Condecoración del Águila Azteca para el cardenal Parolin



Regulada por la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles, promulgada durante el sexenio de Luis Echeverría, la Condecoración Orden Mexicana del Águila Azteca es una distinción otorgada a extranjeros durante visitas oficiales o de Estado. El propósito es fortalecer los lazos de amistad y de cooperación y reconocer a los visitantes de los gobiernos extranjeros con los que el Estado mexicano guarda relaciones internacionales.

El Cardenal Pietro Parolin, en el marco del coloquio México-Santa Sede, se encontrará la tarde del lunes con el Presidente de la República donde se le impondrá la condecoración. El Ejecutivo, en un acuerdo publicado el 10 de julio de 2014 en el Diario Oficial de la Federación, destaca las cualidades del Cardenal Secretario de Estado al haber sido asesor de la nunciatura apostólica en México, de 1989 a 1992, además de impulsar “causas cercanas a México, destacando su apoyo contra políticas como la condena a pena de muerte de nuestros connacionales en los Estados Unidos de América, y el diálogo con el entonces Canciller sobre la Conferencia Mundial de Comercio de Cancún, en 2003, y con el entonces Subsecretario para Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, en 2004, para cuestiones relativas a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, la relación Iglesia-Estado y los derechos humanos en México.”

Pietro Parolin fue enviado del Papa Francisco a la toma de posesión del actual Presidente de México, en diciembre de 1992, cosa destacada en el acuerdo por el que se otorga la Condecoración, además de haber contribuido “ con sus diligentes y oportunas acciones, incluyendo diversas y numerosas reuniones con interlocutores mexicanos realizadas a lo largo de 2013, a la Visita Oficial a la Santa Sede del Presidente de México en junio de 2014”.

La Secretaría de Relaciones Exteriores destacó ayer la presencia del Cardenal Secretario de Estado como una oportunidad para afianzar el diálogo “en la agenda bilateral” México-Santa Sede, particularmente en las cuestiones sobre los derechos humanos. Las exigencias de estos nuevos escenarios internacionales compromete más a los actores en una actitud sincera por la defensa de los más pobres.

La condecoración es una oportunidad para mantenernos en una observación diligente del papel de la Iglesia y su actitud ante las transformaciones que vive México. La presencia del Secretario de Estado de Su Santidad obedecería a un seguimiento sincero de las intenciones del Papa por la Iglesia pastoral y de las periferias, lejano ya a aquéllos institucionalismos que se atrevían a pactar con las cúpulas olvidando la misión fundamental de anunciar la Buena Noticia, de la compasión y de la caridad. Sin duda, es una nueva etapa en las relaciones fuera de las simulaciones para enfrentar desafiantes y crudas realidades que afectan a millones y comprometen nuestra seguridad y futuro.
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