Ella confortó a México en desastres y pandemias La milagrosa Virgen de Guadalupe

La milagros Virgen de Guadalupe
La milagros Virgen de Guadalupe

¿Perdurará en la memoria o solo un vago recuerdo? Cuando Guadalupe quedó sola en su “Casita”. Como lo fue siglos atrás, cuando Ciudad de México, azotada por calamidades, desastres y epidemias, causaron el dolor, el tormento y la muerte, Ella estuvo aquí, presente, bajó de su nicho para caminar con el pueblo…

No hubo peregrinos… en estos días, la fe desbordaba y millones esperaban el momento de la más grande de las fiestas del pueblo de México. Hoy, las calles desoladas, pocas personas, y sólo lo virtual, lo que simula pudo ser verdadero, de no haber virus, el omnipresente virus que ha cobrado la vida de

¿Quedará en la memoria del pueblo católico este día? Cuando Guadalupe quedó sola en su “Casita” ¿Perdurará en la memoria o solo un vago recuerdo? Como lo fue siglos atrás, cuando Ciudad de México, azotada por calamidades, desastres y epidemias, causaron el dolor, el tormento y la muerte, pero Ella estuvo aquí, presente, bajó de su nicho para caminar con el pueblo…

Virgen de Guadalupe. Peste

En 1544, trece años después de las apariciones, una peste diezmó a la población. Se creía que era la viruela, pero las investigaciones han descubierto que era una terrible conjunción de enfermedades, “cocoliztli”, el mal provocado quizá por una combinación de viruela, sarampión, fiebre hemorrágica viral y salmonela. Las crónicas dicen que fue un desastre que acabó con la mitad de la población indígena y se extendió desde Guatemala hasta el norte del Virreinato.

Los franciscanos de Tlatelolco organizaron una peregrinación hasta el Tepeyac para rogar a la Virgen por la devolución de la salud. En el Nican Motecpana de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl se consignó el milagro de la sanación cuando la devoción del pueblo, gracias a los franciscanos, el cocoltzi desapareció.

En 1629, la capital del virreinato sufrió una terrible inundación. Francisco Manzo y Zúñiga, arzobispo de México, trasladó la imagen desde el Tepeyac hasta catedral. Cuenta Bernardo García Martínez en Arquelogía Méxicana que del 21 al 22 de septiembre de 1629 de la orgullosa y prepotente ciudad de México sólo emergía un pequeño pedazo alrededor de la plaza mayor. A este lugar se le llamó isla de los perros porque muchos buscaron refugio allí. Pero el resto del casco urbano quedó cubierto por uno y en partes hasta dos metros de agua. y la inundación había causado centenares de muertes y el colapso de chozas, jacales y casuchas. Los pisos altos, secos, no eran muchos… La inundación casi desapareció a la capital, de no ser por la intercesión de la Virgen que se quedó en catedral. Las aguas retrocedieron y cinco años después regresó a su santuario en 1634.

En el Álbum Conmemorativo del 450 Aniversario, se escribe que el “principal y mayor efecto de esa presencia -durante la inundación- fue el acrecentamiento considerable de la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe”, no sólo entre los humildes, incluso entre los nobles, el virrey Sotomayor y Luna le costeó un tabernáculo de plata maciza y esa misma albergó la sagrada imagen.

Uno de los milagros que recuerdan esas crónicas la curación de la tos chichimeca de 1633. Hoy sabemos que la tosferina de ese tiempo se agudizó por un brote de viruela en 1650 que acabaron con el 80 por ciento de la población de la Nueva España. Para curar la tos, la Virgen de Guadalupe fue sacada en procesión para aplacar las calamidades de la ciudad. En esos años, el culto a Guadalupe ya había sufrido una mutación. Gracias a los dominicos, entre 1632 y 1633, se daba una veneración pública a la imagen, aprecio que crecía entre las principales órdenes religiosas entre esas, la de los jesuitas.

Desde la prodigiosa aparición de 1531, la Virgen de Guadalupe acompañó el tiempo convulso del nacimiento de la nación mestiza que ahora somos. Los testimonios se cuentan por miles, los de un pueblo que ve en Ella la esperanza cierta ante los oscuros tiempos que vemos. Seguro ya se cuentan las primeras historias de la intervención divina en pacientes recuperados por la nueva pandemia. Habrá nuevos exvotos, quizá virtuales, creados en pixeles, que tributarán el sentimiento agradecido por sanar gracias al maternal amor de la Mujer vestida de Sol con la luna a sus pies.

Y los tributos seguirán… en exvotos ricos o sencillos, testimonios por haber superado tremendas y desgarradoras circunstancias. Por confortar los sinsabores y dolor de la vida, desde la enfermedad irremediable hasta los narrados en increíbles relatos para recuperar el habla por cosas que, para los incrédulos, son simplemente inverosímiles… Gracias Madre del Cielo.

exvoto extraterrestre

Volver arriba