Sacerdotes bendicen Ciudad de México desde las alturas “Si Jesús caminara entre nosotros, se subiría a un helicóptero”

“Si Jesús caminara entre nosotros, se subiría a un helicóptero”
“Si Jesús caminara entre nosotros, se subiría a un helicóptero”

*Laicos rentan aparato para llevar al Santísimo y bendecir a millones de habitantes.

*Zona de hospitales al sur de la Ciudad tuvo especial plegaria por médicos y enfermos.

*Cardenal Aguiar Retes rechazaría a quienes organizaron este singular evento.

Crece la creatividad pastoral en tiempos de pandemia y con ello, los esfuerzos para bendecir y confortar a quienes hoy se ven agobiados por la enfermedad y el dolor. En la víspera de la Vigilia Pascual, la arquidiócesis de México fue literalmente sorprendida cuando dos sacerdotes, gracias a la iniciativa de un grupo de laicos, llevó la custodia exponiendo a Jesús Eucaristía y bendecir a millones de personas en la mayor concentración urbana del país donde, con el pasar de los días, asciende el número de contagios por coronavirus.

El párroco Juan José Cedeño Serratos, de 43 años, y su vicario, el canónigo de catedral, Darío Bragado Rodríguez, de 90 años, llevaron este sábado santo a Jesús sacramentado en este singular vuelo cubriendo el área del Valle de México. Unas horas después del evento, el joven sacerdote concedió una entrevista a este blog para conocer las particularidades de la experiencia. Para el padre Cedeño y el canónigo Bragado fue una vivencia única, un regalo a toda la Ciudad de México gracias al discreto apostolado de un grupo de laicos quienes buscaron la mayor de las bendiciones que los creyentes puedan tener.

Padre Juan José y Mons. Bragado

Padre Juan José, ¿Cómo surgió la iniciativa? ¿Quién la organizó?

-Fue una experiencia maravillosa, iniciativa de un grupo de laicos. Su inquietud era que el Santísimo sobrevolara toda la Ciudad, ellos dispondrían de un helicóptero para rogar así por el fin de la pandemia del coronavirus. Me acompañó el padre Darío Bragado quien es mi vicario. Nos llevaron al aeropuerto y a las 10 de la mañana del sábado santo despegamos. Recorrimos todas las alcaldías de la Ciudad con el Santísimo, orando y rezando por una hora y quince minutos.

¿Cómo fue que este grupo de laicos dispusieron del helicóptero? ¿Son propietarios?

-No. Ellos rentaron este servicio de taxi aéreo. Conversé con el capitán de la nave quien me dijo que el servicio se renta por hora, aproximadamente por 20 mil pesos.

-¿Quiénes y cómo se prepararon para subir al helicóptero y realizar este vuelo?

-Cuatro personas hicimos el vuelo. Un servidor, el padre Darío Bragado, una amiga mía quien se encargó de documentar la experiencia y nuestro piloto. El viernes santo sólo tuvimos una reunión entre un servidor y el padre Darío para planear qué podíamos hacer. Escogimos oraciones específicas por las familias, los jóvenes, enfermos, los gobernantes y el personal médico que está luchando contra la pandemia, además de oraciones espontáneas y rogativas hechas quienes estuvimos ahí. Sobrevolamos dos veces la zona de hospitales de Tlalpan, pidiendo especialmente por los enfermos, el personal y el gremio médico.

¿Cuál fue la opinión de tu vicario, el padre Darío Bragado?

-Fue su primer vuelo en helicóptero. Tiene 90 años. Cuando le hice la invitación para acompañarme, no lo dudo. Ojalá ustedes pudieran sentir todo su entusiasmo y solidaridad para bendecir desde el cielo a nuestra Ciudad. ‘¡Claro que sí me subo!’, me dijo. Y aunque tenía un poquito de miedo, lo hizo porque sabía que esto era por la Iglesia: ‘Por mi Iglesia me arriesgo y nos subimos al helicóptero’, ¡Y tiene 90 años! ¡Qué hombre tan maravilloso, el padre Darío! Cuando amas el ministerio sacerdotal, te arriesgas. No importan las consecuencias. Asumes lo que sea por amor la Iglesia y por el bien de la gente. Por eso me sorprende que este hombre lo haya hecho.

¿Qué comentarios hubo después del vuelo?

