El joven escéptico

     Se acercó a sor Consuelo un joven escéptico ceñudo y le dijo:

     -¿Dios nos ha enviado este virus? Y, ¿por qué no nos libra de él?

     Sor Consuelo se limitó a hacerle otra pregunta:

     -¿Cómo te sientes pensando esas cosas?

     El joven se fue enfadado. Pero al día siguiente volvió.

     -Hábleme de Dios, madre -le dijo-. Ayúdeme a sentirme mejor. 

     La monjita no adoctrinó al joven con discursos. Le llevó consigo a asistir a algunos vecinos de Albera, víctimas del virus. Y el joven se sintió mucho mejor. 

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