En noviembre, primer aniversario del desmembramiento de la arquidiócesis de México Diócesis de Xochimilco camina entre retos y esperanzas

Diócesis de Xochimilco camina entre retos y esperanzas
Diócesis de Xochimilco camina entre retos y esperanzas

*Mons. Andrés Vargas Peña señala temores y dificultades en el primer año de vida de la diócesis, “debemos salir de los espacios tradicionales”.

*Austeridad, el sello para afrontar los problemas económicos. “Somos una diócesis pobre”, pide transparencia al presbiterio.

*Situación impide que diócesis no cuenta con planes de salud. “Ya no pudimos sostener un último pago para seguro” y afirma: “Dios nos ayude” si alguien llega a enfermar.

*En la diócesis “Providencia divina pasa por la generosidad de nuestros laicos”, anima a confiar en la propuesta de Jesucristo.

El 5 de noviembre, la diócesis de Xochimilco cumplió un año de vida. El antiguo territorio de la VIII Vicaría “San Juan Bautista” va por una senda donde hay aun muchos obstáculos mismos que se han sorteado gracias a la unidad y generosidad del pueblo de Dios. El optimismo por este nacimiento pronto tuvo su primer gran reto, la pandemia que obligó a un replanteamiento de la pastoral, para afrontar la difícil situación económica y de reflexión por las nuevas oportunidades que se abren.

En entrevista, el primer obispo de Xochimilco, Mons. Andrés Vargas Peña (1946) pone los acentos de la actual situación de una diócesis muy joven, pero cargada de una gran experiencia y tradición por sus peculiaridades culturales y eclesiales. El sello misionero está arraigado en los aspectos de los pueblos originarios del sur de la Ciudad de México y en las arraigadas costumbres, únicas en el país. Para el obispo originario de San Luis Potosí, el camino es sencillo: “Oír, mirar y ver las respuestas que requiere la Iglesia”.

Don Andrés, ¿Cómo ha sido este primer año de vida de la diócesis de Xochimilco?

-Las ilusiones, como las planteé a algunos hermanos, es que la diócesis tuviera un sello misionero. Salir de los espacios tradicionales, de apertura al hermano y no tener condiciones para el encuentro. Una actitud de hacernos cercanos lo cual constituye, en estos pueblos originarios, un contraste cultural sostenido por la fe y el amor a Jesucristo. La afectación de nuestros templos, tras el sismo de 2017, nos empujó a tener una situación de apertura, reconstruir la Iglesia, no tener como referencia al templo exclusivamente. Impulsando nuestras tradiciones, comenzamos un camino pastoral, escuchándonos y conociendo nuestras inquietudes. Convocamos así a los diversos grupos, a catequistas, a los responsables del servicio de la caridad, a los equipos litúrgicos, grupos apostólicos y mayordomos. Fue una respuesta muy buena. Sin embargo, llegó la situación de la pandemia; sin embargo, no nos quedamos atrapados y tenemos un sentido de fe sin quitar los condicionamientos de esta situación. A través de encuentros virtuales, hubo un replanteamiento de la pastoral como, por ejemplo, la preparación de catequistas y la enseñanza de los niños. Hasta antes de la pandemia teníamos aproximadamente 500 catequistas, ahora tenemos una interacción con 300 catequistas. Al resto les hemos pedido que se mantengan una oración y tenemos alguna comunicación general con ellos.

Un aspecto es la constitución orgánica diocesana. Cuando era la octava vicaría de la arquidiócesis de México ya se tenía cierta estructura. ¿Cómo ha sido esta organización de la diócesis de Xochimilco?

