Europa Laica contra la religión, el pan, trabajo, techo y dignidad



Europa Laica, con enfermiza tozudez, viene reivindicando desde hace años que la religión sea expulsada de la escuela pública, porque dicen que las diferentes convicciones personales, incluidas las creencias religiosas, así como los dogmas de cualquier naturaleza, no son cuestiones a plantear en el ámbito escolar.


Una vez más se equivocan en sus presupuestos ideológicos, porque sí es en la escuela donde deben estudiarse las convicciones y las religiones, con su historia y sus dogmas; cuestión distinta es que se exija la prestación de algún tipo de anuencia o asentimiento a esas convicciones y religiones.


Dicen haber elaborado un contrato para que las fuerzas sociales y sindicales, junto a las formaciones políticas que lo consideren adquieran el compromiso político de “Sacar la Religión confesional de la Escuela”, pero utilizan incorrectamente o como ficción el término contrato, pues es unilateral, es decir, que sería una especie de contrato de adhesión al que el aceptante simplemente se adhiere o no al mismo, pero sin acuerdo de voluntades y, por tanto, carente del consentimiento como resultado de una relación bilateral equilibrada.


Más allá de esta boutade, continúan en su “cruzada” describiendo la utilidad de la escuela como ámbito de aprendizaje, de desarrollo de capacidades, de inclusión, hasta llegar a sostener que la religión discrimina y segrega en función de las convicciones de los padres y madres. De esta fatal incongruencia se deriva que cualquier materia optativa segrega al alumnado, o que para no vulnerar la libre conciencia de los menores, son ellos y ellas las que deben elegir su configuración curricular sin el concurso o intervención de sus padres, dejando a estos como meros espectadores. Quieren obviar el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral acorde con sus convicciones, contenido en el artículo 27.3 de la Constitución Española (CE). ¡Impresionante!




Por otro lado, dicen oponerse a que se imparta religión confesional en la escuela, con mayor razón, desde el momento que la LOMCE ha incluido una materia alternativa y ha impuesto la evaluación que cuenta para el expediente académico; pero mienten porque no desconocen que desde la ya lejana transición, se ha mantenido esa previsión: alternativa, evaluación y nota para el expediente académico. Tal vez se refieran a que esa nota no computaba en el caso de concurrencia de expedientes académicos.


Las siete razones para no matricular a los alumnos en religión y que, ahora sí, quieren que se informe y entregue a las familias, son tan peregrinas como faltas de contenido real:

1 Provoca la segregación del alumnado, en función de las creencias de sus familias, vulnerando el Derecho a la libertad de conciencia.



La optatividad no es segregación, sino libre elección del alumnado que, en función de la edad del mismo, podrá elegir él o sus padres, la configuración curricular. No puede vulnerarse el derecho a la libertad de conciencia del alumnado cuando esa elección la hacen los padres en su minoría de edad. Como tantas otras cosas que eligen los padres que buscan el bien de sus hijos; derecho que les confiere la legislación y el sentido común.


2 Elimina horas lectivas de otras asignaturas.


Es evidente la manipulación de esta falsa razón, pues no se eliminan horas lectivas de otras asignaturas. Deberían explicar qué horas lectivas han sido recortadas por la religión. Cierto es que cualquier asignatura del currículo que fuese eliminada dejaría espacio para otras o para una ampliación de las ya existentes. Esto es una obviedad que no puede definirse como “razón” para la exclusión de la religión.


3 Hay contenidos del adoctrinamiento y proselitismo religioso que entran en contradicción con la razón, la ciencia y con derechos humanos, como la libertad de orientación sexual y la libertad de las mujeres o el origen de la vida y del universo, entre otros.


