Comunicado de directores de la red CIDSE: "Estamos ante un escándalo internacional" Manos Unidas: Vacuna Covid-19, desigualdades globales desalentadoras

Vacuna Covid-19
Vacuna Covid-19

"Desde la red CIDSE, alianza de organizaciones católicas de desarrollo de Europa y América del Norte a la que pertenece Manos Unidas, deseamos llamar la atención sobre la urgente necesidad de un marco ético y eficaz para la distribución mundial de vacunas"

"El retraso y la escasez de vacunas disponibles que se esperan actualmente para los países del Sur global y sus poblaciones más pobres es, nada menos, que un escándalo internacional"

"La monopolización de los suministros y de las patentes de vacunas por parte de los Estados más ricos es una respuesta a la crisis de la COVID-19 que nos pone a todos en peligro"

"La cancelación de la deuda global del Sur liberaría enormes fondos para la mejora de los sistemas nacionales de atención médica para su distribución, y mejores condiciones de atención aisladas para los enfermos"

"Más allá de las decisiones sobre vacunas, nuestro llamamiento es a seguir impulsando a las instituciones y a los que toman las decisiones para actuar con integridad y con principios hacia una recuperación justa para todos"

(Manos Unidas).- Como Directores de organizaciones católicas de justicia social, hemos escuchado los relatos de primera mano de las comunidades que sufren las condiciones más duras de la pandemia. Como muchas otras organizaciones de desarrollo y salud, deseamos llamar la atención sobre la urgente necesidad de un marco ético y eficaz para la distribución mundial de vacunas. Los encargados de la toma de decisiones en los países ricos tienen la oportunidad de mejorar la resiliencia internacional ante futuras pandemias para lograr el bienestar a largo plazo de sus ciudadanos y de las personas más vulnerables del mundo.  

El retraso y la escasez de vacunas disponibles que se esperan actualmente para los países del Sur global y sus poblaciones más pobres es, nada menos, que un escándalo internacional que, probablemente, empeore la pobreza y la desigualdad, perpetúe la vulnerabilidad global y, en última instancia, retrase la superación de la pandemia.  

La monopolización de los suministros y de las patentes de vacunas por parte de los Estados más ricos es una respuesta a la crisis de la COVID-19 que está priorizando intereses egoístas sobre las verdaderas soluciones y, en última instancia, poniéndonos a todos en peligro. 

Los productores de vacunas originalmente proyectaron la capacidad de fabricar suficientes vacunas para 1/3 de la población mundial para finales de 2021. Pero la mitad de estas vacunas fueron reservadas por países ricos que constituyen solo el 13% de la población mundial: 27 Estados miembros de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá. 

iMientras los países más ricos tienen los recursos necesarios para asegurar acuerdos bilaterales con empresas, es probable que solo el 10% de las personas en los países de bajos ingresos reciban una vacuna este año! 

Como ejemplo, según cuenta Trócaire, miembro de CIDSE en Irlanda que ha trabajado en Somalia durante más de 30 años y el único que mantienen proyectos sanitarios en el distrito de Gedo, no piensan en poder recibir ninguna vacuna, ni siquiera para médicos, enfermeras y parteras, hasta bien entrado el año que viene. 

"A modo de ejemplo, en Somalia no piensan en poder recibir ninguna vacuna, ni siquiera para médicos, enfermeras y parteras, hasta bien entrado el año que viene"

En un mundo globalizado, el virus y sus impactos no se podrán contener simplemente cerrando fronteras. Nosotros ya presenciamos las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales por brotes y medidas de confinamiento repentinas durante la primera ola de la pandemia.  

Los trabajadores de la cadena de suministro, y los pueblos indígenas y rurales, están al frente de nuestras crisis globales como poblaciones explotadas y marginadas que hacen el trabajo esencial (producir bienes, cultivar alimentos y defender los ecosistemas) del que depende nuestro consumo diario. Las comunidades pobres de los países del Sur mantienen a todos con vida frente a una enorme precariedad y con pocas garantías de una atención sanitaria adecuada en caso de enfermedad.  

