Marihuana legal



El Semanario de Guadalajara. 1137 / Mucho se ha discutido acerca de la legalización del consumo de la marihuana para fines médicos o recreativos, en buena parte bajo la influencia de lo ocurrido en Uruguay, Estados Unidos y Canadá, pero en el debate mexicano llama la atención que una de las razones constantemente aducidas para dicha legalización sea la de poner fin a la violencia.

Se trata sin duda de un enfoque sumamente reducido, es tanto como seguir pensando que el narcotráfico se limita sólo a la marihuana y que es, desde ese único trasiego, donde se genera la violencia en nuestro país.

Como sabemos, las cosas ocurren de otra manera. Hace muchos años que la delincuencia organizada diversificó sus acciones de tal modo que, ni siguió dedicada sólo al tráfico de la marihuana, ni se limitó a este único tipo de delitos.

Por el contrario, el crimen organizado se constituyó en una superestructura capaz de proteger a todo tipo de bandas delincuenciales, nacionales y extranjeras, lo mismo si se dedican al secuestro, al robo de autos, de camiones de carga, de casas habitación, de chantajes telefónicos, cobro de plaza, venta de protección, tráfico de órganos, de indocumentados y, desde luego, tráfico de drogas, pero no sólo las baratas y comunes como la marihuana, sino -sobre todo- cocaína, heroína, y el de todas las que exigen de procesos químicos variados y complejos.

Leer o escuchar declaraciones u opiniones en el tenor de que legalizando la marihuana, la violencia se acabará, es sorprendente, porque revela un discernimiento de la realidad muy lejano de la realidad misma.

Ni siquiera legalizando todas las drogas la violencia se acabaría, ya que como digo, ésta se ha diversificado ampliamente, y no sólo eso, se ha vinculado de tal suerte que resulta igualmente ingenuo pensar que exista una estructura delincuencial solamente dedicada a traficar enervantes, y otras especializadas en otros crímenes, sin relación ni convivio entre ellas.

Pero si hemos de entrar en el debate mismo tendríamos que partir de una mirada de conjunto que incluya entre otras cosas el costo que tiene para la economía de un país favorecer conductas que posteriormente generan problemas de salud de tan alta magnitud que no habría presupuesto que alcance para resolverlos.

Igualmente, la sociedad y sus autoridades deben buscar en todo la congruencia… ¿Cómo que se pueden quitar los saleros de los restaurantes, porque abusar de la sal cuesta mucho en salud pública, y por otro lado se pretende favorecer el consumo de otras sustancias que son igualmente dañinas? Aún más, permitir el consumo recreativo de una sustancia pero no el de otras, ¿No es ya en sí mismo una contradicción? Sin duda que este tipo de propuestas nos recuerdan las decisiones del famoso alcalde de Lagos.

Tener ideas claras y distintas es de capital importancia a la hora de participar en cualquier tipo de debates, erradicando los juicios ligeros, las contaminaciones temáticas, los discernimientos superficiales, las visiones parciales, pues si partimos de este tipo de consideraciones los resultados que obtengamos serán siempre ineficientes.
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