Fátima




Fátima era una niña marroquí de doce años, que llegó hacía sólo dos meses en patera con su madre, pero su madre había muerto en el viaje y ahora Fátima estaba sola. Un colegio público de Albera la acogió con rapidez, si bien aún tenía muchos problemas con el idioma, con las costumbres y su familia estaba en Marruecos.



Como algunos niños se burlaban de Fátima y le daban de lado, había días que la chica estaba más en Cáritas que en el colegio para protegerla, pues los maestros la veían tan desvalida y triste que pensaban que la niña podría hacer alguna tontería.

Fue en Cáritas donde conoció a sor Consuelo, quien no sólo le daba comida y leche, sino que buscó un buen traductor de árabe, para que transmitiera a Fátima que sor Consuelo se encargaría de hallar a su familia en Marruecos, de traer a su padre a Albera, o de devolver a Fátima a Marruecos con su familia si no había más remedio, para que no estuviera más sola.

A continuación, como sor Consuelo no sabía árabe, le hizo a Fátima unos gestos con las manos. La niña sonrió y también le dedicó unos gestos con sus manitas.
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