Editorial CCM ¿Otra Cuaresma en pandemia?

¿Otra Cuaresma en pandemia?
¿Otra Cuaresma en pandemia?

Es verdad, es otra Cuaresma en pandemia, pero distinta y diferente. De nuevo, en el llamado, Dios extiende su mano al mundo para que sepamos interpretar los signos de los tiempos. Quizá sea nuestra última Cuaresma antes de ver “todas las cosas nuevas”.

En medio de la pandemia, quizá en su etapa más cruda antes de que la mayor parte de la población reciba la inmunización, la Iglesia católica inicia la Cuaresma con el miércoles de ceniza. Los obispos de las diferentes diócesis ya invitan a sus comunidades virtuales a vivir la ‘ el miércoles de imposición de la ceniza’ con un ánimo distinto y en medio de la llamada creatividad pastoral que involucra directamente a los penitentes en el rito. Desde la practicidad de llevar ceniza a los hogares para impedir aglomeraciones hasta talleres de confección de este sacramental en las casas para que las familias puedan vivir la celebración del rito que inaugura los cuarenta días hasta la celebración de la Pascua y que, posiblemente, alcance, por segunda ocasión, a los ritos de Semana Santa para realizarse a distancia y en la virtualidad.

Los esfuerzos de los obispos de México y de cada párroco y responsable de las comunidades no son menores. No olvidemos la grave crisis de la Iglesia en tiempos de pandemia, impactada en sus finanzas y economía. El momento actual hace difícil conocer hasta dónde ha llegado el costo de las afectaciones y cómo han sobrevivido las comunidades parroquiales; sin embargo, las sugerencias para dar relevancia al inicio de la cuaresma son especiales para imprimir vitalidad a un período de fe, esperanza, el más importante del calendario cristiano.

No obstante, hay prácticas cuaresmales que no son virtuales. Esas no se pueden promover sólo en medios y redes sociales, no se realizan por tener likes y comments. Sería hipócrita, exhibicionista y arrogante quien presuma en la virtualidad lo que debe permanecer en el corazón. Esas prácticas, típicas de la cuaresma, deben tener mayor significado especialmente en momentos donde millones viven dolor, muerte, precariedad e incertidumbre.

En su mensaje por la Cuaresma 2021, el Papa Francisco señala que “el ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”.

Efectivamente, en nuestras manos está la práctica efectiva para la conversión personal y social. Ayunar de todas esas actitudes que han puesto en peligro a los demás cuando vemos esta pandemia a la ligera, empecinándonos en vivir sin responsabilidad y relativizando los medios en nuestra manos para aminorar los contagios; limosna agradecida, quizá no sólo especie o en metálico, también de interés y solidaridad, de conocer las necesidades del otro y acompañar a quienes han sufrido el trance por la pérdida de los seres más amados que ya no pudieron llegar a esta Cuaresma y oración sincera, no como lo hacen los fariseos para ser vistos en el display de los teléfonos o en los muros de Facebook, dar miles de retuits a opiniones sórdidas envaneciendo a los usuarios y relativizar la misión de los medios católicos mareados por considerarse exitosos debido al número de seguidores y miles de comentarios.

Es verdad, es otra Cuaresma en pandemia, pero distinta y diferente. De nuevo, en el llamado, Dios extiende su mano al mundo para que sepamos interpretar los signos de los tiempos. Quizá sea nuestra última Cuaresma antes de ver “todas las cosas nuevas” (Ap 21, 1-6) realizadas por Nuestro Señor.

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