"Esto es una obra de Dios y nosotros somos instrumentos" La Mesa por la Hospitalidad continúa sus acogidas en verano
La mesa, que nació en 2015 por iniciativa del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para la acogida de emergencia de migrantes y refugiados en situación de calle, despliega así una fórmula mixta: espacios acogedores que se van rotando por turnos (con acogida, en principio, de un mes una vez al año), y otros permanentes, lo que garantiza que haya continuidad y da cierta tranquilidad
| B. Aragoneses/Infomadrid
«No olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles». Estas palabras, escritas a los hebreos hacia el año 66 d. C., se siguen haciendo vida en el Madrid de 2022 a través de la Mesa por la Hospitalidad. Este mes de julio la parroquia San Ireneo (Ciudad Lineal) es el espacio de acogida rotatorio, que se une a los dos permanentes con los que cuenta la mesa: la parroquia San Alfonso María de Ligorio –con capacidad para tres personas; actualmente hay dos– y el Hogar San José, de la obra social La Salle San José –específico para familias; ahora mismo hay tres provenientes de Venezuela, Colombia y Perú–.
La mesa, que nació en 2015 por iniciativa del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para la acogida de emergencia de migrantes y refugiados en situación de calle, despliega así una fórmula mixta: espacios acogedores que se van rotando por turnos (con acogida, en principio, de un mes una vez al año), y otros permanentes, lo que garantiza que haya continuidad y da cierta tranquilidad.
En la acogida de San Ireneo [en la imagen principal, voluntarios y acogidos], la mesa ha dado un «importante salto cualitativo», explica Rufino García, el delegado episcopal de Movilidad Humana. En ella se han implicado todas las parroquias del arciprestazgo: San Ireneo, Santísima Trinidad, San Alejandro, Virgen del Coro y Virgen del Lluc. No es novedoso; de hecho, el delegado recuerda que antes de la pandemia hasta 26 parroquias de la Vicaría VI se implicaron en una de las acogidas en la antigua casa San Agustín y Santa Mónica. Pero sí se ha dado un «paso más»: el equipo responsable no es de la parroquia de acogida, sino un matrimonio joven de Santísima Trinidad. Y además, «los voluntarios son del propio arciprestazgo y de la mesa».
La realidad es que esto está siendo una riqueza para todos. Como destaca Jorge, del equipo de coordinación operativa de las acogidas de la mesa y feligrés de San Ireneo, «se ha ampliado la comunidad; se están conociendo gentes de diferentes parroquias, y esto puede ser el principio para poner en marcha más proyectos conjuntos en el arciprestazgo». Para la feligresía, además, es una forma de conocer otra realidad, y «vemos que las enseñanzas» de la Palabra «se ponen en práctica, y esto te hace crecer en la fe».
Una treintena de voluntarios
«En este mundo de tantas noticias negativas», es muy esperanzador ver la «solidaridad y la empatía de la gente». En el arciprestazgo hicieron un trabajo de Iglesia en salida, como invita el Papa Francisco, para llegar a los feligreses, «que vean que aquí hay una labor social y que se unan». Y también a aquellos de otras creencias, o que no creen. Así, se han sumado como voluntarios más de 30 personas de todo el arciprestazgo, «que es el verdadero protagonista», recalca Jorge. «Esto es una obra de Dios y nosotros somos instrumentos» en esta «labor de la Iglesia de Madrid». Por eso, «cuando falta una pieza, el resto no funciona».
Esas piezas son los voluntarios de noche, aquellos que pasan la noche con los acogidos para acompañaros y solventar cualquier eventualidad; los que les preparan las cenas, y aquí Jorge alaba la gratuidad de estas familias que cocinan en sus casas, «de su presupuesto familiar», la cena para los acogidos, y después se la llevan y cenan con ellos –excepto en lo peor de la pandemia, por seguridad sanitaria–; y los voluntarios de mudanzas.
Esto es porque en muchas de las parroquias hay que acondicionar los espacios, que suelen ser salones parroquiales. «Cada parroquia es supergenerosa en ese esfuerzo para adaptar sus instalaciones provisionalmente, por un mes», pero en muchas ocasiones no tienen los enseres necesarios. Así que desde el Centro de Pastoral Social Santa María del Fontarrón se trasladan camas, utensilios de cocina, ropa de la casa (sábanas, toallas…).
Los voluntarios son conscientes de que el número de acogidos [en la imagen inferior, dibujo de agradecimiento de uno de los niños] puede fluctuar a lo largo del mes. «Ahora hay cuatro chicos de Burkina Faso, Sudán, Senegal y Costa de Marfil, de entre 21 y 25 años, pero igual esta noche ya no están todos». Porque la mesa, como acogida de emergencia, es subsidiaria de las administraciones. «En parte, sería positivo que no tuviéramos alguno hoy; eso querría decir que las administraciones han cumplido con su obligación».
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