Sevilla acoge la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU (4FfD), una ocasión única para que la voz de la Iglesia sea escuchada Objetivo Jubileo 2025: cancelar la deuda de los países empobrecidos

Este Jubileo 2025 es un año especial para hablar de economía. Y tenemos la suerte de que esta cita internacional se celebre en Sevilla y "como cristianos españoles una oportunidad para involucrarnos en un tema que tiene implicaciones trascendentales para el futuro de la humanidad"
Marta pedrajas, doctora en Filosofía y economista especializada en desarrollo humano y sostenible: "La 4FfD de Sevilla es un momento importantísimo porque reúne a todos los países y los organismos internacionales en la misma mesa"
"Esta deuda hay que suspenderla, renegociarla, canjearla, o directamente perdonarla. Lo importante es que se tomen soluciones de emergencia que permitan a muchos de estos países sacar la cabeza del agua, pero también se tienen que ir poniendo ya las bases de soluciones a largo plazo"
"El desafío es hacer entender que la economía tiene que ver con la vida cotidiana. Aunque la deuda parece un tema lejano y técnico, sus efectos se sienten en los precios de los productos, en la calidad de los servicios públicos, la falta de oportunidades y el aumento de las desigualdades"
Más tajante fue el papa Francisco en el IV encuentro online de La Economía de Francisco en 2023 donde afirmó que "la economía que mata, que excluye, que contamina, que produce guerra, no es economía
"Esta deuda hay que suspenderla, renegociarla, canjearla, o directamente perdonarla. Lo importante es que se tomen soluciones de emergencia que permitan a muchos de estos países sacar la cabeza del agua, pero también se tienen que ir poniendo ya las bases de soluciones a largo plazo"
"El desafío es hacer entender que la economía tiene que ver con la vida cotidiana. Aunque la deuda parece un tema lejano y técnico, sus efectos se sienten en los precios de los productos, en la calidad de los servicios públicos, la falta de oportunidades y el aumento de las desigualdades"
Más tajante fue el papa Francisco en el IV encuentro online de La Economía de Francisco en 2023 donde afirmó que "la economía que mata, que excluye, que contamina, que produce guerra, no es economía
Más tajante fue el papa Francisco en el IV encuentro online de La Economía de Francisco en 2023 donde afirmó que "la economía que mata, que excluye, que contamina, que produce guerra, no es economía
| Marta Isabel González Álvarez @migasocial
Cuando oímos economía, muchos desconectamos. Más si se trata de macroeconomía. Pero hacemos mal pues como cristianos tenemos una responsabilidad especial y debemos formarnos, reflexionar y actuar en base a lo que la conciencia nos dice, iluminada por la fe, el ejemplo de Jesucristo y la Doctrina Social de la Iglesia (DSI).
Este Jubileo 2025 es un año especial para hablar de economía. Ya en el Levítico y el Deuteronomio se indica que es un tiempo especial de liberación de esclavos, devolución de tierras a sus propietarios y perdón de deudas, fomentando la justicia social.
San Juan Pablo II en el Jubileo del 2000llamó a la cancelación de la deuda externa de los países más pobres y abordó las desigualdades globales pidiéndonos pensar en “una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones” (Tertio millennio adveniente, 10 de noviembre 1994, nº 51) Papa Francisco hizo, en su bula para este año Jubilar 2025, una llamada mundial por la justicia y las reformas financieras transformadoras con la esperanza de ayudar a las comunidades agobiadas por una deuda insostenible. “Hay otra invitación apremiante que deseo dirigir (...) dirigida a las naciones más ricas, para que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas (...) Si verdaderamente queremos preparar en el mundo el camino de la paz, esforcémonos por remediar las causas que originan las injusticias, cancelemos las deudas injustas e insolutas y saciemos a los hambrientos.” (Spes non confundit , 9 de mayo 2024, nº 16)

