Después de un retraso de una hora, comenzó la Conferencia de Prensa en el búnker de la Procuraduría capitalina, en la que se limitó a presentar una cronología de las últimas horas con vida de Leonardo Avendaño, un día después de que fuera detenido el sacerdote Francisco “N”, por su presunta participación en el homicidio.

La procuradora Ernestina Godoy, habló sin proporcionar detalles sobre el posible móvil del homicidio, ni cuántas personas aparecen en los videos recabados por la policía de Investigación. Su mensaje sólo le llevó un minuto,

Cedió inmediatamente la palabra al subprocurador de Averiguaciones Previas, Rodrigo de la Riva Robles, quien detalló que el hoy occiso, habría enviado mensajes de texto que supuestamnete envió a sus amigos, además de videos que muestran la ruta que siguió su camioneta la noche de su asesinato.

Por ello, aseveró que con las pruebas recabadas a través de telefonía, cámaras de seguridad y testigos, se pidió al juez la orden de aprehensión de Francisco “N”.

De la Riva Robles informó que a las 10 de la noche del 11 junio, Leonardo envia un mensaje en el que avisa que pasaría la noche en la casa del sacerdote Francisco “N”, probable responsable, a las 10:56 de la noche envía un segundo mensaje donde confirma su llegada al domicilio.

A las 11:04 de la noche, Leonardo entra a la casa del presunto responsable donde permanece 3:16 de la mañana del 12 de junio, hora en la que las cámaras del C5 captan su salida del inmueble y comienzan el seguimiento de su camino.

A las 3:16 de la mañana ambos salen en la camioneta de Leonardo y se dirigen rumbo a la carretera Picacho-Ajusco. A las 3:48 de la mañana, la unidad toma rumbo hacia el punto donde finalmente encontraron su cuerpo.

El subprocurador informó que las cámaras captaron a un segundo vehículo que llegó al lugar donde fue encontrado Leonardo a las 3:49 de la mañana y se retiró 13 minutos después, con rumbo a la carretera Piacacho-Ajusco. Se presume que en dicho automóvil escapó el presunto asesino.

Al culminar la conferencia, en pasillos del búnker de la Procuraduría capitalina, se escuchaban voces de reporteros de la fuente policíaca, quienes con enfado se quejaban del “pobre” avance en la investigación e incluso se aventuraban a señalar que “ante la presión social por la ola de asesinatos sin resolver, fabricó un culpable”, y ese era el sacerdote hoy acusado de dicho homicidio.