Editorial CCM “Veneración a la Virgen y el respeto a Juárez”

“Veneración a la Virgen y el respeto a Juárez”
“Veneración a la Virgen y el respeto a Juárez”

¿Qué se puede pensar? ¿Por qué, mientras millones dejaron de venir a Basílica, otros más inundan las calles, abarrotan comercios, van de vacaciones, escapan a las playas, hacen reuniones, viven en cenas, placean en restaurantes, conviven en bodas, ansían fiestas? 

Editorial CCM

Tras la expectativa y nerviosismo, el 12 de diciembre tuvo, afortunadamente, un “reporte blanco”. La campaña disuasiva para que millones de peregrinos se abstuvieran de peregrinar a Basílica de Guadalupe tuvo una respuesta positiva. Solo algunas personas intentaron llegar al recinto mariano provenientes de diversos puntos del país, pero la situación pudo ser controlada impidiendo la concentración masiva que pudiera haber provocado miles de contagios.

El análisis obligado lleva a decantar dos vertientes de este México de irrealidades. El primero es el que utiliza el gobierno de la República. El presidente de México echa mano de la red social tuiter para emitir un revelador juicio que podría ser epítome de la dramática situación que vivimos. Con unas fotos del área de Basílica, el presidente ilustra el siguiente comentario:No hay mejor muestra de la responsabilidad del pueblo de México ante la pandemia, que esta imagen de la Basílica en el día dedicado a la Virgen de Guadalupe. Entre todos los símbolos, los mexicanos sitúan en primer lugar la veneración a la Virgen y en segundo el respeto a Juárez.

Sin embargo, no se evade una realidad. Si bien Basílica lució desierta, los alrededores revelaron que cada vez más mexicanos viven como si el virus fuera producto de la ciencia ficción y los muertos, los de un cuento de terror. A lo largo de pandemia y desde el fin del primer confinamiento, la irresponsabilidad ha sido punto de nodal además del mal manejo de la situación, con mensajes contradictorios que invitan a la gente a relajar las medidas.

Un millón 241 contagios acumulados y mas de 113 mil muertos son el saldo crítico de la enfermedad que está sin control. ¿Qué se puede pensar? ¿Por qué, mientras millones dejaron de venir a Basílica, otros más inundan las calles, abarrotan comercios, van de vacaciones, escapan a las playas, hacen reuniones, viven en cenas, placean en restaurantes, conviven en bodas, ansían fiestas? Empresarios, de forma desvergonzada, exhiben sus convivencias de fin de año y, otros más, ciudadanos comunes, presumen la irresponsabilidad como si fuera algo de lo cual se debería estar muy orgulloso. El aumento de casos tiene todo eso, que la gente se ha “envalentonado” por esas medidas distractoras cuando, desde la Secretaría de Salud, se hizo creer que el cubrebocas era innecesario, el coronavirus, una gripita o los enfermos podían llevar el mal sin problema, tan sólo con paracetamol y reposo.

No obstante, el tigre escapó y ahora se quiere dar un mensaje que llega demasiado tarde. A pesar de los llamados al uso del cubrebocas, muchísimos apresuran el paso hacia la muerte. Ahora, con las noticias de la próxima vacunación, se da un arma de doble filo, cosa que ya advirtió la OMS al señalar que, aún cuando los millones de inoculaciones contra el covid-19 están listas, estamos lejos de “haber domado la pandemia”. Pero desde Palacio Nacional vienen lo errático. Porque en tiempos de pandemia, venerar a la Virgen y respetar al Benemérito, es equivalente a decir que los mexicanos se persignan y salen a las calles porque el coronavirus simplemente les “hace lo que el viento a Juárez”.

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