“Haz la prueba y verás qué bueno es el camino del silencio interior” Cardenal Aguiar Retes y el coaching del yo, la arquidiócesis en beneficio de la ciudadanía y más de las despensas de ayuda al clero

Cardenal Aguiar Retes y el coaching del yo, la arquidiócesis en beneficio de la ciudadanía y más de las despensas de ayuda al clero
Cardenal Aguiar Retes y el coaching del yo, la arquidiócesis en beneficio de la ciudadanía y más de las despensas de ayuda al clero

*Arzobispo de México se estrena en el counseling para descubrir las “bondades del confinamiento”.

*Tuit controvertido: La Iglesia socialmente responsable.

*Más noticias sobre las “despensas nutricionales” para sacerdotes del arzobispado.

Con esto del confinamiento, el coronavirus ha desinhibido a no pocos youtuberos y gurús que dan recetas únicas en menos de cinco minutos para conseguir las mejores conexiones íntimas y personales con el propio yo, acabar con el estresante encierro y olvidarse del sofocante ambiente que, a estas alturas, ya podría haberse vuelto un franco lastre de frustraciones para muchos. Ahora el arzobispo Aguiar Retes, desde luego cómodamente confinado y libre de cualquier impureza incluso en sus asépticas celebraciones dominicales, le entró al juego del influencer para propinarnos un recetario sobre cómo ponerse en paz y en silencio. En un videoclip de poco más de cuatro minutos, don Carlos se inicia en el coaching del nirvana al recetar algunos pasos para el conocimiento, silencio interior y la conexión de yo íntimo a fin de llegar a la dimensión de las bondades del confinamiento, liberarnos del estrés, y ver en este tiempo una oportunidad personal. Con todo el lenguaje del psicologismo, la praxiología, el counseling y un poco de nueva era, el arzobispo de México induce al público hacia la senda del “yo profundo” para evadir el sofocante aislamiento descubriendo altas y diferentes relaciones con la naturaleza, las sensaciones, las ideas, el mundo y el espíritu en una especie de escape y de liberación. Para muchos, estas fórmulas vistas en la novedad del arzobispo podrían parecer quintaesencia de la mística cristiana, la panacea para ver lo mejor del insoportable aislamiento, tiempo para examinar a los más cercanos bajo una especie de iluminación renovada. Tres veces menciona el sustantivo “Dios”, un par de veces, al “espíritu”, claro de forma muy etérea, y ninguna referencia a Cristo, la Iglesia u otros conceptos cristianos como el de la oración como relación con Dios persona. Quizá sea necesario recordar a Su Eminencia que el tema, de sobra explorado, no deja de advertir sobre los peligros de un cómodo sincretismo aunque provenga de un hombre con sotana y pectoral. Sin duda sabrá reconocer la siguiente advertencia al respecto de esos métodos, escrita por un Papa santo: “No está por eso fuera de lugar alertar a aquellos cristianos que, con entusiasmo, se abren a ciertas propuestas… en materia, por ejemplo, de técnicas y métodos de meditación y de ascesis. En algunos ambientes se han convertido en una especie de moda que se acepta de manera más bien acrítica. Es necesario conocer primero el propio patrimonio espiritual y reflexionar sobre si es justo arrinconarlo tranquilamente…” Más aún, uno de los predecesores de Carlos Aguiar en el arzobispado de México puntualizó sobre cuestiones que ahora parecen promoverse con singular inocuidad y beneplácito del purpurado: “Estas técnicas normalmente requieren que el practicante apague su mundo sentimental, imaginativo y racional para perderse en el silencio de la nada. A veces se procura un estado alterado de conciencia que priva temporalmente al sujeto del uso pleno de su libertad…  La meditación cristiana, lejos de ser una fuga de la realidad, nos enseña a encontrar su sentido pleno”.

