"Interesa que haya pobres y delincuentes. Son muy rentables para algún sistema" La cárcel y las Navidades: Veo algo de esperanza. Veo pedagogía

Alambre de espino en los muros de una prisión
Alambre de espino en los muros de una prisión Pawel Czerwinski

La cárcel deja marcas en el alma bien difíciles de curar para la persona concreta, para  toda una familia y para toda una barriada. Y la ciudad se vuelve más triste. La cárcel, cómo solución terapéutica, agrava y complica siempre la condición humana de esa  persona que entró allí, no bien cumplida la mayoría de edad

Nuestra misión es: rehabilitación, resocialización, reeducación, reintegración. Pero, ¿para dónde? ¿Para un sociedad sin alma que lo/la va a situar en unas condiciones peores de aquellas que ya generaron su conducta enferma, pobre, o sin oportunidades que crearon su delincuencia?

No soy jurista ni me muevo en ese mundo. Voy a la cárcel cada semana desde hace quince años cómo voluntario y desde allí quiero expresar mi esperanza.

¡Qué pena de chicos jóvenes, ellas y ellos! “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles. Odia el delito y compadece al delincuente” (Concepción Arenal).

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Esta semana, tiempo de Nadal y fiestas familiares, algo me dio esperanza: “El juez de lo Penal 2, Jorge Hernández García, accedió a la suspensión de pena, pero realizó una explicación muy didáctica al acusado: «Esto no es una amenaza, pero quiero que le quede claro que no es que la pena no se cumpla; si vuelve a delinquir regresará a prisión, porque me veré obligado a revisar mi decisión». También le recomendó alejarse del mundo delictivo: «Y me refiero a todo tipo de delitos, desde una conducción sin carné, a una pelea, un hurto...», fue relatando el titular del juzgado a un acusado que ayer tuvo que regresar a prisión desde el juzgado, donde por la tarde se realizaría el trámite para su puesta en libertad. (La Voz de Galicia, sección de Ferrol. 06 dic. 2023).

Quiero pensar que este señor juez, además de saber mucho de leyes, tiene hijos. Enhorabuena! 

La cárcel deja marcas en el alma bien difíciles de curar para la persona concreta, para  toda una familia y para toda una barriada. Y la ciudad se vuelve más triste. La cárcel, cómo solución terapéutica, agrava y complica siempre la condición humana de esa  persona que entró allí, no bien cumplida la mayoría de edad.

En la cárcel están los pobres
En la cárcel están los pobres

Y no es culpa del funcionariado penitenciario, a quien trato muy de cerca. Salvo posibles excepciones, muy contadas, son excelentes profesionales, vocacionados y competentes. En la sociedad no siempre les reconocemos su difícil labor. Ellos y ellas saben muy bien que delante tienen una persona, muy triste y muy rota en la vida. Necesitada de afecto, comprensión y respeto. Esa interna o interno habrá perdido todo en la vida, incluida la propia valoración y va a ver que todo se desmorona y se le viene encima. Pero en una sociedad justa nunca podemos anular su dignidad de persona. Y con frecuencia estamos mucho más abajo del proceder equivocado de ese hombre, mujer, anciano o adolescente.

Nuestra misión es: rehabilitación, resocialización, reeducación, reintegración. Pero, ¿para dónde? ¿Para un sociedad sin alma que lo/la va a situar en unas condiciones peores de aquellas que ya generaron su conducta enferma, pobre, o sin oportunidades que crearon su delincuencia?

La delincuencia se crea en la sociedad que todos nosotros tenemos organizada. Hoy es el día de la Constitución. ¿Y que ejemplaridad hemos recibimos de “los padres de la Patria”?

Porque, no nos equivoquemos. La delincuencia se crea en la sociedad que todos nosotros tenemos organizada. Hoy es el día de la Constitución. ¿Y que ejemplaridad hemos recibimos de “los padres de la Patria”? En la cárcel hay gente, mucha, que no “abre su boca” como algunos próceres aforados/as. Lo hemos oído y visto públicamente por TV. 

Ya puede ser el problema psiquiátrico más profundo o proceder del medio social más desestructurado. Ya puede desde antes de nacer tener una historia de miseria o de pobreza, sin escuela o sin sanidad. En la sociedad seguimos clamando alto e inmisericordes, sin ir a las raíces: “Que lo metan en el ‘caldero’ y que se pudra en la cárcel!”. Y si es de hambre y frío mejor”. 

Cárcel
Cárcel

No. La cárcel no es el medio adecuado para todo. Sirve para muy pocas cosas y causas. Lo dicen desde hace mucho tiempo los entendidos. La sociedad tomamos la cárcel cómo la única solución para todos los problemas de “desviación social”. Lo de la rehabilitación y reinserción social, (art. 25, 2, de la Constitución), ¿eso no cuenta para nada?

Hay un clamor: Otra justicia es posible. Otra sociedad es posible. Otra escuela es posible.  Otra sanidad es posible. Otra economía es posible. Otra ciudad es posible. Interesa que haya pobres y delincuentes. Son muy rentables para algún sistema. Está muy analizado por sociólogos, psicólogos, pedagogos. La aporofobia y el odio están en los programas.

Esperanza y humanización

Por eso, como ciudadano, felicito a cuantos  intervinieron positivamente en este caso. Porque por aquí, sí que ya se ve algo de esperanza y humanización.

Y felicito a Bea Abelairas, la cronista, por dar las noticias en clave positiva, buscando siempre “el otro lado de las cosas”: la parte constructiva, para Ir entre todos hacia una sociedad mejor y más justa. ¡Sigue por ahí, amiga! También felicito al abogado de oficio, por su dedicación, según aparece en el relato completo.

Nelson Mandela dixit: “Todas las personas debemos preguntarnos: ¿he hecho ya todo lo que está a mi alcance para lograr una paz y una prosperidad perdurables en mi ciudad, en mi país? La educación es el más grande motor del desarrollo personal. Es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.

Y nosotros, “la sociedad guapa” tomemos  nota.  Algo tendremos que aprender y hacer Hace unos años hubo un eslogan de Cáritas: “¡PONTE  EN SU LUGAR!

¿Y si fuera mi hijo?

¡FELICES FIESTAS EN LIBERTAD!

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