En el mensaje por Pascua dado el Jueves santo en la misa crismal del presbiterio de la diócesis de Cuernavaca, Mons. Ramón Castro Castro levanta una voz profética, de anuncio y denuncia, con la esperanza puesta en el Resucitado para que las tormentas que nos agobian, al fin cesen y el pueblo de Morelos y de México entero tenga una tregua ante la rampante pandemia e incesante violencia que ha agobiado al pueblo mexicano, al pueblo de Dios

El texto es un duro repaso de la situación en la que nos encontramos. A pesar de vivir en una nueva realidad postpandémica, el obispo afirma que nos hemos “resistido” a ella por añorar el modo de vida anterior, por volver a lo mismo. La realidad “nos ha enseñado que somos parte de la misma barca” aludiendo las palabras del Papa Francisco, y la tormenta nos ha sacudió en “lo más frágil de nuestra realidad humana, se nos desenmascaró en nuestra vulnerabilidad…” Esto ha hecho que cada una de nuestras vidas sean cuestionadas en las aparentes seguridades en las que nos habíamos instalado. Castro Castro insiste en la situación de la pandemia de la cual surgen preguntas ineludibles: A la luz de la resurrección, ¿no es un signo de los tiempos esta tempestad del coronavirus? ¿Seguimos estando vigilantes… aún hay voz profética?

Sin embargo, la dura situación del país aún debe lidiar con “otras tormentas” que parecen azotar la barca de la Iglesia y de la nación en esta parte del mundo. Para el obispo de Cuernavaca es una tempestad de la que “no hemos querido salir”, la violencia que escala a niveles preocupantes. “Frente a esta realidad, no se pueden tener otros datos”, repasando así los delitos que, según el gobierno de México van a la baja, pero en la realidad es diferente apuntando hacia las autoridades por su incapacidad para otorgar la incumplida paz que los llevó al poder: “numerosos homicidios, robos, feminicidios. Naufragamos con una autoridad que niega esta realidad ante la señalización de los Estados Unidos de América que el crimen organizado controla el 35 % del territorio mexicano…” en referencia a la información que, en días previos a la Semana Santa, presentó la Secretaría de Estado del gobierno de los Estados Unidos sobre la crisis de derechos humanos en México causando gran malestar en la presidencia de la República, desestimándolos por ser asuntos que sólo competen a los mexicanos.

 Así, el obispo Castro Castro ahonda en algunas de las principales causas de la difícil situación del Estado centrándose en el problema económico, de empleos dignos, de la economía impuesta por los poderes fácticos del crimen a la población con las cuotas y del cobro del derecho de piso, de la progresiva degradación educativa acelerada por la pandemia que ha hecho que niños y jóvenes abandonen las escuelas para insertarse en los grupos criminales del aparente dinero fácil; de la agudización de las carencias del sistema de salud y el impacto de la crisis ambiental cuando es preocupante “la cantidad de espacios deforestados, el gran estrés hídrico… y los incendios forestales”.

Tampoco fue omiso en mencionar el momento político del país justo al inicio de la Pascua: las elecciones de junio donde se renovarán miles de cargos de elección popular a nivel estatal y federal. No obstante, advierte que el elemento político y de gobierno son el eje “en la estructura de la cadena de problemas” y denuncia el vacío de poder cuando la ciudadanía prácticamente vive en el desamparo por la falta de atención y escucha en la resolución de los conflictos comunitarios: “Aquellos que deberían aparecer como la figura máxima de resolución de conflictos, en un momento no se les puede contactar…” esto en referencia a las denuncias de asociaciones ciudadanas ante las prolongadas ausencias del gobernador desatendiendo los problemas del Estado de Morelos agobiado por la violencia.

Mons. Castro Castro señala que, ante este periodo electoral y de campañas políticas, el elevado número de partidos políticos en Morelos sea propicio para consolidar el poder de los grupos fácticos que buscan imponer candidaturas, entre ellos el crimen organizado que acentuaría la crisis “civilizatoria” del Estado.

A pesar de lo anterior, invita a una reflexión pausada y ponderada del voto libre, universal, directo, personal, secreto e intransferible: “Nadie les puede obligar a votar por un candidato o condicionar su voto por un derecho a un programa social…” exhortando a los ciudadanos a “actuar con conciencia responsable, ya que de esto depende el rumbo de nuestra nación”.

Al concluir el mensaje de Pascual, el obispo de Cuernavaca invita a no tener miedo y tener esperanza en el resucitado. “En Jesús encontramos el consuelo del único Pastor que no abandona nunca a las ovejas”.