Este 2025 en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio, hay una cita internacional especial para tocar estas cuestiones: la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU (4FfD), clave para la movilización de las políticas y los recursos para el desarrollo por parte de la comunidad internacional para lograr el desarrollo sostenible y un momento especial para hacer esta petición de cancelación de la deuda externa.
Como afirma Mª Luz Ortega Carpio, doctora en Económicas y Empresariales, profesora de Organizaciones Económicas Internacionales en la Universidad Loyola de Sevilla, “en el contexto actual de retroceso de la cooperación internacional y la ayuda debemos reclamar a los países ricos un cambio de rumbo para que por una parte aumenten y no disminuyan los recursos financieros y en segundo lugar para estos vayan destinados a romper ese círculo de pobreza y que la deuda externa de muchos países es una carga insostenible, pues les limita su capacidad de invertir en áreas clave como son la educación, la salud, infraestructuras y desarrollo sostenible. El deseo de la Iglesia en este Jubileo 2025, responde a una visión de justicia social y solidaridad global”.
Y tenemos la suerte de que esta cita internacional se celebre en Sevilla y “como cristianos españoles una oportunidad para involucrarnos en un tema que tiene implicaciones trascendentales para el futuro de la humanidad, mostrando nuestra solidaridad con los países en desarrollo y abogando por políticas de financiamiento que no perpetúen las desigualdades, sino que promuevan un desarrollo humano integral. Pero además,- afirma Ortega - podemos contribuir a un diálogo más informado y comprometido dentro de nuestras comunidades y grupos de iglesia, motivando a otros a que actúen con responsabilidad y generosidad. Esto es parte de lo que significa vivir nuestra fe en el mundo contemporáneo. Esto nos recuerda que nuestras decisiones económicas deben reflejar el compromiso con la dignidad humana y el bien común”.
Una crisis urgente
Caritas Internationalis en su campaña jubilar “Transformar la deuda en esperanza” explica que el mundo se enfrenta a una crisis de endeudamiento urgente pero silenciosa. En más de 100 países los gobiernos gastan más en el pago de la deuda pública que en servicios esenciales como sanidad o educación. El 65% de esa deuda está en manos de prestamistas privados, frenando el desarrollo y las posibilidades de mitigar los efectos del cambio climático. En el caso de las naciones de renta baja, el 60% se acerca a una situación de endeudamiento, lo que limita su capacidad para invertir en el futuro de la población. A medida que los reembolsos de la deuda superan el gasto en sanidad y educación, según la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), 3.300 millones de personas de los 7.200 millones que habitamos este mundo, se ven privadas de servicios vitales, agravando la pobreza y la desigualdad. Mientras que el 80% de la nueva deuda mundial, en 2023, procedía de los países ricos, las naciones en desarrollo se enfrentan a los costes más elevados, con tipos de interés hasta 12 veces superiores.

África, que sólo posee el 2% de la deuda pública mundial, soporta algunas de las cargas de reembolso más pesadas. El aumento de la inflación, los préstamos injustos y las crisis económicas, han estirado aún más los recursos, dejando a las naciones más pobres incapaces de invertir en su gente y en su futuro. Como nos recuerda la Doctora y experta en Economía Política del Desarrollo profesora de la UCM Elena Pérez Lagüela “En el caso de África, la magnitud de la deuda, su origen y sus consecuencias son el reflejo de un orden internacional asimétrico, del modelo de desarrollo que lo genera, y de dinámicas de intercambio desigual a las que ha estado históricamente sometido el continente. El stock de deuda en el continente no ha dejado de aumentar desde entonces, de modo que, en la actualidad, y según cifras de la UNCTAD (2024), 768 millones de personas viven en países africanos que se ven obligados a gastar más en deuda que en desarrollo”
Este desequilibriorepercute en las personas más vulnerables. Las familias se quedan sin acceso a la sanidad, los niños se ven obligados a abandonar la escolarización y las comunidades están mal preparadas para los desastres climáticos. “Por eso desde Cáritas Internationalis - nos recuerda, Alfonso Apicella responsable de Campañas e Incidencia Global - pedimos tres cosas: la inmediata cancelación y reestructuración de las deudas injustas e insostenibles, sin imponer condiciones económicas perjudiciales que recaigan en los más pobres; una reforma financiera a largo plazo que dé prioridad a las personas y al planeta, creando sistemas que sean justos, sostenibles y libres de prácticas crediticias depredadoras; la creación de un marco de deuda global, basado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos.”
"Marta Pedrajas: Es una injusticia global, un problema económico y político, pero sobre todo un atentado contra la dignidad humana"
Como asegura Marta Pedrajas, valenciana, doctora en Filosofía y economista especializada en desarrollo humano y sostenible: “el problema de la deuda externa viene de hace muchas décadas, pero hoy hay una crisis de endeudamiento muy grave, aumentada por los efectos de la pandemia y los conflictos de los últimos años. Esto es una injusticia global, un problema económico y político, pero sobre todo un atentado contra la dignidad humana.”

