La rosca, tradición de la primera Evangelización Celebrar a los Reyes Magos, a la mexicana

Celebrar a los Reyes Magos, a la mexicana
Celebrar a los Reyes Magos, a la mexicana

La rosca en tiempos de covid-19 persiste y se ofrece en las más variadas presentaciones, tamaños y rellenos. Tradicional o gourmet, con Niños Dios, Reyes sorpresa o “puesta a la moda” donde Jesús Niño es usurpado por el baby Yoda.

Fieles a sus promesas, los Magos de Oriente llegaron esta madrugada del 6 de enero a México. Miles de sonrisas, caritas de ilusión y del estupor por ver que, una noche antes, el nacimiento bajo el árbol ahora luce más colorido con esos regalos que sólo los Reyes pueden dar.

Esa fiesta que para los mexicanos es trabar otro compromiso para el 2 de febrero, los padrinos del Niño Dios en la rosca, tamales y atole prolongando la Navidad, el puente “Guadalupe-Reyes”.

Y a pesar de la terrible pandemia, queremos ver en los Magos el anuncio de la Buena Noticia, de alegría y revelación, las cosas irán mejor, para recordar a quienes hace un año comieron la rosca y ahora están viviendo en un lugar superior. Es el día de la rosca, la reina de la reunión familiar mientras los pequeños gozan de los juguetes milagrosamente aparecidos en el nacimiento la mañana del Día de Reyes. De España nos llegó esa tradición en los primeros años de la Evangelización. Elaborado, cuidadosamente adornado, ese pan simboliza el mundo para tomarlo en búsqueda del Niño Jesús, odisea única en la cosmovisión de esta parte de mundo donde lo espiritual se conjuga con el alimento temporal de la fiesta de la Epifanía

Una rosca “ovalada”, entre más alargada, mejor, conveniente para reunir a la familia, es alimento y manjar adornado de frutas secas y curtidas, acitrones, membrillos y cerezas.

Mas esa representación del mundo oculta en su interior el “muñequito” que nadie quiere sacar por temor al compromiso tamalero del día 2 de febrero, para “no hacerse rosca” y solventar el padrinazgo. ¿Cuándo inició esa práctica de poner a Jesús escondido? Nadie lo sabe, pero lo cierto es que las crónicas decían que era una confitura o un haba la que se ponía para obligar espiritualmente a presentar al Niño Dios del nacimiento, el día de la Candelaria. Y después, en vez de habas y confites, el Niño de porcelana, más difícil de deglutir para no evadir el compromiso adquirido.

Partiendo la rosca de Reyes, varios Niños están en su interior a la espera de ser descubiertos para que, como los Magos, nos postremos y adoremos. Hoy, la rosca en tiempos de covid-19 persiste y se ofrece en las más variadas presentaciones, tamaños y rellenos. Tradicional o gourmet, con Niños Dios, Reyes sorpresa o “puesta a la moda” donde Jesús Niño es usurpado por el baby Yoda, la costumbre de la rosca de Reyes sobrevive en memoria de las tradiciones que superan la bruma de los tiempos, fortaleciendo los lazos familiares y recuperando la esperanza para estar juntos, esa misma que nació y fue puesta en el humilde pesebre de Belén, la de la “Primera Epifanía, la del amor, bondad y verdad, fiesta del Día de Reyes, día de dones”, el recuerdo de los Magos quienes llegaron para dar felicidad.

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