que logró unir a mujeres con una herida abierta, y formar una familia. “Se empezó a reunir a las mujeres para tejer juntas cestos de ganchillo. Así pasaron muchas tardes mientras se iban tejiendo, junto a las cestas, relaciones, confianza y complicidad… y llegó el tiempo de las confesiones y de abrir heridas, porque tejiendo-tejiendo Kutchinate se había convertido en un hogar para todas”.

Hoy, es un proyecto psicosocial que tiene como objetivo el empoderamiento de más de 300 mujeres en situación de vulnerabilidad extrema. Mientras se ocupa de su bienestar integral, ofrece apoyo psicosocial profesional y facilita tanto su integración en la sociedad israelí como su reconocimiento como refugiadas por parte de la ONU y su reasignación a países de acogida donde puedan ser reconocidas como tales. Un laboratorio de solidaridad. Un ejemplo vivo y eficaz de que “otro mundo es posible”, destacó Alicia, como alternativa “al miedo, a la exclusión, al internamiento, a los discursos populistas, racistas, xenófobos o a las miopías nacionalistas”.

“Los que trabajamos en una región del mundo tan compleja como Oriente Medio, marcada por los conflictos, y tan necesitada de reconciliación y fraternidad, estamos convencidos de que sólo la justicia y la solidaridad pueden dan respuesta al hambre de los pueblos y a sus aspiraciones de vida digna para todos. Quizá esta crisis, esta emergencia, sea la oportunidad que nos da la vida para ponernos en la piel de los que más sufren. De los que están cerca de nosotros y también de los que están lejos”, culminó.

Raquel Reynoso
Raquel Reynoso

Tras ella, Raquel Reynoso, desde Perú. Esta trabajadora social, defensora de los derechos humanos y presidenta de la Asociación Servicios Educativos Rurales, habló del acceso al agua, “que podría suponer para nosotros algo banal”. “Con un 80% de empleos en la informalidad, si las personas no morían por Covid podían morir de hambre si no salían a vender algo para sobrevivir”, explicó.

Mujeres esterilizadas... y empoderadas 

Mujeres que, en 270.000 casos, fueron esterilizadas sin su consentimiento y tratadas como objetos. “Hoy, tras más de 20 años, siguen siendo discriminadas y siguen esperando por verdad, justicia y reparación”, clamó. “Nosotros trabajamos con estas mujeres violentadas y discriminadas. Son ellas las que mayormente conducen las tierras en las zonas andinas”, destacó.

El programa de la Asociación SER, apoyado por Manos Unidas, implementa proyectos para el acceso al agua potable y al saneamiento de poblaciones de zonas rurales. Y también, para el empoderamiento de la mujer.

“Sé que son tiempos difíciles para todos y todas, pero recordemos que en el mundo hay personas, familias, mujeres, niños y niñas que están enfrentando situaciones muy difíciles. Hoy, más que nunca, nos toca ser solidarios entre todos y todas, por todo lo que perdieron y por lo que nos toca recuperar”, insistió Raquel.

“Todos los varones y mujeres con quienes venimos trabajando todos estos años, nos han demostrado que la solidaridad es posible, pero para que sigan con su trabajo y esfuerzo, necesitan del apoyo de todos nosotros. Tenemos que contagiarnos de solidaridad para acabar con el hambre”, finalizó.

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