Como advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres "Si se permiten que el virus se propague como la pólvora en el Sur global, mutará una y otra vez. Mientras las comunidades del Sur sean vulnerables, todos seremos vulnerables".

La lenta llegada de las vacunas a los países del Sur global empeorará las condiciones de vida de las comunidades vulnerables y explotadas. Las condiciones de encierro en curso borrarán los medios de vida y atraparán, aún más, a las mujeres en trabajos domésticos opresivos. Las medidas de confinamiento también serán una excusa permanente para que los regímenes autoritarios repriman la circulación y la resistencia de ciertas poblaciones y aprueben, de manera encubierta, leyes para apoderarse de territorios naturales para la extracción de recursos naturales. También es probable que la lenta llegada de las vacunas a los países del Sur impida que asistan a los procesos de políticas internacionales, como la COP26, oscureciendo, aún más, la representación de sus preocupaciones en la crisis ecológica mundial. 

Incluso si las vacunas se adquirieran o produjeran a nivel nacional, los países del Sur tendrían dificultades para distribuirlas a las poblaciones rurales con una infraestructura sanitaria deficiente. La cancelación de la deuda global del Sur liberaría enormes fondos para la mejora de los sistemas nacionales de atención médica para su distribución, y mejores condiciones de atención aisladas para los enfermos. Esto es un imperativo para que los países del Sur se preparen para la lucha a largo plazo contra la COVID-19 y posibles pandemias futuras. 

La vacuna sigue siendo una herramienta esencial para mitigar la pandemia actual y salvar vidas, pero no es una panacea. El origen zoonótico del virus es un síntoma de nuestra relación malsana con la naturaleza. La desigualdad sistémica, reforzada por la respuesta política a la crisis de la COVID-19, demuestra una falta de solidaridad internacional. La complejidad de las cadenas de suministro mundiales de bienes esenciales es una fuente constante de vulnerabilidad nacional y nuevas crisis caracterizadas por el abuso de mano de obra y la destrucción del medio ambiente.

Más allá de las decisiones sobre vacunas, nuestro llamamiento es a seguir impulsando a las instituciones y a los que toman las decisiones para actuar con integridad y con principios hacia una recuperación justa para todos, que asegure el bienestar de todos nuestros hermanos y hermanas, especialmente de aquellos que arriesgan más y tienen menos posibilidades de ser escuchados. 

Texto elaborado y aprobado por la siguiente lista de signatarios:

• Lieve Herijgers, Broederlijk Delen, Bélgica
• Christine Allen, CAFOD, Inglaterra y Gales
• Manuèle Derolez, CCFD – Terre Solidaire, Francia
• Josianne Gauthier, CIDSE, Internacional
• Kees Zevenbergen, Cordaid, Países Bajos
• Serge Langlois, Desarrollo y Paz, Canadá
• Axelle Fischer, Entraide et Fraternité, Bélgica
• Daniel Fiala, eRko, Eslovaquia
• Bernd Nilles, Fastenopfer, Suiza
• Jorge Libano Monteiro, FEC, Portugal
• Antonino Santomartino, Focsiv – Volontari nel Mondo, Italia
• Ricardo Loy, Manos Unidas, España
• Susan Gunn, Oficina de Maryknoll para Asuntos Globales, EE. UU.
• Pirmin Spiegel, MISEREOR, Alemania
• Michael Heinz, Adveniat (miembro asociado), Alemania
• Denise Richard, Partage Lu, Luxemburgo
• Alistair Dutton, SCIAF, Escocia
• Caoimhe de Barra, Trócaire, Irlanda
• Peter van Hoof, Vastenactie, Países Bajos

Enlaces:

Infografía interactiva en castellano

Declaración completa en inglés

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