La religiosa tucumana y el padre Ángel, de nuevo en Kiev, sueñan con un hospital de campaña Sor Lucía Caram: "En la frontera, me sentí como una herida de guerra. Vi lo que significaba el drama de la guerra de Ucrania y decidí que tenía que volver"

El padre Ángel y sor Lucía, en Ucrania
El padre Ángel y sor Lucía, en Ucrania @AnaPalacios

"En una guerra todos pierden (...). Es necesario que se les ayude y que estemos a su lado, como es necesario que estemos al lado de todos los que sufren a causa de esta guerra, de un lado y del otro"

"La paz no se va a construir con las armas, aunque sea legítima la defensa; la paz se va a construir sin dinamitar los caminos de diálogo y de entendimiento"

"El pueblo ucraniano ha perdido ya una generación entera: jóvenes mutilados, con problemas mentales, agotados, padres que han perdido a sus hijos. Lo que se reclama de nosotros es ayuda humanitaria. Cada vida es importante y cada vida cuenta"

"En el último viaje, visitando heridos en Kiev, nos suplicaron que pudiéramos construir un hospital de campaña. Mucha gente se muere en el campo de batalla, o en ciudades que son atacadas porque no pueden ser atendidos de manera inmediata en un hospital de referencia que tenga las condiciones"

"Francisco me dice que a veces es más fácil contemplar a Jesús en el Tabor o en la Resurrección que no en Getsemaní y en la agonía, y que admira el trabajo que estamos haciendo"

Colabora con la Fundación del Convento de Santa Clara y Mensajeros de la Paz, o enviando un Bizum al 05122

"En una guerra todos pierden (...). Es necesario que se les ayude y que estemos a su lado, como es necesario que estemos al lado de todos los que sufren a causa de esta guerra, de un lado y del otro". Sor Lucía Caram, junto al padre Ángel, ya se encuentran en Kiev, 'celebrando' el primer aniversario de la invasión ordenada por Putin contra Ucrania.

Un viaje, el 16 que ha hecho a lo largo de estos doce meses, con un objetivo claro: conseguir un hospital de campaña para los más golpeados por una guerra que parece no tener fin. Un "reto" difícil, pues necesitan dos millones de euros. Pero para el que cuentan con el mejor aliado: el Papa Francisco, que sigue muy de cerca los pasos de estos dos gigantes de la solidaridad: "Él nos anima a seguir haciendo corredores humanitarios y a seguir trabajando por la paz. El dice que tiene una herida abierta muy grande, y que sufre por todas las víctimas. Su cercanía nos da fuerza", asegura sor Lucía.

Un año desde el comienzo de la guerra... ¿dónde estabas cuando Putin invadió Ucrania?

-Cuando estaba en Manresa, me encontraba con dos personas de Ucrania que me manifestaron su preocupación, y decidimos convocar una plegaria que fue un éxito, vino muchísima gente. El mismo 24 a la noche lo siguió mucha gente desde los búnkeres, por streaming. Eran familiares de personas que teníamos acogidas aquí. Al día siguiente, a la tarde, hubo una manifestación en Manresa en la que participamos, y pude ver el dolor, la desesperación y la angustia que estaban viviendo, porque las persaonas que se estaban manifestando allá, ya tenían familiares y amigos que habían sido heridos o impactados por los primeros golpes de esa guerra que acababa de desatarse.

Sor Lucía, en Ucrania
Sor Lucía, en Ucrania

¿Cuándo decidiste embarcarte en la aventura de ayudar a este pueblo? ¿Por qué?

-Esa misma semana estaba muy preocupada, y una de esas personas, Ina, que había venido en 2014, me dijo que su madre quería salir del país. Empecé a darle vueltas en la cabeza, un voluntario me dijo que si quería que la acompañara, y no lo dudé. El día 2 de marzo nos pusimos en camino hacia Moldavia. Cuando estábamos llegando nos dijeron que esta persona no había podido salir por el tema de los bombardeos, pero me pedían que buscara a otras persoans. Estuvimos por Siret, en Rumanía, buscando durante mucho tiempo a estas personas, y en la furgoneta nos traímos finalmente a seis: unas madres con sus hijos. En la frontera de Siret, en Rumanía, quedé como herida de guerra. Vi lo que significaba el drama de esta guerra y decidí que tenía que volver.