-Quien fue muy susceptible al signo de la bendición fue el capitán. Él mismo nos acompañó en la oración. Nos agradeció mucho. Los mismos trabajadores de pista se acercaron para pedirnos la bendición. Sorprendidos por este hecho sólo atinaron a decir ‘gracias’. Claro que agradecí a quienes fueron responsables de este patrocinio y por este gran regalo a la arquidiócesis de México, a nuestra Ciudad sin distinción alguna. Gracias a ellos, la capital del país tuvo esta bendición de parte de Dios.

Basílica de guadalupe

Algunos piensan que subir al Santísimo a un avión o helicóptero es más un espectáculo irreverente. No lo ven como manifestación de bendición o fe. ¿Qué opinión tienes después de esta experiencia?

-Si Jesús caminara entre nosotros, también se subiría a un helicóptero o a un avión. Cuando publicamos las fotografías y videos, constaté la fe de la gente y su gratitud, aunque no nos hayan visto en el cielo. Y conocimos esta necesidad de la presencia de Dios en este momento. No fue un espectáculo porque no lo transmitimos en vivo. Se han hecho incontables mensajes de gratitud, no hacia nosotros, hacia Dios por esta singular bendición.

Hay algo que resultaría importante conocer. ¿Por qué se acercaron a ti y no al arzobispo de México o alguno de los auxiliares? Otros casos en el país han tenido por protagonistas a los obispos quienes han hecho personalmente las bendiciones…

-Sólo puedo decir, hasta dónde sé, que ellos sí se acercaron al cardenal Aguiar, pero no aceptó. No quiso ir. Las causas no las sabría decir.

-Podría darse un malentendido de los auxiliares y el arzobispo puesto que ustedes hicieron lo que ellos no aceptaron. Hasta posibles consecuencias ¿Cómo lo consideras?

No quisiera generar mayores controversias, pero sí hay cosas que pastoralmente se deben analizar en la actual crisis sanitaria donde muchos arriesgan su integridad, salud y vida, incluso el espíritu. Lamentablemente no pudimos transmitir el vuelo en directo, pero hemos hecho pública esta experiencia a través de las redes sociales. Ahí medimos el enorme agradecimiento de la gente por la bendición de la Ciudad, cosa urgente en estos momentos en los que crece el número de contagios. Los laicos comprenden perfectamente este signo y lamento que el cardenal no lo haya asumido puesto que es su comunidad, es su arquidiócesis. Sinceramente, cuando supe que el arzobispo no quiso hacer esto, pensé ‘No quiere a su rebaño, no estima a su pueblo’. Y bien lo sabemos, ¡cuántos obispos han subido a un avión o helicóptero! Con esto noté que el cardenal no quiere a su arquidiócesis. Hoy más que nunca se requiere de la oración y de los pastores para rezar por la Ciudad en momentos de gran dificultad.

¿Qué mensaje dejarías para quienes lean esta entrevista, para tus hermanos sacerdotes y para  tus superiores jerárquicos?

Estamos celebrando la resurrección del Señor quien es Vida en un momento de mucho dolor y sufrimiento. No tengamos miedo, debemos ser luz en esta oscuridad. No tengamos miedo en atender a nuestra gente, de dar la cara, de mostrar a Nuestro Señor Jesucristo. Es nuestra gente, el rebaño que nos toca apacentar. Necesitamos de estos signos, así cada persona percibe la presencia de Dios en la calle, en la casa, con los enfermos. Y a mis superiores digo lo siguiente: Qué maravilloso sería si el cardenal o alguno de sus obispos auxiliares hubieran subido a ese helicóptero. A ellos debería tocar este momento. Que nuestro cardenal no tenga miedo a la gente, a su arquidiócesis. Él es nuestro pastor y queremos que viva como pastor, no encerrado y con miedo. Debe salir y dar la cara con Nuestro Señor Jesucristo.

--OO--

El dato.

El Bell 429 XA-CRO es propiedad de una empresa aérea de traslados y fue usado también por el arzobispo de Toluca, Mons Francisco Javier Chavolla Ramos quien, junto con el obispo auxiliar, Maximino Martínez Miranda, hicieron una bendición sobre la provincia eclesiástica de Toluca abarcando los Estados de México y Morelos. El arzobispo de 73 años y su equipo subieron a este aparato el pasado jueves 26 de marzo.

Bell

Mons. Chavolla, 26 de marzo

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