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Hemos alcanzado un triste récord: en el mundo ya hay 100 millones de personas desplazadas a la fuerza
El último domingo de septiembre la Iglesia celebra la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. El tema elegido este año por el Papa Francisco es Construir el futuro con los migrantes y los refugiados. Este día constituye el recuerdo para expresar nuestra preocupación por las diferentes categorías de personas en situación de vulnerabilidad en movimiento; para pedir por ellos mientras se enfrentan a muchos desafíos; y para sensibilizar sobre las oportunidades que ofrecen las migraciones.
El asentamiento de refugiados de Palabek, en el norte de Uganda, en el que MISIONES SALESIANAS trabaja desde su apertura en 2017 es un ejemplo de construcción de este futuro. Es el único abierto en el país africano para recibir a las personas que siguen huyendo de la violencia en Sudán del Sur, y más de 67.000 personas viven en una extensión de 20 kilómetros cuadrados. Cada mes llegan cerca de 2.000 nuevos refugiados. Los misioneros salesianos viven en el asentamiento con las personas refugiadas y proporcionan acompañamiento, atención y la posibilidad de educación en escuelas primarias y en la escuela técnica Don Bosco.
En las escuelas de primaria “también damos de comer a los menores y atendemos a los que tiene alguna discapacidad”. La Escuela Técnica “es un oasis para los jóvenes. Allí aprenden carpintería, soldadura, mecánica, agricultura, costura, energía solar y peluquería. Luego ponen en práctica el oficio para mejorar la situación de sus familias y contribuir a la paz”, asegura el misionero salesiano.
Los misioneros salesianos atienden a más de medio millón de personas desplazadas y refugiadas en el mundo. En Sudán del Sur, en Turquía y Líbano, en Egipto, en Centroafricana, en RD Congo, en Etiopía, en Pakistán, en Kenia, y también en México, en India y, por supuesto, en Ucrania y en los países fronterizos. Atender a los menores, de manera especial a los no acompañados, ofrecer acompañamiento, atención sanitaria, acceso a la alimentación y servicios básicos y, sobre todo, acceso a la educación son nuestras prioridades con la población migrante y refugiada a la que prestamos ayuda en los cinco continentes.
En el último año hemos alcanzado un triste récord: en el mundo ya hay 100 millones de personas desplazadas a la fuerza. Cien millones de historias de niños y niñas, hombres y mujeres, personas mayores, que se han visto obligadas a dejar su hogar y huir para salvar su vida. Muchos de ellos se han convertido en refugiados en otros países, pero otros siguen buscando un lugar acogedor donde comenzar una nueva vida y tener mejores oportunidades.
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