Francisco pide por acompañar a los gobernantes en plena "pandemia" del coronavirus Bergoglio lamenta el "abismo de indiferencia" que lleva a construir muros y poner concertinas "contra los que huyen del hambre y de la guerra"

Francisco, durante la misa de hoy en Santa Marta
Francisco, durante la misa de hoy en Santa Marta

"Estamos preocupados por nuestras cosas, y nos olvidamos de los niños que tienen hambre, de la pobre gente que, en las fronteras de nuestros países buscan la libertad, todos estos inmigrantes forzados, que huyen del hambre y la guerra, y solamente encuentran un muro hecho de hierro, o con espinas, que no les deja pasar"

Francisco pide orar "por nuestros gobernantes, que tienen que tomar decisiones y se sienten incomprendidos"

Bergoglio ya llama "pandemia" a los contagios de coronavirus en el mundo

Rotunda homilía contra la indiferencia. El Papa Francisco, en su cuarta misa por streaming desde Casa Santa Marta, denunció el “abismo de la indiferencia” que nos hace conocer la realidad de los que sufren, una información que “no entra en nuestro corazón”, como le ocurría al rico que tenía todos los días en las puertas al pobre Lázaro, y jamás le hizo caso.

“Tal vez aquí, en Roma, estamos más preocupados porque los negocios han cerrado, y teníamos que ir a comprar algo...Estamos preocupados por nuestras cosas, y nos olvidamos de los niños que tienen hambre, de la pobre gente que, en las fronteras de nuestros países buscan la libertad, todos estos inmigrantes forzados, que huyen del hambre y la guerra, y solamente encuentran un muro hecho de hierro, o con espinas, que no les deja pasar”, denunció Bergoglio.

Pedir por las autoridades

Francisco, de nuevo en solitario, comenzó orando “por este momento de pandemia, por los enfermos, sus familiares, los padres que están con sus niños en casa, pero sobre todo quisiera pedir por las autoridades”. “Ellos -añadió- deben tomar decisiones sobre medidas que no le gustan al pueblo, pero son por nuestro bien”.

Muchas veces, añadió el Papa, “la autoridad se siente sola, incomprendida. Recemos por nuestros gobernantes, que tienen que tomar decisiones sobre estas medidas, que se sientan acompañados por la oración del pueblo”.

Francisco, con un sacerdote en Santa Marta
Francisco, con un sacerdote en Santa Marta

El rico sabía que allí estaba el pobre

“El relato de Jesús es muy claro, muy simple, parece un cuento para niños”, comenzó el Papa su homilía, que versó sobre el rico y el pobre Lázaro. La historia de “dos hombres, uno satisfecho, que sabía vestirse bien, tal vez buscaba a los estilistas más grandes del tiempo, se ponía vestidos finísimos y lo pasaba bien, porque cada día se daba un banquete, y era feliz así, sin preocupaciones”. Por el otro, “a su puerta había un pobre, Lázaro”.

“El rico sabía que allí estaba el pobre, lo sabía”, criticó con dureza Bergoglio. “Pero le parecía una cosa natural: yo lo paso bien, y este otro.... así es la vida, que se las arregle”. Así pasó la vida, hasta que “ambos pasaron por la ley de todos, murieron”. Murió el rico, y murió Lázaro.

Lázaro, relató Francisco, fue llevado al cielo con Abraham, mientras “del rico se dice sólo que fue sepultado”. En este punto, el Papa relató “dos cosas que golpean”. La primera, que “el rico supiera que había un pobre, que supiera su nombre y que no le importara, le parecía natural. Estaba perfectamente informado de su realidad”.

Homilía del Papa en Santa Marta
Homilía del Papa en Santa Marta

Ello nos lleva al segundo golpe: “El Gran Abismo que hay con el rico”. “Entre nosotros hay un gran abismo, no podemos comunicarnos. No podemos pasar de una parte a otra”, lamentó Francisco. “¿Cuál sería el drama de este hombre? El de estar muy informado, pero con el corazón cerrado. La información de este hombre rico no llegaba al corazón, no sabía conmoverse del drama de los demás”.

Algo que también sucede “entre nosotros”, el “drama de la información que no llega al corazón”.

“Todos sabemos, porque lo hemos visto en los telediarios, cuántos niños sufren el hambre hoy en el mundo, cuántos niños no tienen las medicinas necesarias. Cuántos niños no pueden ir a la escuela,. Hay continentes con estos dramas, y lo sabemos, y continuamos. Esta información no desciende al corazón”, lamentó.

“Hay tantos de nosotros, tantos grupos de hombres y mujeres que viven en esta separación entre lo que saben y piensan, y eso que sienten. El corazón está desconectado de la mente, son indiferentes, como el rico era indiferente al dolor de Lázaro. Existe el abismo de la indiferencia”.

Una nueva globalización de la indiferencia

Recordando su primera visita a Lampedusa, Francisco apuntó el término “globalización de la indiferencia”. “Tal vez aquí, en Roma, estamos más preocupados porque los negocios han cerrado, y teníamos que ir a comprar algo...Estamos preocupados por nuestras cosas, y nos olvidamos de los niños que tienen hambre, de la pobre gente que, en las fronteras de nuestros países buscan la libertad, todos estos inmigrantes forzados, que huyen del hambre y la guerra, y solamente encuentran un muro hecho de hierro, o con espinas, que no les deja pasar”, denunció Bergoglio. “Sabemos que existe esto, pero el corazón no llega, no pasa. Vivimos en la indiferencia. Este es el abismo de la indiferencia”.

Misa del Papa en Santa Marta
Misa del Papa en Santa Marta

Por último, el Papa lamentó cómo “sabemos el nombre del pobre, Lázaro. Incluso el rico lo sabía... pero no sabemos el nombre del rico (…) No tenía nombre, lo había perdido, sólo tenía los adjetivos. de su vida: rico, poderoso... Esto es lo que hace el egoísmo en nosotros, nos hace perder nuestra identidad real, y solo nos lleva a conocer nuestros adjetivos”.

La cultura de los adjetivos

“Hemos caído en la cultura de los adjetivos, donde tu valor está en lo que tú tienes, pero no cómo te llamas. Has perdido el nombre. La indiferencia nos lleva a perder el nombre”.

“Pidamos al Señor la gracia de no caer en la indiferencia. La gracia que todas las informaciones de los dolores humanos desciendan al corazón y nos muevan a hacer alguna cosa por los demás”, concluyó.

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