Como los Reyes Magos, podemos ofrecer oro, incienso y mirra "Si perdemos la capacidad de adorar... la Iglesia será una empresa": Obispo de Cuernavaca

"Si perdemos la capacidad de adorar... la Iglesia será una empresa": Obispo de Cuernavaca
"Si perdemos la capacidad de adorar... la Iglesia será una empresa": Obispo de Cuernavaca

Los Magos adoraron, se pusieron de rodillas ante el misterio, ante Dios. Hoy cada vez más somos incapaces… estamos atrofiados para descubrir y adorar a Dios.

En la homilía del domingo de la Epifanía del Señor, Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca, reflexionó sobre las actuales condiciones seculares que hunden a los seres humanos en la soberbia que no le permiten doblar las rodillas para reconocer el misterio de Dios como lo hicieron los sabios de oriente, los Reyes Magos, quienes se postraron al contemplar al recién nacido en el pesebre.

“¿Nosotros qué regalos podemos ofrecer a Dios?” Como ellos lo hicieron, “también podemos ofrecer incienso, oro y mirra…”

El oro más fino para Dios, según el obispo, es “el espíritu de desprendimiento…” Enérgico y firme, explicó que tal actitud implica el desprendimiento de “bienes materiales y usarlos como medios, no como un fin…”

El incienso es esperanza, “todo deseo que sube a Dios ha de llevar una vida noble… como ese incienso que sube. Comprendiendo, siendo buen amigo, poniendo en práctica las virtudes cristianas como la justicia, lealtad, fidelidad, comprensión, la generosidad. Ahí está el incienso que llega hasta Dios”.

La mirra es el regalo más valioso. El obispo explicó que este regalo es “sinónimo del sacrificio… No debe faltar nunca el sacrificio en nuestra vida, de ahí que podamos ofrecer tantas cosas… nuestras enfermedades, nuestros dolores, nuestras cruces, todos los pequeños vencimientos que hay que hacer para que muera el amor propio… Esa es la mirra y algunos dicen que tiene más valor que el oro y el incienso, de eso nos ha dado ejemplo el Señor que se ha sacrificado hasta dar la vida por nosotros”.

En la conclusión Mons. Castro Castro recordó que los Magos de oriente tuvieron una estrella que los guió hacia alguien superior, para nosotros “Hay una estrella siempre viva, siempre cercana y fiel: María Santísima. Con su vida y ejemplo nos enseña el camino que debemos seguir. Ojalá que te decidas, como conclusión y regalo de una verdadera Epifanía, a dar al Niño oro, incienso y mirra…”

Previamente a esta reflexión sobre los regalos que cualquier persona puede ofrecer en este día de Reyes, el obispo indicó la naturaleza de la misión de los Magos, la búsqueda de Dios como inquietud para moverlos al encuentro del Niño. Para Castro Castro, la inquietud de nuestro tiempo es ir en búsqueda de ídolos asequibles. “Bien lo dijo de una forma clara san Pablo VI. El hombre posmoderno ya no busca a Dios. Esto es preocupante. ¿Qué es el tesoro más grande que tenemos? De ahí entonces que podemos cuestionarnos: ¿Tienes deseo de buscar a Dios? ¿Emprendes el camino de esa búsqueda de Dios? Hay muchos caminos… pero si no hay deseo de búsqueda, no habrá encuentro, al menos no con Dios. Te vas a encontrar con tus ídolos, pero no es lo mejor en la vida, ni lo más bello ni lo definitivo”. Los caminos para llegar a Dios son así los de la oración, del estudio de la verdad, de la comunidad, de la familia, del servicio, de la entrega generosa, del propio trabajo, incluimos el dolor y la enfermedad, caminos que llevan al encuentro con Dios… ¿Qué buscan en la vida?  Hoy el hombre post moderno sufre una atrofia, la de adorar a Dios… “Los Magos adoraron, se pusieron de rodillas ante el misterio, ante Dios. Hoy cada vez más somos incapaces… estamos atrofiados para descubrir y adorar a Dios. Hoy las personas no son simplemente ateas, son agnósticos. ¿Qué quiere decir que sean agnósticos? Que ni siquiera tienen la fuerza para ser ateos… Muchos hemos envejecido de manera espiritual, nos hemos endurecido por dentro”.

Citando el jesuita Alfred Delp, condenado a la horca en 1945 en la prisión de Plötzensee, el obispo de Cuernavaca enfatizó: “El endurecimiento interior es el mayor peligro para el ser humano… Muchas veces tiene su causa en la desmedida ambición y egoísmo”. Dios así se convierte en artículo de consumo… cuando se pierde la capacidad de adorar, entonces “la Iglesia se convierte en una empresa”, afirmó.

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