Editorial Arquimedios Contradicciones del botón rojo

Contradicciones del botón rojo
Contradicciones del botón rojo

¿Por qué con los templos sí? ¿Por qué no protestamos? ¿Por qué forma parte de nuestra esencia ser obedientes?

Por la irresponsabilidad de algunos la salud de muchos se ha venido abajo, y no sólo la salud sino también, en otros tantos casos, la muerte que es infinitamente más lamentable y que ha enlutado y ha hecho sufrir a tanta gente.

Sin embargo, los datos escuetos teñidos ya de mucho dolor, de tantas angustias e incertidumbres y que han hecho sudar y llorar sangre a familiares de enfermos y fallecidos, no han podido todavía alcanzar la sensatez y la cordura de los ciudadanos en general y de las autoridades.

Estas no reaccionaron como esperábamos la gente de a pie. Pensamos que así como están las cosas, las disposiciones iban a ser otras. No. Todo sigue igual, excepto que cerraron los templos porque a los bares, con sólo disfrazarse de restaurant, seguirán abiertos y con mayor amplitud de horario. ¿Esto no es propiciar concentración de personas?

Se anunciaron disposiciones ilógicas y contradictorias, por lo tanto, irónicas. Por supuesto que la economía debe seguir activa, pero a qué precio. Cerraron los templos que reciben treinta o cuarenta y cinco minutos –cuando mucho- a un grupo reducido de personas en ambientes con sanitización garantizada, pero en sentido contrario permiten que, por ejemplo, la gente se pueda quedar en un restaurant de las 3 de la tarde a las 10 de la noche y con espacio suficiente (¡50% de aforo!).

Perdón, pero ¿Dónde está la lógica de esta disposición? ¿Qué fue lo que pasó? ¿No soportaron la presión de este sector? ¿Así hay que actuar?

¿Ahora nos cierran para luego abrir los estadios? Dieron tres semanas de Buen Fin y aquí están los resultados. Y esto no lo cerraron para esta ocasión. ¿Y los templos sí?

Lo mismo dígase de las reuniones familiares. En casa no pueden ser, pero sí se pueden trasladar, el tiempo que gusten, a un restaurant. La concentración de personas, tan aludida como causa de pandemia, sólo la van a trasladar de la casa a los lugares públicos de comida. ¿Alguien nos puede explicar la lógica de esto?

Y lo mismo dígase de los locales en las plazas comerciales. Estarán abiertos, qué bueno, necesitan trabajar, pero –según la indicación- sin que las personas estén en los lugares abiertos de las plazas. O sea, ¿Cómo van a llegar a comprar? ¿No atravesarán necesariamente esos lugares abiertos? ¿Alguien estará para decir a la gente que no se detenga?

En cuanto a los templos, los argumentos que esgrimió el Secretario de Gobierno son ciertos, las llamadas a Misa provocan flujo de personas, pero entonces, ¿los tianguis que seguirán abiertos, no? ¿Los restaurantes, tampoco? ¿Y los locales comerciales, taquerías, etc., de la zona oriente tampoco provocan movilidad? Sí. Necesitamos que el flujo de personas se detenga, que se paralice casi de una forma absoluta, pero de una manera lógica, sin contradicciones.

Estamos para cooperar, para solidarizarnos, lo más responsable es parar, pero ¿es así como se logra? ¿Por qué tanta contradicción? ¿Por qué con los templos sí? ¿Por qué no protestamos? ¿Por qué forma parte de nuestra esencia ser obedientes?

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