Cardenal Carlos Aguiar Retes ¿Topó con pared?



Guillermo Gazanini Espinoza /La reunión del pasado lunes 10 de septiembre entre el arzobispo primado de México, cardenal Carlos Aguiar Retes, decanos, vicedecanos y sacerdotes de la Arquidiócesis en el Seminario Conciliar de México, fue continuación de aquélla de inicios de agosto donde se ofrecieron nuevos canales de diálogo y de eventual apertura para afianzar las transformaciones ante dudas y legítimas resistencias de algunos sectores del clero.

Lo que había sido considerado como “falta de disposición y de un cambio de mentalidad” del presbiterio tuvo un cauce distinto. La discreta reunión contuvo el ímpetu de las transformaciones del cardenal Aguiar frente a sus colaboradores en contraste lo que había sido visto como imposición desde arriba sin genuino espíritu sinodal y de consulta hacia abajo.

La reunión no fue tersa ni de obsequioso silencio como en otras ocasiones. El arzobispo Aguiar no encontró actitudes de simple docilidad salvo de quienes, en un porcentaje mínimo, adoptaron actitudes más serviles que de convencida y sincera aceptación a los planteamientos arzobispales para la Iglesia particular de más de nueve millones de personas en donde se concentra poco más del 9 por ciento de la población católica total del país (92 millones de fieles a nivel nacional).

En este diálogo postergado, algunos de los decanos y vicedecanos se tomaron muy en serio la cuestión y dieron a su Eminencia una respetuosa interpelación. Quizá para contrarrestar el espíritu crítico del encuentro, el sitio SIAME publicó un benigno artículo titulado “Cuatro mensajes del Card. Aguiar a los sacerdotes de la Arquidiócesis de México”. De esa síntesis destacan los siguientes puntos: 1) La corresponsabilidad para trabajar y donde decanos transmitan los mensajes adecuados a los casi mil sacerdotes, aceptando la crítica con una conversión pastoral; 2) La necesidad de cambios graduales -ya no llamadas eufemísticamente “reformas”- sin dejar de hacer lo bueno que estamos haciendo, con la memoria histórica y la inercia y dinamismo que tiene la Arquidiócesis en sus años de vida, apuntó el artículo; 3) La centralización donde sea necesario en donde todavía impera la criticada visión del arzobispo de imponer un estilo empresarial para la Arquidiócesis “necesario recurrir a centralizaciones estratégicas y alianzas con otras empresas para hacer frente a la competencia del mercado” para hacerla eficiente y eficaz y, 4) Superar el individualismo. “Así como estamos, la Iglesia tiene fecha de caducidad muy próxima. ¿Para qué construimos nuestros templos y nuestras infraestructuras si al rato no vamos a tener fieles? No podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera que las estábamos haciendo”.

De esa reunión trascendieron asuntos más interesantes que sólo la glosa de conciliación plasmado en el artículo anterior. Llama la atención cómo las inquietudes de decanos y vicedecanos tuvieron expresiones más organizadas como la entrega de cartas en donde pidieron al cardenal Aguiar examinar algunos aspectos esenciales de la Iglesia en estado de Misión de la Arquidiócesis y, sobre todo, construcción de puentes en el planteamiento de las transformaciones en lugar de la imposición hasta hoy imperante.

Entre los diversos aspectos destaca la intervención del clero de la VIII Vicaría “San Juan Bautista” encabezada por el auxiliar de México, el potosino Andrés Vargas Peña. Un documento plasmó fundados argumentos sobre las potenciales consecuencias del eventual desmembramiento de la zona de Xochimilco; en adición, atrás no quedaron otros retos con consecuencias sensibles en la práctica. Aplazar las edades para la recepción de la primera comunión y confirmación para niños y adolescentes ya detona un sensible descenso en las escuelas de catequesis parroquial. Los fieles están volteando hacia las iglesias católicas de ritos orientales (Melquitas y maronitas) o encuentran medios más expeditos para consumar la recepción de los sacramentos de iniciación sin pasar por el proceso escolarizado. En la práctica, la idea de empresa para desarrollar una iglesia eficiente está en un atolladero mayor cuando no se vislumbraron las potenciales dificultades operativas de la pastoral sacramental.

También la reunión estuvo tocada por especiales gestos que revelan un escondido hartazgo del presbiterio ante la lejanía del pastor, más preocupado por ser burócrata y gestor que padre para consolar y sanar. El fiel séquito que lo blinda vio frustrada su tentativa para ser intermediario entre sacerdotes y arzobispo. Cuando la errática directora de comunicación social, Marilú Esponda, intentó recoger por su medio las cartas del presbiterio, de inmediato surgió el reclamo de entre las filas sacerdotales para exigir a Aguiar Retes la recepción personal de los documentos para su conocimiento inmediato sin el dañino intermediarismo erosionante de la confianza entre el Arzobispo y sus colaboradores más cercanos. Las lecciones son claras. Quien se precia de pastor, no necesita de trasquiladores para apacentar al rebaño.

