Editorial CCM Volver a los templos, riesgos y oportunidades

Volver a los templos, riesgos y oportunidades
Volver a los templos, riesgos y oportunidades

Progresivamente, la nueva normalidad incorpora actividades no esenciales, necesarias para que millones de mexicanos tengan los ingresos para su subsistencia; a la par, esos empleos, trabajos y actividades tienen consigo beneficios recreativos, culturales y sociales que dejaron de realizarse por la pandemia retomándose ahora sin dejar de advertir de los riesgos en este tiempo de especiales dificultades económicas y sociales.

Las actividades de culto público fueron restringidas a lo largo y ancho del territorio nacional. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), desde marzo pasado, recomendó a todos los obispos la dispensa del precepto dominical y el uso de los medios electrónicos para impedir la congregación de fieles y prevenir potenciales contagios; en cuestión de meses, el regreso a los templos debería darse bajo medidas sanitarias y controles restrictivos para todos. En mayo, la CEM publicó los lineamientos generales para la reapertura al culto religioso. Las directrices del documento apuntaron hacia la promoción de campañas, animación y preparación hasta los procedimientos sobre cómo adoptar en la práctica las medidas necesarias para las celebraciones y prevenir contagios.

Si bien, el documento fue una base útil, la gran variedad de condiciones sociales y geográficas del territorio nacional hacen prácticamente imposible una aplicación general y uniforme. Atendiendo a la heterogeneidad, cada diócesis vería en conveniencia la forma progresiva para volver a la normalidad teniendo en cuenta los contagios y zonas de riesgo conforme a los semáforos de las autoridades.

Poco a poco, algunas diócesis han abierto los templos con éxito relativo. El 15 de junio, la arquidiócesis de Guadalajara estimó oportuna la apertura a la par de otras actividades no esenciales en el Estado de Jalisco; en Monterrey, el alto número de contagios obligó al arzobispado a restringir los actos de culto en fines de semana. En la arquidiócesis de México, la apertura fue aplazada en tres ocasiones y se recomendó la realización de celebraciones “ad experimentum” a manera de ensayo que implicó, el regreso no autorizado de fieles a los templos, formalizándose a partir del 26 de julio. No obstante, otras no han tenido mejor fortuna debido a los cauces de la pandemia. Tal es el caso de las arquidiócesis de Puebla y Tijuana. La apertura es prácticamente imposible prolongando así la sequía que inició desde marzo.

Para nadie es desconocido que la Iglesia católica nacional ha resentido estas condiciones. La merma económica ha llevado a la reinvención para la captación de recursos a través de la promoción de actividades de culto en redes y plataformas digitales; de igual forma, los santuarios más importantes a nivel nacional han perdido peregrinaciones como Basílica de Guadalupe donde se han cancelado más de 2 mil peregrinaciones o la Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos aún cerrada y que, a lo largo de año, recibe hasta 9 millones de peregrinos.

Sin lugar a duda, aunque los templos pudieron permanecer abiertos para la oración, regresar al culto público restringido representa un signo de esperanza y de responsabilidad. Hay una pandemia activa en México y, desde marzo, cuando se impuso la Jornada Nacional de Sana Distancia, los contagios y muertes han venido en aumento sin que la curva logre venir abajo. Volver a los templos es un riesgo, pero además es signo de responsabilidad.

Autoridades religiosas no pueden lavarse las manos para dejar a los párrocos la apertura a libre disposición y tampoco los fieles deben ser negligentes e irresponsables. Hay muchos católicos y fieles de otras denominaciones religiosas que quieren volver a los templos a ejercer su derecho de reunión y de culto además de ayudar a sus parroquias y comunidades para sacarlas a flote. Para la vida de fe, la pandemia abre riesgos y oportunidades advirtiéndonos de que, en la llamada nueva normalidad, el virus sigue entre nosotros, está activo e invisible enfermando y quitando la vida de miles de personas en México.

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