-Efectivamente, sí se tenía; sin embargo, fue necesario asumir tareas como la del vicario general con esta identidad misionera diocesana. Así lo puedo decir del canciller y los demás quienes han asumido la tarea en equipo. De manera particular existe la preocupación por el cuidado del Seminario, además de proyectos y servicios de pastoral social. Esto se ha fortalecido; no obstante, la diócesis necesita caminar más. Bendito Dios se tenía una conformación orgánica, pero a raíz de la pandemia hicimos una restructuración de la diócesis para el funcionamiento elemental: Vicario general, canciller, rector del Seminario, el ecónomo y el vicario de pastoral. Son ellos quienes conforman la estructura diocesana y de servicios. Tenemos apoyos de la arquidiócesis de México en diversos campos, pero necesitamos que otros proyectos sigan madurando. No podemos esperar, los seguimos alentando a pesar de la pandemia. Hay un clima de retos, esta área de la Ciudad de México así lo es, de gente trabajadora del campo y de zonas urbanas. Si no trabajan, no tienen qué comer. Decir que se queden en casa, en los momentos más graves de la pandemia, fue difícil. La gente vino a la diócesis a solicitar ayuda y, bendito Dios, tuvimos medios para ofrecer. En Milpa Alta, por ejemplo, se daban entre 200 y 250 raciones de comida diariamente; en Tláhuac también se ofreció una gran cantidad de alimentos; en parroquias emblemáticas de la diócesis tuvimos iniciativas muy interesantes, pero todo esto nos hace decir que necesitamos ir a largo plazo considerando la condición cultural. Hace falta que esta Iglesia mire más, escuche y salga al encuentro de los hermanos. Por otro lado, la pandemia es un reto y nos lleva a ver cómo atendemos, cómo nos hacemos presentes. Pude corroborar una cosa fundamental en esta Iglesia, la presencia de los sacerdotes. Desde luego, las condiciones nos limitan a salir, pero es necesario que los fieles sepan que sus sacerdotes están disponibles. Ellos se mantuvieron, la gente supo que estaban rezando por ellos, cercanos en donde se requiere. Este es uno de los elementos que toda Iglesia necesita y especialmente Xochimilco por las particulares condiciones culturales. Necesita que el sacerdote sea cercano. Como diócesis recién formada, tenemos pocos sacerdotes y un grupito de seminaristas, nueve jóvenes en teología. Nos hace falta alentar mucho este proceso vocacional. A un año nos hace mirar a fondo y salir al encuentro de los hermanos que lo necesitan, tener creatividad para ofrecer la palabra. Como Iglesia pobre, es también una facilidad para caminar, no hay intereses de Iglesia, para soñar y seguir caminando.

Presbiterio. Cercanía.
Presbiterio. Cercanía.

La diócesis de Xochimilco nació de frente a un gran reto, el de la pandemia y esto ha impactado a la Iglesia en su economía. ¿Cómo lo afronta la diócesis?

-En esto tuvimos la necesidad de vivir una gran austeridad. Han sido pocos los hermanos sacerdotes quienes han manifestado pasar necesidades. La diócesis tiene muy poco, pero aún con eso, debemos ayudar a quienes lo necesiten. ¿Qué fue lo que hicimos? Prescindimos de personal que antes nos auxiliaba, muchos de los hermanos presbíteros dejaron de requerir los servicios de personal que ayudaba a preparar los alimentos, por ejemplo, o bien pagaban la mitad de sus salarios con días escalonados. No les podemos pedir que estén en sus lugares de empleo, primero, por los riesgos de contagio y segundo, no tenemos dinero. Esta fue la respuesta del presbiterio, reducir a lo más elemental el servicio de quienes trabajan con nosotros. Además, he constatado la pobreza en la que viven algunos de nuestros hermanos, no les falta lo elemental, sin embargo, sí viven en gran austeridad. Aquí hemos podido constatar el gran cariño del pueblo. Incluso, en la misma catedral de san Bernardino, algunas personas donaron despensas alimentarias para cubrir nuestras necesidades. Así lo han dicho los sacerdotes, ‘la gente no nos deja morir de hambre’. Habrá limitaciones, pero no nos falta. Esto ha sido un estímulo extraordinario para ver la respuesta de nuestros fieles. Si esta situación llega a agudizarse, he dicho al presbiterio que lo poco que tenemos se comparta, pero también decir en qué se está utilizando. Si alguno está gastando en asuntos o cosas innecesarias, no es justo que deje de aportar. Todo el presbiterio debe decir si está aportando y a qué, en todo caso, está canalizando los recursos. De esta manera, Dios nos alienta a hacer comunión de bienes, ese es uno de los grandes retos que tenemos.

Pandemia. Nuevos retos.
Pandemia. Nuevos retos.

Este criterio no es de fiscalización sino de transparencia para hacer rendir los bienes…

-Exactamente, pasa saber cómo está cada quién y, por si alguno pasa hambre, podamos compartir. Espero que esto se vuelva una actitud, de compartir, de transparencia. ¡No pasa nada! Esto nos hace mucho bien.