A este séquito se suma alguien poco conocido. Javier Rodríguez no llegó a la oficina de comunicación a tambor batiente como su jefa cuando fue impuesta por Aguiar en febrero pasado. Tomando una vía más discreta, esa parte del presbiterio conoció al especialista en comunicación quien fue presentado en marzo último como integrante de un flamante consejo editorial -hecho público por un involuntario error de la subdirectora de comunicación- para renovar e impulsar nuevas estrategias, entre ellas, la de una imagen más dinámica para el semanario Desde la fe al cual ya se le ha cantado el réquiem que ahora parece entonar las últimas notas fúnebres.

Javier Rodríguez trae la consigna para abarcar mucho apretando poco, los "consejos editoriales rotativos”, que pretenden escuchar y atender las inquietudes del presbiterio para satisfacer cualquier gusto, no parecen ser de las mejores ideas para construir la opinión inmediata y al día de un medio de comunicación arquidiocesano. ¿Qué ocurrió con el Consejo editorial anunciado en marzo pasado donde se presumieron nombres de conductores televisivos, investigadores y especialistas?

Posibles propuestas para la futura publicación que sucederá al moribundo semanario creado por el cardenal Rivera Carrera se encuentran en el escritorio de Aguiar Retes. El nada original y sí muy significativo título de “Habemus” parece colocarse entre las preferencias como nuevo nombre de una especie de revista arquidiocesana -al estilo de publicaciones de negocios- para aglutinar la comunicación de las provincias eclesiásticas de México y Tlalnepantla bajo control del cardenal arzobispo. Este controvertido modelo empresarial de comunicación pretende todo, pero desconoce el lenguaje de lo esencial: eclesialidad y sinodalidad.

Así, las cosas parecen ir por una brecha más accidentada distinta a la súper vía o highway mediático anunciado grandilocuentemente al inicio del gobierno arzobispal de su Eminencia quien atempera su ánimo al grado estoico aceptando lo que no es fácil y sencillo para quien ha sido llamado artificialmente como “reformador”: Topar con la pared de la crítica y el juicio de sus pretensiones para el arzobispado no podría ser muy agradable.

Pero Aguiar Retes debe sortear más obstáculos en el camino. Se dice que su atención gestorial viene de forma escalonada empezando por el Seminario; sin embargo, todavía hay una gran parte olvidada: los fieles. A siete meses de su llegada, las únicas maneras que el Pueblo santo de Dios ha tenido para conocer a su pastor han sido dos decretos para postergar la recepción de sacramentos y la lejanía del cardenal quien prefirió la seguridad de su sede en un santuario nacional cubierto de la parafernalia cultual y sacramental en lugar de la calidez y cercanía a la manera de un sencillo cura párroco.

Llama la atención igualmente que, al momento, el cardenal Carlos Aguiar Retes no ha dirigido, ni siquiera por cortesía, unas mínimas líneas pastorales de ánimo para los millones de católicos de las dos provincias que quiere gobernar por sí mismo o por interpósito arzobispo. Un desafortunado desatino, especialmente ante cambios vertiginosos, los complicados hechos sociales y políticos y los aprietos eclesiales a nivel internacional, requieren más que de neutros o tibios artículos editoriales con parcas frases para resonar en los medios en lugar de conmover los corazones de las fieles.

Por otro lado, está en ciernes la posible discusión al seno del Episcopado Mexicano sobre el futuro de la gran arquidiócesis. ¿Hay acuerdos sobre el desmembramiento de tres vicarías, cuáles fueron los resultados de informes y consultas -inexistentes-? Se desconoce. No obstante, Aguiar Retes deberá demostrar la confección del fino cabildeo para dar fuerza que apuntale al plan más ambicioso de su incipiente gobierno ante el Papa Francisco preocupado ahora por asuntos delicadísimos que sacuden la nave de Pedro.

No parece sencillo a nivel nacional, especialmente cuando en la CEM se dará la renovación del Consejo de la presidencia, además de tener en agenda la reflexión en torno a los problemas nacionales cuando es necesaria la colaboración de todos los obispos en la pacificación del país -aún sin una clara definición y postura del Primado de México- justo en la antesala de la asunción de López Obrador como presidente de la República, el 1 de diciembre.

Por lo pronto, y ahora a tono con los nuevos tiempos políticos, a inicios de noviembre, una nueva reunión está programada para conocer una pretendida consulta propuesta por Mons. Carlos Aguiar Retes: Conocer la opinión de los decanos sobre los perfiles más idóneos para ocupar la rectoría de Basílica de Guadalupe.


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