"Un principito llegó a decir que lo esencial es invisible a los ojos" Vapor

Gafas empañadas
Gafas empañadas

De niño me quitaba las gafas para ver el mundo empañado. Era fascinante. Cuando un cristal se empaña, el mundo se viste con un velo. Si el vapor lo empaña, lo viste con una niebla gradual que disuelve las formas y suaviza los colores. Se pierde el detalle, la armonía difumina las diferencias.

Lo iluminado no se apaga no, pero acepta atenuar su presencia. Vemos que está ahí, que no ha desaparecido, pero no llama la atención. La calma se apodera de nosotros, como en el ambiente húmedo, cálido y acogedor de una cocina en la que una olla hierve y esparce vapor.

El mundo, si se enciende, nos despierta como al son de una trompeta. Si, por el contrario, está embotado por un cristal empañado, entonces nos recuerda la realidad pero sin evidencia. Entonces podemos meditar, recordar y soñar despiertos. A través de un cristal empañado podemos volver a imaginar: lo que siempre hemos visto con nitidez o lo que desconocemos. Un principito llegó a decir que lo esencial es invisible a los ojos.

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