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En un mundo azotado por la pandemia, sigue siendo una amenaza.
Con motivo del Día Mundial de la Malaria 2021, Manos Unidas informa sobre el trabajo que lleva a cabo para hacer frente a esta enfermedad, que es uno de los principales problemas de salud mundial y que supone una de las mayores causas de mortalidad infantil en África.
El último informe sobre el paludismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra que 229 millones de personas sufrieron esta enfermedad en 2019, de los cuáles un 94% (215 millones) eran habitantes de África.
Sólo en 2019, último año estudiado, la malaria segó la vida de cerca de 409.000 personas en todo el mundo. Alrededor del 70% de esas muertes fue de niños menores de 5 años, el grupo más vulnerable a los efectos del paludismo.
A pesar de los esfuerzos realizados y avances obtenido, África continúa siendo el continente más afectado del planeta, copando el 85% de los fallecimientos mundiales por malaria.
La malaria o paludismo es una enfermedad humana que se transmite por medio de la picadura del mosquito del género Anopheles infectado. Asimismo, esta enfermedad puede ser transmitida de manera congénita de la madre al feto, y por transfusiones sanguíneas.
En las últimas 3 décadas, organizaciones como Manos Unidas han estado trabajando para mejorar el acceso y las condiciones sanitarias de personas que viven en contextos vulnerables. La construcción de centros de salud, de hospitales, la aportación de equipamiento médico y la dotación de recursos, han sido los emblemas con los que se han combatido y se combaten las deficiencias y escasez sanitaria de aquellas regiones más pobres del globo.
En África, uno de los territorios más perjudicados por la enfermedad del paludismo, nos esforzamos en combatir ésta y otras enfermedades, aunque somos conscientes de que el trabajo en el continente africano presenta grandes dificultades por la falta de infraestructuras, la falta de equipamiento y la escasez de recursos sanitarios. Sin embargo, estos factores han sido el motor de la organización para mejorar la calidad y las condiciones de vida en lugares del continente, como Malawi o Costa de Marfil.
La OMS ha puesto en marcha un ambicioso plan cuyo objetivo es acabar con el paludismo en 25 países más para 2025.
Yamoussoukro, capital de Costa de Marfil, es una zona urbana desfavorecida carente de infraestructuras de saneamiento y de servicios de limpieza es un ejemplo del trabajo de Manos Unidas donde nuestro socio local, la Asociación Marfileña para la Formación Universitaria y Profesional, solicita la adquisición de equipamiento de laboratorio para mejorar la atención para el seguimiento y diagnóstico de muchas enfermedades, que siendo detectadas a tiempo no serían mortales, tal como es el caso de la malaria.
Los beneficiarios del proyecto de equipamiento del centro son sobre todo mujeres, madres de familia analfabetas o con bajo nivel de escolarización sin participación en la vida pública, y sus maridos, pacientes con pocos recursos económicos, con poco nivel de estudios, de etnia dioula, parados o empleados como cocineros, chóferes, guardianes, lavanderos, mecánicos o realizando pequeñas actividades en sectores como agricultura, fontanería, carpintería.
Los beneficiarios directos son unos 10.000 pacientes al año.
Otro ejemplo del trabajo realizado desde la organización en el sector sanitario se produce en Malawi, uno de los países más pobres del mundo donde la asistencia sanitaria es precaria y, donde, gracias a la ayuda de ONG internacionales y especialmente de Manos Unidas, se ha ido construyendo el Hospital Kapiri (Mtengo), convirtiéndose en uno de los mejores hospitales rurales que atiende a más personas del país.
El Hospital Kapiri recibe en sus instalaciones a unas 70.000 personas al año.
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