Romería




Sor Consuelo fue a rezar a la capilla de María Auxiliadora en el convento. Era la romería en Albera y no había alumnas, todas estaban en el llano de la ermita. Salvo una niña, Isabel, que oraba enfrascada de rodillas ante la Virgen.



-¿Cómo no estás en la romería con los demás? -le dijo sor Consuelo.

Isabel se volvió. Estaba llorando.

-Mi madre se ha ido al cielo -dijo.

Y se echó a sollozar al hábito azul de la monjita. Al cabo de unos minutos de desahogo, sor Consuelo le dijo:

-Tu madre ahora está con la Virgen.

Eso reconfortó algo a Isabel. Sor Consuelo añadió:

-Y la Virgen es tu Madre eterna, que nunca te abandonará si la abrazas, estará siempre ahí para auxiliarte.

Parecía que Isabel iba a decir algo.
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