La impagable labor de los capellanes en los hospitales valencianos “Sí, quiero despedirme de mi padre”

Salvador T. P., durante su ingreso
Salvador T. P., durante su ingreso Salvador T. P., durante su ingreso

Salvador T. P. no pudo despedirse de su padre. El funeral fue grabado en vídeo por el capellán quien, al día siguiente visitó a Salvador, “para atender a su cuidado espiritual y humano, que se encuentra en aislamiento estricto”

Más de 60 sacerdotes, personas idóneas y religiosos, “se encuentra volcado en asistir espiritual y religiosamente, en todos los hospitales públicos y privados de nuestra diócesis", así como en residencias y centros para dependientes y discapacitados

La historia de Salvador T. P. es dura, como la de otros muchos. Su padre, también llamado Salvador, ingresó en el Hospital Clínico de Valencia el pasado 23 de marzo a causa de la infección de Covid-19. Ambos lo habían contraído. El hijo fue ingresado en otro hospital valenciano. 

Salvador padre, que pertenecía hacía ya muchos años a la Junta de Honor del Altar del Tossal de San Vicente Ferrer, “no pudo vencer en esta lucha en la que muchos de nuestros amigos, seres queridos y conciudadanos se encuentran, y murió el miércoles 25, día de la Anunciación de Nuestro Señor Jesucristo”, según ha relatado Luis Sánchez, delegado episcopal para la Pastoral de Enfermos y Mayores del Arzobispado de Valencia.

En el cementerio de Benimaclet se celebró un responso íntimo por su eterno descanso rodeado de sus familiares más directos: un hermano, su hija y sus nietas. “Pero faltaba uno, su hijo Salvador, que no pudo asistir a causa de estar en aislamiento por el virus Covid-19”. 

Un responso desde la UCI 

El responso fue presidido por José Antonio Varela, párroco de la Nuestra Señora de la Asunción de Benimaclet, acompañado por Juan José Segarra, párroco de la Santísima Cruz de Alaquàs, capellán del Hospital Clínico de Valencia y amigo de la familia. 

La Iglesia en Valencia, con los enfermos
La Iglesia en Valencia, con los enfermos

Toda la celebración fue grabada en vídeo por el capellán quien, al día siguiente, 28 de marzo, visitó a Salvador, hijo del fallecido, “para atender a su cuidado espiritual y humano, que se encuentra en aislamiento estricto”. 

El capellán “le animó con la esperanza de la resurrección y la vida eterna”, le habló de la grabación del entierro, le preguntó si quería verla y Salvador “no dudó un instante” y dijo: “Sí, quiero despedirme de mi padre”. Durante algo menos de 10 minutos “visionó la celebración de despedida de su padre entre lágrimas. Había silencio y tristeza”. 

Al acabar, Salvador se sintió “profundamente agradecido de haber tenido la ocasión de poder haberse despedido de su padre. Para fortalecer su cuerpo y su alma, Juan José, el capellán, le administró los Sacramentos”. Con la Unción de los Enfermos y el Viático, recibió también la Indulgencia plenaria “uniéndose espiritualmente a la Oración extraordinaria con la bendición ´Urbi et Orbi` que el Papa Francisco había realizado pocas horas antes en la Plaza de San Pedro, en estos momentos de tan gran sufrimiento que estamos viviendo”, ha explicado Sánchez.

“Ésta es una de tantas historias silenciosas sobre la labor de los capellanes de hospital, personas idóneas, religiosas y religiosos que atienden a los enfermos, tratando de llevarles la esperanza de Cristo Resucitado”, ha señalado Luis Sánchez.

Hospital Clínico Universitario de Valencia
Hospital Clínico Universitario de Valencia

Volcados en la asistencia espiritual

El Arzobispado de Valencia y su delegación de Pastoral de los Enfermos y Mayores, con un “gran equipo humano” formado por más de 60 sacerdotes, personas idóneas y religiosos, “se encuentra volcado en asistir espiritual y religiosamente, en todos los hospitales públicos y privados de nuestra diócesis, a la multitud de enfermos que se están infectando por el Covid-19, todos con grandes medidas de aislamiento y muchos de ellos en nuestras UCI”.

Además, “todo este consuelo y esperanza también lo derraman sobre sus familiares y seres queridos, que en estos momentos de gran sufrimiento y amargura muchas veces no pueden ni siquiera visitarlos, ni despedirse de ellos en la hora de su postrer suspiro” y también reciben atención “nuestros esforzados profesionales sanitarios que, con gran riesgo de sus vidas, se dedican a cuidar a tantos pacientes que saturan nuestros centros sanitarios”.

Otros muchos enfermos son aislados en sus domicilios y en las residencias de personas mayores, dependientes y discapacitados: “a todos ellos llega la acción pastoral de la Iglesia gracias a los numerosos sacerdotes, religiosas, religiosos y agentes pastorales que los atienden allí donde se encuentran, aun en medio de grandes dificultades y peligro de contagio. Es el amor de Cristo el que los urge a acudir a nuestros hermanos enfermos”, ha concluido el delegado episcopal.

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