Alberto Aranda Cervantes fue de los estructuradores de la pastoral litúrgica en México Muere creador de “Firminio y Liberio”

Muere creador de “Firminio y Liberio”
Muere creador de “Firminio y Liberio”

El Misionero del Espíritu Santo deja de existir a la edad de 87 años. Inició la nueva etapa de la revista “Actualidad Litúrgica”. Visitó las diócesis de la República para conocer las necesidades relativas a la liturgia y oración de las comunidades.

Generaciones sacerdotales crecieron y se formaron con ellos. La revista “Actualidad Litúrgica” no podía estar completa sin Firminio y Liberio, dos personajes de ficción que, en las exigencias de los tiempos de renovación o tradición, ponían en aprietos a los atribulados fieles para saber qué era lo correcto, lo más agradable a Dios. Firminio, cura chaparrito y regordete era el cura malhumorado tradicionalista de amito, sotana y bonete que echando mano del escrúpulo, ponía a temblar a los creyentes para actuar como máquina de la liturgia y contar hasta los pasos que el celebrante y acólitos debían dar en el presbiterio so pena de contaminar el acto sagrado. Para estos tiempos era el temido clericalista.

Liberio, es el cura posconciliar que ni por error se ponía sotana. De usar alzacuello, lo haría con camisas de colores pastel, nada de la sobriedad del negro. Contrario a su colega, la sonrisa iba de oreja o oreja. Formado en la renovación, la manga era tan holgada que se ponía al extremo. Para él, lo importante no era la forma sino la intención del espíritu. Alto y delgado, usando jersey de cuello de tortuga de la revolución de los 60, Liberio era el padrecito a la onda, los detalles están en el corazón de los fieles y no en los signos de la liturgia.

Firminio y Liberio fueron protagonistas de la revista por casi 20 años desde 1980 a 1999. Los padres de los personajes, Alberto Aranda Cervantes, Misionero del Espíritu Santo y Antonio Serrano Pérez,de la Compañía de Jesús, enseñaban en cápsulas litúrgicas los dilemas que, en el fondo, no eran solo de Firminio y Liberio, podrían ser los mismos de obispos y sacerdotes en la eucaristía dominical.

firmino

Ayer 17 de diciembre, Alberto Aranda Cervantes dejó de existir a los 87 años. Nacido en San Luis Potosí un 6 de enero de 1933, ingresó con los Misioneros del Espíritu Santo donde realizó su profesión de votos a los 18 años, en 1951. Ordenado sacerdote en junio de 1960, realizó una especialización en sagrada liturgia en el Instituto de San Anselmo en Roma. En 1965 regresó a México para encargarse de labores propias de su congregación y sería el inicio de la labor y diseño de la pastoral litúrgica. Aranda Cervantes, por encomienda de Mons. Arturo Antonio Szymanski Ramírez, realizó la visita a todas las diócesis del país existentes para dar forma a un área dispersa, casi desorganizada, tarea realizada en conjunto con el director de Buena Prensa, el jesuita Wilfredo Guinea, sacerdote trágicamente desaparecido en 1998 al haber sido secuestrado y muerto cuando fue secuestrado.

Junto con el jesuita Pedro Ignacio Rovalo Azcué, fallecido en 2018 y estimado como el ceremoniero de los obispos, perfilaron la revista “Actualidad Litúrgica” como subsidio litúrgico ahora indispensable para cualquier párroco.

Aranda Cervantes fue fundador de la Sociedad Mexicana de Liturgistas -SOMELIT- y consultor para la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos durante el pontificado de Juan Pablo II. Autor en la casa Buena Prensa, sus publicaciones son apreciadas especialmente por su pedagogía. Como las cápsulas de Firminio y Liberio, es reconocido por obras como el manual de liturgia Manantial y Cumbre (Buena Prensa) o Siete Animales Símbolos de Cristo (Buena Prensa). “Sólo las cosas espirituales más altas las podemos explicar y entender con signos y símbolos” explicó en una entrevista en la que presentó esa obra.

Las causas de su muerte trascendieron en un sencillo mensaje difundido por correo electrónico de la Provincia de los Misioneros del Espíritu Santo. “Hace unas pocas horas acaba de fallecer el P. Alberto Aranda cervantes, MSpS a la edad de 87 años, en su comunidad de San Felipe de Jesús en el centro de la Ciudad de México. A la hora de comer, el superior de la comunidad, P. Víctor Villela, MSpS, fue a buscarlos para acompañarlo al comedor, ya que el P. Alberto se había encontrado un poco débil estos últimos días. Al entrar en su habitación, lo encontró de pie intentando caminar, pero sin poder hacerlo, muy débil. Lo ayudó a acostarse en la cama y a los cinco minutos, sin sufrir, dejó de respirar y así, discretamente, entregó su espíritu al Señor”.

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