Pedrajas explica que “a nivel internacional se están trabajando y negociando diferentes propuestas y soluciones internacionales para poner en marcha reformas que garanticen la sostenibilidad de la deuda, renegociar deuda, programas de canje de deuda por desarrollo, suspensión de deuda, y por qué no, cancelar deuda. Es muy importante que estas decisiones se tomen como fruto de procesos participativos, donde estén los países acreedores y deudores, donde estén los organismos internacionales y donde se respete la normativa internacional, pero también con una mirada de solidaridad y de bien común global.”
Por eso, sigue Pedrajas “la 4FfD de Sevilla es un momento importantísimo porque reúne a todos los países y los organismos internacionales en la misma mesa. Uno de los capítulos que se va a trabajar es la deuda externa y el marco de sostenibilidad de la deuda. Se pueden tomar decisiones muy necesarias e importantes para la vida de millones de personas que viven en países muy pobres y están altamente endeudados. Pero hay situaciones de indignidad humana, donde éticamente no se puede hablar de negociación, ¿negociar, el qué? ¿el futuro, la vida, la esperanza? Son situaciones extremas que impactan en la vida de millones de personas y que no suponen tanto para un país rico, o para un organismo internacional, por lo que es justo exigir que se haga directamente una cancelación de deuda. Es una oportunidad histórica para trabajar todos juntos estos temas.”

Marta recuerda, “no es un problema sólo de los gobiernos y de las instituciones. Es un problema que afecta a toda la sociedad, de todos los países. Si hay pobreza, si hay desigualdad, si hay cambio climático, si hay injusticias en cualquier parte del mundo, nos afecta a todos. Y la Iglesia tiene que estar presente, porque es la voz de los más favorecidos, de los que no tienen silla ni representación. La Iglesia tiene voz propia, tiene experiencia, está comprometida desde hace siglos y ahora también tiene algo que decir. Es muy importante que los cristianos estén presentes en todos los ámbitos, puede que pasen desapercibidos, como pequeña sal de la tierra, pero que promuevan una lógica totalmente diferente de actuar, de decidir, que es la del Evangelio y el bien común. Es muy importante que la Iglesia, que tiene otra lógica universal, muestre su apoyo a las instituciones multilaterales. Con voz propia, y con espíritu crítico y libre, pero aportando siempre en la construcción de un mundo donde sea defendida la dignidad, la vida y la libertad de los más vulnerables”.
La cita de Sevilla no es la única. “Hay toda una agenda internacional donde los gobiernos, las instituciones, la academia, la sociedad civil se reúnen para tratar distintos temas económicos, políticos, financieros, medioambientales, Cada uno tiene su valor añadido, y en todos hay que estar presente. Es clave la conferencia de Sevilla, pero también a Cumbre de Desarrollo Social de Catar, el G20 de Sudáfrica y la COP30 de Belem (Brasil). Cada año tiene su afán, y este año es también de Jubileo 2025, se tiene que notar”, asegura Pedrajas.
"Como perdonamos a nuestros deudores"
Como asegura Ortega “uno de los principios clave de la DSI es que el trabajo dignifica a las personas y el sistema económico debe garantizar que todos tengan acceso a una vida digna, sin discriminaciones, promoviendo la justicia social. La cancelación de la deuda sería un paso hacia una verdadera economía de paz, justicia y esperanza. Pero lo cierto es que “vivimos en países “desarrollados” donde predomina una visión individualista y economicista centrada, sobre todo, en el consumo y el beneficio personal, lo que a menudo choca con los valores de la DSI. Nos dejamos llevar por la lógica del mercado que promueve el consumismo, la competencia desmedida y la rentabilidad económica a corto plazo sin considerar los efectos que tiene sobre las personas más vulnerables, las generaciones futuras o el planeta”.
Pedrajas es clara: “la economía, el sistema financiero, la política, el trabajo... todo debe estar al servicio de la persona, y no al revés. La persona está en el centro. Esto es la base de la DSI desde los tiempos de León XIII y que se ha ido desarrollando a lo largo del último siglo. Es una magnífica señal que nuestro nuevo Papa tome el nombre de León XIV, por lo que inspira y alienta a continuar trabajando por esta dignidad central de la persona en el mundo de hoy, tan convulso y cambiante”