¿Cómo están los sacerdotes en su salud ante el covid-19?

-Le pido a Nuestro Señor que nos ayude. En estas circunstancias no pudimos sostener un último pago para salir con un seguro o apoyos. Esperemos retomar esto en diciembre. Yo le pido a Nuestro Señor que, si alguien enferma, lo poco que tenemos va para eso. Murió un diácono permanente por covid-19. Ahora tenemos algunas sospechas o indicadores, pero nadie ha enfermedad de gravedad. Somos pocos en el presbiterio. Que Dios nos ayude. He insistido a los hermanos presbíteros a cuidarse, atender responsablemente a los feligreses con las medidas convenientes.

¿Qué ha pasado con la reconstrucción de los templos afectados por el sismo de 2017?

-Es dispareja. La rehabilitación de catedral está parada desde hace poco más de un mes. Habíamos insistido que se empezara por el templo, pero la empresa encargada insistió que fuera por etapas e inició por el muro externo. Supongo que se acabó el dinero. Al templo no se le puso mano. Catedral está tal como quedó después del sismo, tiene fisuras y eso se debe atender. Se necesitan recursos y está cerrada por los riesgos. En cambio, la Iglesia de Nativitas tiene trabajos avanzados y ha quedado muy bien; en Santa Cruz Acalpixca, la capilla de San Salvador quedó rehabilitada desde hace tiempo y la sede parroquial está avanzada, así como San Luis y es notable el avance en Tulyehualco. Las obras están paradas en San Antonio Tecómitl. Entonces, el avance es disparejo, no sé de qué dependa, si de las empresas o de las subcontrataciones. Hay alrededor de 28 templos afectados, de esos los avances son notables en sólo una tercera parte.

Después del desmembramiento de la arquidiócesis de México, ¿Cómo ha sido la relación pastoral con el arzobispado?

-Tenemos esta estructura que trasciende hacia la provincia eclesiástica y así hemos definido directrices. Debido a la pandemia, los obispos sólo hemos tenido una reunión presencial y dos más virtuales. Estamos en los elementos organizativos de las diócesis creadas y en camino de constitución de los tribunales respectivo. Es ese terreno donde tenemos el apoyo, en otros compartimos aspectos pastorales de acuerdo con las condiciones y ambientes peculiares. Hemos iniciado un camino muy sencillo como he dicho, vamos a oír, mirar y ver las respuestas que requiere la Iglesia. Eso compartiremos en la próxima reunión que podamos tener como provincia.

Vocaciones. Incipientes.
Vocaciones. Incipientes.

Hace más de un año, se generaba la idea del desmembramiento con sus dudas y conveniencias. Al cumplirse el primer aniversario del nacimiento de Xochimilco, ¿convino esta separación?

-Estamos aún en tiempos muy incipientes. Muchas circunstancias hicieron que, en el presbiterio, se tuviera un sentido de unidad sin dejar de mirar que hubo elementos y consideraciones en relación de que esto podía esperar todavía; sin embargo, la decisión tomada nos motivó a dar respuestas. Dios nos concede este reto y puso en nuestras manos esta tarea, hay que ponernos en camino sin desconocer el pasado, pero mirando al futuro. Hay una providencia divina que pasa por la generosidad de nuestros laicos.

Finalmente, ¿Qué mensaje dejaría a nuestros lectores a un año del nacimiento de la diócesis de Xochimilco?

-Tenemos un momento singular de reflexión. Esta condición de la pandemia suscita la transparencia e interiorización, a hacer oración y quienes no sean creyentes a hacer reflexión acerca del sentido de la vida. Mirar nuestro mundo, un virus como este puede aparecer en cualquier momento, pero es obvio que también se genera debido a la manera como hemos interactuado con el medio ambiente. Debemos mirar la finitud y fragilidad que tenemos como seres humanos y confiar en la propuesta de Jesucristo: “Yo soy camino, verdad y vida”. Él es quien da esperanza, luz y fuerza. Él es el redentor, con Él tenemos un camino, no se trata de tener resuelta la vida sino más bien de que lo sigamos para afrontarla.

heraldica Xochimilco

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