¿Cuál es la realidad del pueblo ucraniano?

-El pueblo de Ucrania es muy patriota, pero en este momento ha sido invadido, se siente agredido, tiene pocos recursos, lleva mucho tiempo viviendo en situación de pobreza. Esta guerra empezó en el 2014-15, y en este momento están sufriendo muchísimas bajas. El espíritu lo mantienen alto, diciendo que la victoria será de ellos, pero yo creo que en una guerra todos pierden. Y es necesario que se les ayude y que estemos a su lado, como es necesario que estemos al lado de todos los que sufren a causa de esta guerra, de un lado y del otro. En un momento en que aumenta la cantidad de armas que se están enviando para allá, entendamos que la paz no se va a construir con las armas, aunque sea legítima la defensa; la paz se va a construir sin dinamitar los caminos de diálogo y de entendimiento. Aquí había un pequeño fuego encendido, al que se tiró gasolina y se ha hecho un incendio imparable, que no sabemos cuándo va a acabar. El pueblo ucraniano ha perdido ya una generación entera: jóvenes mutilados, con problemas mentales, agotados, padres que han perdido a sus hijos. Lo que se reclama de nosotros es ayuda humanitaria. Cada vida es importante y cada vida cuenta.

¿Qué podemos hacer por ellos? Háblanos de la campaña con Mensajeros de la Paz...

-Los heridos nos han pedido y suplicado, primero, que lleváramos ambulancias, para poder rescatar a los que estaban en el campo. Después, las ambulancias no podían entrar, y enviamos algunas pick-up. Junto con el padre Ángel, lanzamos un reto, nos propusimos enviar 30 ambulancias y al final llevamos 84, desfibriladores, equipos de rescate, muchísimos medicamentos, ayuda humanitaria... En el último viaje, visitando heridos en Kiev, nos suplicaron que pudiéramos construir un hospital de campaña. Mucha gente se muere en el campo de batalla, o en ciudades que son atacadas porque no pueden ser atendidos de manera inmediata en un hospital de referencia que tenga las condiciones.

Hemos aceptado el reto con mensajeros de la Paz, y estamos trabajando por ello. El reto del hospital cuesta casi dos millones de euros. Pero cada día se puede operar en ellos entre 15 y 20 personas, tienen una UCI, una vez que se les estabiliza se les puede llevar a otros hospitales. Cada vida cuenta, para nosotros es importante y por eso hacemos un llamado a la solidaridad, para que entre todos podamos sumar con nuestras aportaciones, haciendo un donativo dessde la página web de la Fundación del Convento de Santa Clara y Mensajeros de la Paz, o haciendo un Bizum al 05122. Confiamos que vamos a poder comprarlo, porque cada vida cuenta, porque hay muchas bajas, porque hay muchas vidas jóvenes, y porque es justo que nos movilicemos para ello.

Has hablado con Francisco de la guerra. ¿Qué siente el Papa?

-Este es el viaje número 16, en el que vamos con un corredor humanitario, llevando de regreso a unos heridos... En cada uno de los viajes el Papa Francisco me ha escrito apoyándonos, ha grabado algún vídeo dándonos las gracias. Él me dice que a veces es más fácil contemplar a Jesús en el Tabor o en la Resurrección que no en Getsemaní y en la agonía, y que admira el trabajo que estamos haciendo. También dice que cuando los sistemas cambian la ternura y el tender las manos para acariciar por hacer el mal, nace la crueldad. Y en esta guerra estamos viendo lo que es la crueldad. Él nos anima a seguir haciendo corredores humanitarios y a seguir trabajando por la paz. El dice que tiene una herida abierta muy grande, y que sufre por todas las víctimas. Su cercanía nos da fuerza.

Semana RD: Diez años del pontificado
Volver arriba