Periódico vaticano convertido en “panfleto quincenal” de ocho páginas “Estrategia desesperada y de relumbrón”, la edición del Osservatore Romano para México: Pbro. Hugo Valdemar Romero

“Estrategia desesperada y de relumbrón”, la edición del Osservatore Romano para México: Pbro. Hugo Valdemar Romero
“Estrategia desesperada y de relumbrón”, la edición del Osservatore Romano para México: Pbro. Hugo Valdemar Romero

Exdirector de comunicación social lanza duras declaraciones en torno al desmantelamiento de las estructuras pastorales de la arquidiócesis de México, “podrán decir que hablo por resentimiento… pero estoy dispuesto a responder cualquier objeción”

Carlos Aguiar Retes vuelve ahora con una supuesta novedad, la alianza entre la Santa Sede y la arquidiócesis de México. ¿El motivo? Encartar el periódico del Papa en su semanario arquidiocesano. En entregas quincenales, se pretende llevar las novedades de la Iglesia en ocho cuartillas. De acuerdo con la oficina de comunicación social del arzobispo, encartar L´Osservatore Romano es una oportunidad de “vinculación que favorezca la cercanía entre el Sucesor de Pedro y los fieles de la Arquidiócesis de México”.

Y aunque Aguiar y su equipo quieren apuntarse esto como un gol formidable, hay otros que no lo ven así. Son “fuegos artificiales” así calificó esta noticia quien fuera responsable de los medios de comunicación de la arquidiócesis de México, el padre Hugo Valdemar Romero A. En últimos días, el sacerdote ha tenido una actividad casi frenética… columnas de opinión en diarios, la dirección de la Agencia Católica de Noticias o la franca oposición a los derroteros que está tomando el gobierno de Carlos Aguiar sin dejar de lado su crítica a la situación actual de la Iglesia.

En entrevista, el padre Valdemar Romero hace fuertes señalamientos que echan abajo esos pretendidos logros. Y observa: Lo que es “una gran novedad es en realidad es una lamentable pérdida…”

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Padre Valdemar, agradezco esta oportunidad ahora para conocer su punto de vista en el que se anuncia, con bombo y platillo, una nueva fase del periódico vaticano como “especial para México”; sin embargo, L´Osservatore ya tenía una edición mexicana dándose de forma independiente. Podría explicarnos, en su tiempo como director de comunicación social, ¿cómo fue esta etapa del periódico vaticano en México?

El Osservatore Romano, en su edición es español, fue confiada por la Santa Sede para su impresión y distribución a la arquidiócesis de México bajo el gobierno del cardenal Norberto Rivera Carrera quien, a su vez, confió esta responsabilidad a la Oficina de Comunicación Social que, de manera ininterrumpida, lo editó y distribuyó por todo el país por 20 años.

Cabe destacar que un servidor, siendo director de la oficina y responsable de esta edición, recibió siempre felicitaciones de Roma por el esfuerzo en hacer y difundir esta publicación, siempre se editó sin interrupción y pagando puntualmente las regalías a Roma. Pese a ser una publicación muy especializada en temas de la Santa Sede y del Papa, el periódico gozo siempre de buena salud; sin embargo, fue una desagradable sorpresa tener noticias de su desaparición bajo el gobierno del arzobispo Aguiar. Eso habla de la pésima gestión que llevó a su cierre lo cual es de lamentar.

A diferencia del gobierno episcopal anterior, ahora se lanza desde Roma mientras el arzobispo Aguiar está en el sínodo y en sus medios arquidiocesanos lo dan a conocer como la “formalización de una alianza entre La Santa Sede y la arquidiócesis de México”. ¿Qué opina al respecto?

Que es un fuego de artificio, lo dan a conocer cómo una gran novedad cuando en realidad es una lamentable pérdida, pasa de ser un semanario de muchas páginas de contenido de calidad a una especie de panfleto quincenal de 8 páginas. A eso no se le puede llamar un logro sino una lamentable pérdida, más bien deberían sentir vergüenza de este clamoroso fracaso.