Pero debemos siempre tener presente que “temas como la cancelación de la deuda externa no son sólo una cuestión política o económica, es una cuestión de derechos humanos, de respeto a la dignidad humana. Gran parte de la población mundial aún vive al margen de las oportunidades de desarrollo. Lo que Paul Collier llamaba hace quince años “el club de la miseria” para describir a los mil millones de personas que siguen viviendo en pobreza extrema. La Iglesia siempre ha estado cerca de los pobres, quienes sufren, los vulnerables y sigue haciéndolo. Es necesario, pero hay que complementarlo con la presencia en la política internacional donde se toman las decisiones económicas a nivel mundial y donde se pueden cambiar las normas de un sistema económico y financiero que ahoga a los países y las poblaciones más pobres. La Iglesia está ahí con los principios de la DSI, el lenguaje de hoy y haciendo propuestas al máximo nivel en las instituciones de hoy, en el mundo de hoy. Eso también es la Iglesia.” afirma Pedrajas.
La deuda ecológica en un mundo desigual
Eduardo Agosta Scarel, O. Carm, director del departamento de Ecología Integral de la CEE es también teólogo, físico y Doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos y nos aclara la cuestión de la “verdadera deuda ecológica”, mencionada en Laudato si’ y en Spes non confundit. “Esta deuda surge de desequilibrios comerciales con impactos ambientales y del uso históricamente desproporcionado de los recursos naturales por parte de algunas naciones ricas y representa una nueva forma de inequidad que requiere atención urgente en la búsqueda de justicia global y sostenibilidad planetaria”.
Lo que implica la “deuda ecológica” es que “a lo largo de los siglos, las naciones industrializadas han explotado de manera desmedida los recursos naturales, provocando una degradación ambiental irreversible. Esta explotación ha beneficiado a una minoría, mientras que la mayoría sufre las consecuencias en forma de una crisis climática y ecológica que amenaza la vida y el bienestar de las generaciones actuales y futuras”, explica Agosta.

Para Eduardo en Sevilla la voz de la Iglesia se escuchará en los eventos paralelos oficiales y otros encuentros organizados por organizaciones católicas nacionales e internacionales y junto a la CEE, el Arzobispado de Sevilla y es que se entremezcla “la DSI, con sus valores católicos sobre la justicia económica, la indulgencia y el cuidado de la creación, y los objetivos específicos de esta cita internacional. Hay tres importantes puntos de convergencia entre ambos enfoques: la cuestión de la deuda externa y la justicia económica; la deuda ecológica y el cuidado de la creación; y la imperiosa necesidad de reformar el sistema económico y las ayudas al desarrollo”.
Agosta señala que “documentos de la Doctrina Social como Laudato Si’ y Evangelii Gaudium postulan que la degradación ambiental y la explotación desmedida de los recursos constituyen una “deuda ecológica”. Las naciones industrializadas, históricamente responsables de gran parte de esta degradación, tienen la obligación moral de contribuir a la reparación y a una transición hacia modelos sostenibles. En Sevilla, la Iglesia hará hincapié en la necesidad de financiar acciones para mitigar y adaptarse al cambio climático, reconociendo la urgencia de reparar el daño ambiental causado por prácticas insostenibles. La reparación de la deuda ecológica es indispensable para corregir injusticias históricas y promover la sostenibilidad ambiental”.
¿Y si no cancelamos la deuda externa?
Pedrajas es realista: ”probablemente en 2025 avancemos con algunas medidas para aliviar esta crisis de endeudamiento. Pero no resuelve el problema estructural. Los países se endeudan para poder industrializarse, para que su economía avance, como se endeudan las personas para comprarse una casa o pagarse unos estudios. El problema es cuando tu deuda viene de muchas generaciones atrás, y tú estás atrapado en ella. Lo poco que tienes lo tienes que dedicar a pagar intereses de esa deuda. Esta deuda hay que suspenderla, renegociarla, canjearla, o directamente perdonarla. Lo importante es que se tomen soluciones de emergencia que permitan a muchos de estos países sacar la cabeza del agua, pero también se tienen que ir poniendo ya las bases de soluciones a largo plazo. Esto lleva muchas veces cambios legislativos e institucionales, que no son tan rápidos, requieren parlamentos, constituciones, etc. ¡Pero se puede empezar ya! Y está claro: también es necesario que los países endeudados tomen las medidas necesarias para gestionar su propia deuda. Deben asumir su responsabilidad y poner en marcha las reformas necesarias para que su política y su economía sea más democrática, más transparente y eficaz”.

