El miércoles de ceniza, el rito litúrgico más propio, nos invita a recibir la este signo penitencial impuesto sobre la cabeza; sin embargo, no excluye otras formas. En ambientes sencillos de México se ha acostumbrado a recibir ceniza en la frente. El Pueblo de Dios, espontáneamente, lo busca así, no en un afán de protagonismo sino de testimonio de fe opuesto a la actitud “vergonzante” de ocultar nuestra pertenencia a Cristo, como el caso de quienes buscaban recibir la ceniza lo más tarde posible para que no los vean en sus trabajos. El Pueblo sencillo confiesa su fe con el signo de la Cruz visible en su frente, gesto permitido por la liturgia toda vez que no se especifica ni se preceptúa forma determinada.

Sabemos lo que la ceniza nos invita a reflexionar. Somos polvo, en nuestra muerte volveremos al polvo y se nos invita a la conversión profunda, a creer en el Evangelio de Cristo.  Eso es reforzado en nuestro Pueblo con el testimonio potente y visible de la Cruz.

En América Latina y otras latitudes, este es el modo concreto arraigado en la cultura, en la memoria histórica y en la religiosidad popular en el día del inicio de la Cuaresma.

Debido a la contingencia sanitaria, en este 2021 la ceniza será recibida de diversas maneras según países, parroquias o diócesis. La esencia y espíritu de la breve nota de la Congregación Vaticana para el Culto Divino del 12 de enero 2021, no prohíbe forma alguna de recibir la ceniza, pues el mismo Misal Romano vigente no lo hace. Asegura lo más posible las medidas sanitarias convenientes en la recepción de este sacramental.

Tomando en cuenta que una inmensa mayoría de católicos se han acostumbrado a asistir al templo, incluso quienes no son practicantes, la creatividad pastoral no se ha hecho esperar de parte de obispos y sacerdotes.

Algunas diócesis, por ejemplo, distribuirán la ceniza en algún recipiente o bolsita participando de una celebración, después de escuchar las palabras del ministro se podrán signar ellos mismos con la ceniza. Otros la recibirán en su cabeza y con su mano, parte de esa ceniza la colocarán también en su frente signándose.

Otros más la podrán recibir en su mano con una cucharita que un ministro les dará y se signarán con ella. En fin, esperemos que, guardando estrictamente las prudentes medidas sanitarias, la creatividad pastoral pueda preservar el potente signo de la Cruz tan sentido en nuestro Pueblo y no se contribuya indirectamente a su desaparición pues esta Cruz es señal visible de un cristianismo popular, pero también auténtico, edificante y evangelizador.