Aun cuando este lanzamiento es a la manera de alianza, el formato del periódico vaticano parece disminuirse para ser un apéndice quincenal. Ante la difícil situación de aceptación del semanario y su accidentado despegue, ¿No es más bien una forma de publicidad para ganarse un prestigio el cual es urgente ante una evidente erosión de la publicación arquidiocesana?

El semanario Desde la fe no es ni la sombra de lo que fue y no lo digo yo, lo dicen los lectores que ya no lo compran ni lo leen. Por la información que me han confiado algunos repartidores, apenas llega a 10 mil ejemplares… Muy lejos de los 28 mil que se alcanzó en otros tiempos y del encarte de 650 mil ejemplares en los periódicos de la Organización Editorial Mexicana a nivel nacional. Nada que ver tampoco con la fuerza profética de sus editoriales que marcaban la agenda nacional de los medios semana a semana; hoy es un semanario intrascendente en la opinión pública y sin interés por los fieles. Está por debajo de los semanarios de Guadalajara y Puebla. Es cierto que ha mejorado el diseño y la calidad del papel, pero eso no tiene importancia ante el desplome terrible que ha sufrido tanto en su tiraje como en el interés por la publicación. Es una verdadera tragedia para la arquidiócesis de México cuyo semanario fue líder, trascendía nuestras fronteras. Llegamos a recibir reconocimiento de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal Alemana.

Otra cosa que llama la atención es la forma como el arzobispo Aguiar lo anuncia desde Roma. Parece que su estrategia es una manera de colgarse de un nombre, L´Osservatore Romano…, y también de una fama -Desde la fe-  

Es una estrategia desesperada y de relumbrón, de ficción, como ficción es la autodenominada “megamisión” que es un gran fracaso. Es un último intento por resucitar un medio en agonía más ahora que la arquidiócesis ha sido dividida. Las nuevas diócesis no querrán saber nada de una publicación que les es ajena y que carece de atractivo, el desplome que viene será tremendo y me temo que irreversible. Hay rumores de que ante esta debacle se hará obligatorio, como fallidamente se hizo en la arquidiócesis de Tlalnepantla, que las parroquias compren un determinado número de ejemplares. Esto sería un gravísimo error, un gran abuso de autoridad. Una publicación que no persuade por sí misma y se hace obligatoria en su compra, es ya un rotundo fracaso.

No obstante, en el reciente número de la publicación, uno de esos tibios y lánguidos editoriales parece dirigirse a usted cuando ha dicho en su videocolumna que la Iglesia tiene una misión específica distinta a estas modas ecológicas”. Y apuntó: “Ha quedado en claro que separar el tema ecológico del teológico significa en rechazo en la fe que ha de encarnarse en todos los ámbitos humanos”. ¿Qué opinión le merece?

La afirmación es de una ligereza que muestra una profunda ignorancia teológica; no la calificaría de herética porque las herejías siempre han tenido un contenido que, aunque errado, muy inteligente en sus proposiciones y aquí, ese editorial es de pena por su frivolidad y falta de seria argumentación. De ese editorial podríamos sacar varias conclusiones. La primera sería que la Iglesia, en dos mil años, ha rechazado la fe porque hasta ahora descubrió a la diosa ecología y la integra a la teología. Esto es delirante y hasta patético.

Tales observaciones parecen cuestionarle. ¿Es así?

Te contesto no con argumentos teológicos sino con mi propio ministerio sacerdotal ejercido durante 25 años: Jamás en una homilía, en un retiro, en una hora santa, en una charla de formación, he hablado de ecología simplemente porque nada tiene que ver con la palabra de Dios, la vivencia de la fe en Jesucristo y el ejercicio del ministerio sacerdotal y tampoco lo haré en el futuro para no perder el tiempo. No por ello me pueden acusar de rechazar la fe.