Para Mª Luz Ortega está claro: “si en 2026 seguimos sin haber cancelado la deuda de los países empobrecidos, estaríamos ante una oportunidad perdida para corregir una de las injusticias más grandes del sistema financiero global. La persistencia de esta deuda mantendría a muchos países atrapados en un ciclo de pobreza y dependencia económica. Estaríamos fallando en nuestra responsabilidad global de promover un mundo más justo y equitativo. Tendría consecuencias graves tanto para los países más pobres como para la comunidad global en su conjunto, sobre todo destaco cuatro: perpetuación de la pobreza; aumento de la inestabilidad política y social; mayor concentración de riqueza y desigualdades; y un retroceso en las metas de desarrollo sostenible especialmente los relacionados con la erradicación de la pobreza, la salud, la educación de calidad y el medioambiente.
Ortega asegura que “el desafío es hacer entender que la economía tiene que ver con la vida cotidiana. Aunque la deuda parece un tema lejano y técnico, sus efectos se sienten en los precios de los productos, en la calidad de los servicios públicos, la falta de oportunidades y el aumento de las desigualdades. Si alguien tiene dificultades para visualizarlo, se puede hacer una analogía con una familia que vive con deudas y no puede invertir en mejorar su hogar o en la educación de sus hijos debido a los pagos mensuales que debe hacer. Vivimos en un mundo interconectado, y la inestabilidad de los países empobrecidos afecta a la estabilidad global. La deuda externa es un desafío colectivo para toda la humanidad. Al educar sobre estos temas, podemos inspirar un sentido de responsabilidad compartida, donde todos nos sintamos llamados a trabajar por un sistema económico más justo, solidario y sostenible.”
Más tajante fue elpapa Francisco en el IV encuentro online de La Economía de Francisco en 2023 donde afirmó que "la economía que mata, que excluye, que contamina, que produce guerra, no es economía: otros la llaman economía, pero es solo un vacío, una ausencia, es una enfermedad, una perversión de la economía misma y de su vocación”.
Marta Pedrajas pertenece al HUB España y asegura que desde esta nueva Comunidad Global “estamos trabajando por el cambio en la economía, por poner a la persona en el centro y por poner la economía al servicio de las personas como recoge el Pacto del Papa con los jóvenes y changemakers de 2022. Lo estamos poniendo en marcha con liderazgo de jóvenes economistas, empresarios y agentes de cambio”.

La Declaración de Sevilla
Preparando la 4FfD se celebró el 11 de marzo en Sevilla la jornada “¿Deuda o Desarrollo? Financiación para el Desarrollo y la Doctrina Social de la Iglesia”, organizada por la Universidad Loyola, el departamento de Ecología Integral de la CEE y la archidiócesis de Sevilla en colaboración con el Instituto de Desarrollo-Fundación ETEA de la Universidad Loyola, la alianza Enlázate por la Justicia (Cáritas, Cedis, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES) y el HUB España de La Economía de Francisco (EoF-The Economy of Francesco). Su declaración final o “Declaración de Sevilla” disponible en inglés, francés e italiano, recoge seis propuestas:
1. Cancelación o reestructuración de la deuda para liberar a los países más vulnerables del sobreendeudamiento.
2. Canjes de deuda (debt swaps) por inversiones en salud, educación, seguridad alimentaria y medioambiente.
3. Mayor regulación y transparencia en el endeudamiento internacional, que prevean crisis de deuda futuras, evitando condiciones perjudiciales para los países deudores y garantizando condiciones de vida digna de sus ciudadanos.
4. La creación y dotación de sistemas justos de financiación climática, que reconozcan la deuda ecológica de los países desarrollados con los países más vulnerables.
5. Un marco multilateral inclusivo y equitativo, donde todas las partes involucradas en las crisis del endeudamiento soberano tengan voz y representación.
6. Una economía centrada en la persona humana, inspirada en la justicia y la solidaridad, que reconozca la dignidad de todo ser humano y promueva modelos económicos basados en el bien común, el respeto a la naturaleza y la equidad global.

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