Al final, el arzobispo Aguiar recomienda: “Haz la prueba y verás qué bueno es el camino del silencio interior”, desafortunada paráfrasis que parece dejar de lado el evidente diálogo interpelante con Dios persona que debe ser el principio de la mística cristiana bien entendida. Por lo tanto, el amable y avezado lector estaría de acuerdo en que las palabras de Juan Pablo II y del cardenal Rivera Carrera deben desempolvarse urgentemente especialmente en estos tiempos donde cualquier cosa puede decirse siempre y cuando sea garantía de viralización como el bicho que nos confina en el hogar. 

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En esta mixtura de ideas y babel de redes sociales, la febril actividad de los medios del arzobispado de México se vale de cualquier cosa sin que haya el cuidado mínimo sobre el significado de los argumentos y de las consecuencias que diluyen la Iglesia en el embotante solvente de likes y comentarios. No importa si hay errores, herejías o argumentos contrarios a la doctrina. No pasó desapercibido un tuit en el cual se puso de relevancia la actividad comunitaria de la Iglesia. “Siempre al tanto de sus responsabilidades sociales”, el autor de ese microblog pone por encima el activismo social que no es el punto central de la tarea de la Iglesia. El broche de oro de ese tuit remata con el supuesto hecho de que la Iglesia, en esta contingencia, “trabaja con esmero para beneficio de la ciudadanía”. ¿Desde cuándo la cuestión social se ha reducido el puro concepto de ciudadanía común a muchas otras organizaciones gubernamentales, civiles o asociaciones?¿Cuál es entonces la distinción entre organizaciones -incluso con el reparto de despensas del crimen organizado- que están haciendo lo mismo en beneficio de la ciudadanía?

Tuit. Connatural al Evangelio.

Tuit. Connatural al Evangelio

León XIII y san Pablo VI daban respuesta para diferenciar la enseñanza social cristiana del puro activismo repartidor de despensas y de actividades que todo mundo hace e incluso mejor, aunque no nos guste reconocerlo. El punto neurálgico está en ese errático tuit que parece agarrar al Evangelio como un vulgar manual de operaciones sobre los cuales se finca este desarrollo social cuando es precisamente al revés, el Evangelio ilumina, no es connatural, abre el camino hacia el desarrollo y liberación integral de los seres humanos. En pocas palabras, a los tuiteros del arzobispado de México les hace falta entender que la Iglesia no se reduce a ser una “empresa socialmente responsable” y que finaliza con un hashtag que recuerda al slógan de una empresa televisora.

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Como recordará el amable lector, tras la emergencia económica en la que están sumidas las parroquias del arzobispado, la economía de Aguiar Retes ofreció ayudas alimenticias a través de despensas que no satisfacían ni siquiera las necesidades básicas de los consumidores, en este caso, los curas a quienes se les exige el pago de sus cuotas mensuales. Al punto, la indignación fue mayor cuando esas despensas tenían productos que habían rebasado la fecha de caducidad. Ahora llegan noticias de las despensas que, aunque con más productos, no dejan de llamar la atención sobre si su consumo es realmente lo más conveniente para los usuarios. Por increíble que parezca, en el arzobispado de México se ha creído que para ayudar a los curas en situación difícil es poniendo en sus despensas generosos envases de manteca, pastas, harina y sal y no es desconocido que algunos clérigos están tratando su obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares. La caridad no resulta espontánea, no es derivada de concursos y acciones fragmentadas en donde se den competencias inútiles. La caridad debe tener calidad y el respeto a quienes se otorga. Esto es resultado de un esfuerzo que será infértil si no se sabe interpretar los signos de los tiempos y se atienden las necesidades concretas. Una despensa no es producto de lo sobrante, de los remanentes, de alimentos a punto de caducarse o productos nocivos para la salud. Al punto de prolongarse el confinamiento y reducirse aun más las capacidades financieras de las parroquias, ¿qué tan benéfico será para un sacerdote hipertenso o diabético tomar una despensa que sería mortal?

Despensa del arzobispo. ¿Nutrición?
Despensa del arzobispo. ¿Nutrición?

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