Me saldrán con la soberana estultez de la “conversión ecológica”, pero eso es una patraña. La conversión en la fe cristiana siempre es a Jesucristo y su Evangelio, no a la ecología. Semejante despropósito es idolatría y superstición porque es tanto como endiosar al mundo y la naturaleza que están destinados a su destrucción al fin de los tiempos al menos que Dios se convierta en testigo de Jehová y haga del Amazonas el paraíso donde transcurra la vida eterna. Es de risa.

Son provocativas esas afirmaciones. Parece que usted es uno de los que no está de acuerdo con el sínodo amazónico. Sus ideas pueden traerle no pocas simpatías… ¿No le parece?

Estoy en contra de la locura en la que se ha caído… Esto ha llegado a la blasfemia y el sacrilegio. Ritos chamánico-satánicos en los jardines del Vaticano frente a la gruta de la Virgen de Lourdes, la procesión de una canoa, el aula sinodal con los ídolos del culto fálico y de la mujer desnuda, las danzas paganas al interior de la Basílica de San Pedro, las profanaciones de algunas iglesias romanas con ritos chamánicos y, en fin, abominaciones que a los católicos nos duelen y ofenden en lo más profundo. No es inculturación, es idolatría y profanación, actos que exigen reparación a la santidad de Dios ofendida gravemente. Por lo demás, no me preocupa este sínodo. Sucederá lo que al de los jóvenes, acabó en el basurero de la historia.

Finalmente, regresando al punto inicial de esta entrevista y aprovechando la experiencia que tuvo como director de comunicación social, ¿Qué vislumbra ante esta nueva etapa? ¿Por qué la revista de la arquidiócesis ya no tiene la misma influencia que su predecesor, el “periodiquito” que era buscado en las parroquias?

 A mí siempre me gusto que lo llamaran el “periodiquito”. No era peyorativo sino un término cariñoso, era gracioso que la gente me decía que le daba un doble uso… lo leía y si no lo coleccionaban, lo usaban para lavar ventanas. La nueva revista de la arquidiócesis ni para eso sirve. Intentaron darle nuevamente una fuerza editorial, pero bastó un editorial crítico cesar a la directora de comunicación y pusieran al semanario una vergonzosa mordaza. Eso, pese a las tremendas presiones, jamás sucedió con el cardenal Norberto Rivera. Jamás se doblegó a chantajes y presiones. Eso le dio una gran fuerza profética y social al periódico. Esos tiempos no volverán. Desde la fe es una publicación censurada, maniatada para complacer a los poderosos, perdió toda su credibilidad y empuje profético. Es muy triste y lamentable.

Todavía peor que esto, es el desmantelamiento de la oficina de comunicación. De ser una de las más importantes de México, que contaba con una agencia propia de noticias, el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México, SIAME, la gigantesca publicación de Desde la fe, del Osservatore Romano, con instalaciones de primer mundo para las que el cardenal Norberto Rivera y un servidor buscamos recursos para hacerla de punta, es ahora una oficina hacinada en el edificio de la curia, eso da vergüenza, dedicada únicamente a una publicación que está agonizando lentamente sin futuro alguno.

El trabajo de décadas, hecho con gran esfuerzo y sacrificio, fue destruido en apenas año y medio como muchas otras cosas en la arquidiócesis… dinamitadas sin saber ahora qué hacer con los escombros. Algunos podrán decir que hablo por resentimiento. No es así. Hablo con dolor por ver a mi arquidiócesis desmantelada y hundida en la desolación, la confusión, la desorganización, el desmembramiento provocando el enojo de muchos sacerdotes y laicos. La evidencia no se puede negar y a las pruebas me remito. Estoy dispuesto a responder a cualquier objeción, pero aquí no digo más que la verdad y es muy triste. Así está toda la Arquidiócesis o lo que ha quedado de ella.

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