Editorial CCM "Abrazos, no balazos", la utopía de la Guardia Nacional

La Guardia Nacional nace en el momento más aciago de la historia y quizá de los más crueles en las dos últimas administraciones. El repunte de la violencia y de la comisión de delitos -homicidio y secuestros- parecen no ceder. El alza en los registros de homicidios en 17 estados del país siendo la Ciudad de México y Nuevo León, entidades con cifras superiores al 100%. Sólo en enero se dieron cerca del 3 mil homicidios y 164 secuestros.

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Una Guardia Nacional (GN), dirigida por mandos civiles con disciplina militar. Este es, en resumen, la esencia del nuevo cuerpo policial que ahora comenzará a estructurarse mientras las Legislaturas estatales dan la aprobación definitiva a la reforma. Es el logro del presidente de la República quien al final debió ceder a los cambios del Poder Legislativo a trece artículos de la Constitución Política para dar viabilidad jurídica a un cuerpo integrado por militares sin fuero castrense comandados por civiles.

Las modificaciones no fueron un traje a la medida para la Presidencia. Las fuerzas de oposición insistieron en que el nacimiento de la Guardia Nacional obedecía a un proceso gradual de regreso de las fuerzas armadas a los cuarteles y garantizar que no hubiera una perpetuación militar en las tareas de seguridad pública. La legislación secundaria acabará por definir la naturaleza de la GN y su funcionamiento; sin embargo, el presidente tendrá la facultad de emplear a las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado hasta 2023, “bajo parámetros de convencionalidad establecidos por organismos internacionales de derechos humanos”. No será una corporación para ser usada a discreción y con fines de represión política y estará bajo el agudo escrutinio social.

La GN nace en el momento más aciago de la historia y quizá de los más crueles en las dos últimas administraciones. El repunte de la violencia y de la comisión de delitos -homicidio y secuestros- parecen no ceder. Los datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública -SESNSP- indican el alza en los registros de homicidios en 17 estados del país siendo la Ciudad de México y Nuevo León, entidades con cifras superiores al 100%. Sólo en enero se dieron cerca del 3 mil homicidios y 164 secuestros.

AMLO apuesta a una pacificación del país por la reducción de la corrupción y el incremento en los estándares de vida de las familias pobres. Una cartilla moral y el “leitmotiv” de la paz por sobre todas las cosas derivaron en el fin de la guerra contra los capos de la droga; sin embargo, la mano tendida del presidente de México queda en el aire mientras la recomposición de los cárteles y la fragmentación de los grupos delincuenciales es muestra de que lo que menos interesa es una tregua para la pacificación.

Llega ahora la GN, pero resultaría muy negativo echar las campanas a vuelo cuando las cosas no van bien, especialmente cuando las autoridades hacen un ejercicio mediático que no dé a conocer la magnitud del problema. En los hechos, todas las pretensiones de paz del Presidente han sido sólo tema de debate en medios sin que calen hondo en la sociedad. Se requiere de auténtica transformación, no simplemente de un eslogan para un movimiento político.

La GN es la utopía de la seguridad pública del gobierno en turno como en su momento fue la creación de la Policía Federal o el uso de las Fuerzas armadas como policías en una guerra que se ha venido prolongado.

Se debe llegar al porqué de esta descomposición e indagar las causas de la violencia, de los hechos sangrientos, para plantear soluciones por caminos de certeza; sino es así, la GN sólo serviría para consumar la célebre frase del  “candidato” López Obrador, “Abrazos, no balazos”, pero la cruda realidad deja ver que la sangre no deja de correr en cada rincón de México.

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