La monja franciscana, de 85 años, sale cada mañana a recorrer las calles Otilia: el ángel de la guarda de los sin techo de Ourense durante la pandemia

Otilia: el ángel de la guarda de los sin techo de Ourense durante la pandemia
Otilia: el ángel de la guarda de los sin techo de Ourense durante la pandemia Brais Lorenzo (Efe)

"Reparto desde que llevo jubilada. La comida que sobra, fruta, pan, todo lo que hay la llevo al día siguiente para repartir"

Basta acercarse cualquier mañana sobre las 11 por las calles del casco histórico para conocer la labor desinteresada que realiza esta monja franciscana que reparte las piezas de pan, fruta o cualquier otro alimento con la ayuda de su carrito, el cual empuja con tesón

Otilia es una monja gallega y a sus 85 años se ha convertido en una suerte de ángel de la guarda de las personas sin hogar de la ciudad de Ourense, en especial en este año marcado por la dureza de pandemia que amenaza con agravar todavía más la situación de las personas que están en riesgo de exclusión social.

Cada mañana esta mujer sale a la calle con su hábito, dispuesta a aportar su grano de arena entre los más necesitados, haga sol o llueva, labor que no le resulta ajena después de década y media dando esperanza a los más pobres.

Basta acercarse cualquier mañana sobre las 11 por las calles del casco histórico para conocer la labor desinteresada que realiza esta monja franciscana que reparte las piezas de pan, fruta o cualquier otro alimento con la ayuda de su carrito, el cual empuja con tesón.

"Con agua y pan no muere nadie"

"Reparto desde que llevo jubilada. La comida que sobra, fruta, pan, todo lo que hay la llevo al día siguiente para repartir", explica Otilia, sabedora de que su labor es, si cabe, todavía más importante en este año de pandemia marcado por la crisis económica, sanitaria y social.

Otilia, la monja gallega que ayuda a las personas sin hogar.

Otilia, la monja gallega que ayuda a las personas sin hogar.BRAIS LORENZO (Efe)

Haciendo suyo el dicho de que "con agua y pan no muere nadie", regala en cada entrega un poco de conversación a estos ciudadanos, que se muestran agradecidos por ese pequeño gesto, que puede suponer comer ese día.

Uno de los beneficiarios, que prefiere no desvelar su nombre, ofrece su testimonio sobre estos convulsos tiempos. "En el año y medio" que lleva en la calle, este hombre, que era técnico de sonido, confiesa que vive de las ayudas que le prestan personas como Otilia y de entidades sociales como Cruz Roja.

Los efectos de las vacas flacas también se han dejado notar en las limosnas. "Hay días en que se saca muy poco. Si antes tenías bastante para pasar el día, ahora no llega", apunta este señor. Desde que comenzó la pandemia, las colas del hambre se han disparado no sólo en Orense sino también en el resto de ciudades gallegas y en España.Tan sólo en el último año, Cruz Roja ha atendido a más de tres millones de personas, más de 111.000 en el caso de Galicia.

La religiosa gallega reparte comida por las calles de Ourense

El perfil de personas que acude a estas entidades como Cáritas o Cruz Roja y grupos parroquiales ha cambiado y ya se estima que casi la mitad de personas que pasa por estas instalaciones "nunca" habían tenido que solicitar este tipo de ayudas.

El perfil que llega es similar, y a las personas vulnerables ahora se suman casos de familias que se han encontrado con esta situación "sobrevenida" y "sin capacidad de ahorro", explica la coordinadora provincial de Cruz Roja Marisa Casero.

Trabajadores en ERTE, personas que se ha quedado sin trabajo o con un empleo en precario, son sólo algunos perfiles que han recibido en este año complejo donde se han multiplicado las necesidades básicas de alimentos o higiene, prosigue. A estas problemáticas, la coordinadora suma la brecha digital. "Es gente que no tiene medios o que los tiene muy limitados".

En la misma línea, Óscar Diéguez, coordinador del programa de acogida integral y empleo de Cáritas, coincide en que el perfil ha cambiado "bastante" por la Covid-19.En su caso, reconoce que cerca del "45% de personas nunca" habían tenido que recurrir a este tipo de ayudas.

Otilia, la religiosa de Ourense

"Hay quienes están trabajando o en ERTE y que están teniendo problemas para cobrar la prestación", explica. Entre los sectores especialmente castigados, hace especial hincapié en la difícil situación que atraviesan profesionales de la hostelería, así como servicio doméstico y pequeño comercio.

Muchas de las personas que acuden son "parejas con hijos" (30 por ciento, concreta) y también familias monoparentales a las que no les llegan los ingresos.Todo un desafío para estas entidades que redoblan esfuerzos para atender la elevada demanda, mediante el reparto de alimentos, ayudas para el pago de suministros y también a través de orientación laboral y formación para facilitar la búsqueda de empleo que les permita salir de la situación de precariedad.

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