Otra boutade sin rigor alguno. Las presuntas contradicciones son sólo distintas aproximaciones al mismo hecho, cayendo en la trampa de utilizar los mismos medios y fines para distintas realidades. La contradicción entre razón, ciencia y religión es un hecho indiscutible del pasado que hoy no tiene sentido alguno, y que a modo de ejemplo ya realizó Juan XXIII con su loa al progreso científico y los adelantos técnicos en la encíclica Pacem in terris, texto que reivindica y vigoriza los derechos humanos. La argamasa de conceptos y falta de concreción que utiliza esta presunta “razón” de exclusión, hace incompresible el sentido que pretende darse.




4 La Educación en igualdad de niños y niñas no es compatible con algunos de los dogmas religiosos, en donde la mujer es subordinada, dentro del modelo de sociedad patriarcal que fomentan.


Más de lo mismo, es decir, falta de rigor y concreción de los presupuestos en los que se basa. ¿Cuáles son esos presuntos dogmas en los que la mujer está subordinada? ¿De verdad creen que el sustrato antropológico del cristianismo es de subordinación de la mujer cuando el primer libro del texto bíblico afirma: Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Gn 1:27) ? Eso no significa que no lo haya habido a lo largo de la historia concreta, pero no deja de ser paradójico que imputen subordinación de la mujer y fomento de una sociedad patriarcal, cuando de los 20 miembros de la Junta Directiva, vocalías y colaboradores de Europa Laica, sólo hay dos mujeres, es decir, un 10%, y las dos dentro de la sección secundaria de vocalías.


5 Los dogmas religiosos van en contra del pensamiento crítico y de la autonomía personal.



De nuevo nos encontramos con un “brindis al sol”, pues cualquier persona sensata y mínimamente formada, sabe distinguir los dogmas religiosos de su propio pensamiento crítico y autonomía personal. Tampoco nos dicen qué entienden por pensamiento crítico o a qué se refieren por autonomía personal.


6 Las personas que imparten religión son designadas por los obispados y otros jefes religiosos, en base a su fe y cumplimiento de su doctrina, financiándose con dinero público en el caso de la religión católica.


De nuevo faltan a la verdad, pues al menos las personas que imparten religión y moral católica son “propuestas” por los obispados, no designadas, y lo son, en primer lugar, por sus conocimientos técnicos de la materia. Y obviamente esta enseñanza se financia con dinero público porque se realiza dentro de la función pública docente, como la de otros profesores, en las escuelas.


7 El proselitismo y difusión de la doctrina religiosa, se debe hacer en los lugares de culto o en otros ámbitos. Los centros de Enseñanza deben servir para aprender y no para creer.



Son dos premisas que se reclaman mutuamente. Efectivamente, el proselitismo debe hacerse en lugares de culto y los centros de enseñanza deben servir para aprender (y educar) y no para creer, aunque como afirma Victoria Camps, catedrática de Ética de la Universidad Autónoma de Barcelona: “La educación no está libre de valores. Tiene que ser ideológica. Si educar es dirigir, formar el carácter o la personalidad, llevar al individuo en una determinada dirección, la educación no puede ni debe ser neutra. Las finalidades educativas son valores en la medida en que son opciones, preferencias, elecciones”.


No quisiera terminar dejando pasar la oportunidad de manifestar dos cuestiones:

1. Que la escuela laica no es la que excluye la religión de la misma, sino , la que se conforma incluyendo dos elementos: neutralidad y separación entre el Estado y las Iglesias o confesiones religiosas. Esa separación no significa ruptura o falta de cooperación, como sostiene el artículo 16.3 CE.

2. Que es necesario decir que Europa Laica, en un afán desnortado de epatar, se viene sumando a las marchas de la dignidad, cuyos objetivos son: “Pan, trabajo, techo y dignidad”. Nada más lejos de la realidad y de su verdadera intención; utilizan esta marcha para sus propios fines negando ese pan, trabajo, techo y dignidad a los profesores de religión, a los que nunca han dado alternativa alguna.


Parece evidente la inconsistencia de los postulados dogmáticos de Europa Laica, que ha tomado el laicismo como bandera de exclusión y no de integración.

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