Entrevista a Mons. Francisco Daniel Rivera Sánchez, electo obispo auxiliar de México "La tarea del sacerdote está lastimada"

"La tarea del sacerdote está lastimada"
"La tarea del sacerdote está lastimada"

"Esta nueva experiencia me abre, por una parte, a una sensación dolorosa por el cambio tan radical de lo que es mi vida religiosa en la congregación, pero por otra me adentra en un trabajo de equipo entre 6 obispos que amamos a la Iglesia, que queremos a la Ciudad de México y que estamos dispuestos a trabajar al servicio de los fieles aquí en la ciudad".

P.- ¿Cómo tomó la noticia que le dio el señor Nuncio?

Para nosotros religiosos no es tan ordinario que haya nombramientos para Obispo, pues el camino más ordinario para llegar al Episcopado es la vida diocesana.

Entiendo que el deseo del señor Cardenal sea incorporar y enriquecer un la experiencia del episcopado al integrar a un religioso. La verdad es que nunca lo imaginé, menos ahora que yo estoy hasta el día de hoy estaba como Superior General de los Misioneros del Espíritu Santo, con un proyecto todavía a realizar durante dos años que me faltaban de mi periodo de gobierno. El lunes pasado me citó el Nuncio Apostólico, Don Franco Coppola, para hablar conmigo, no me extrañó mucho porque a veces por cualquier otro asunto tenía yo que hablar con él y el lunes me dijo que el Papa me había elegido para ser obispo auxiliar.

Como podrás imaginar es una llamada que el Señor me hace de una manera intempestiva, inesperada y estos 4 días, además bajo secreto pontificio, fue un tiempo para estar orando, para estar asimilando, con un sentimiento de no ser la persona más adecuada, pero también de una disposición interior a servir a la Iglesia de México con cariño y con todo lo que yo pueda.

P.- ¿Qué significa para usted el nombramiento de auxiliar de la Arquidiócesis de México?

Para mí realmente es un honor el poder compartir con mis hermanos obispos este ministerio aquí en la Arquidiócesis.

La Arquidiócesis de México está formada por un clero que tiene un porcentaje muy alto de religiosos; entonces el que quede yo integrado en el equipo es una expresión de interés del señor Cardenal por incluir la fuerza, la vida, la riqueza de los carismas de las congregaciones religiosas que estamos presentes en el territorio de la Arquidiócesis y de una colaboración mutua pues en el servicio a la Arquidiócesis.

Entonces, para mí esta nueva experiencia me abre, por una parte, a una sensación dolorosa por el cambio tan radical de lo que es mi vida religiosa en la congregación, pero por otra me adentra en un trabajo de equipo entre 6 obispos que amamos a la Iglesia, que queremos a la Ciudad de México y que estamos dispuestos a trabajar al servicio de los fieles aquí en la ciudad.

P.- ¿Qué espera usted de este ministerio que el Papa le encomienda?

El obispo, participa más directamente de la responsabilidad de la evangelización y el acompañamiento de la Iglesia. El Obispo es el pastor, los sacerdotes son colaboradores del Obispo en la tarea de la evangelización. Se trata de asumir ahora la tarea del ejercicio del ministerio sacerdotal, pero desde esta perspectiva: colaborar como pastor en acompañamiento de la Iglesia.

Para mí es un honor, que pese a la pequeñez de mi persona, de mis límites, el Señor y la Iglesia pongan sus ojos en mi persona para poder colaborar en esta tarea.

Realmente, esto lo veo con mucha gratitud hacía Dios, hacía la Iglesia local, sobre todo en la persona del Arzobispo y de aquellos a quienes entrevistaron antes de hablar conmigo y dieron su punto de vista a favor de que yo pudiera servir en esto. Confío en que con la gracia de Dios, pueda dar respuesta a este honor de poder colaborar.

P.- ¿Cuáles son los retos para usted como auxiliar?

Creo que un reto muy inmediato es integrarme lo más que pueda al equipo, el señor cardenal nos ha invitado a que los cinco obispos auxiliares vivamos juntos, en la misma casa, es un primer reto, crear una verdadera fraternidad; que nos apoyemos, que nos conozcamos, que nos ayudemos, que podamos dialogar de las necesidades de las arquidiócesis, etcétera.

Si entre nosotros y el señor Cardenal estamos bien, podremos servir mejor.

Otros retos, de momento no podría responderte. No conozco a fondo cuáles son en su conjunto las necesidades de la Arquidiócesis, porque aunque tengo una noción, ya en lo concreto es algo que tengo que empezar a estudiar.

Tendremos una reunión, Dios mediante dentro de unos días con el Señor Cardenal, pues apenas nos vimos una vez, tendrá que darnos las tareas pastorales que nos corresponden. Cada tarea pastoral tendrá sus retos que afrontar.

Tendré que favorecer dentro de mí una disposición, con generosidad de corazón para estar atento a las necesidades de los hermanos, de los sacerdotes, y poderlos servir lo mejor que pueda. Yo creo que estos son los retos más importantes.

P.- ¿Qué espera Usted de la Arquidiócesis de México?

Nosotros consagramos nuestra vida al servicio de la Iglesia. Para mí el cambio es fuerte porque la experiencia del servicio de la Iglesia desde la vida religiosa es diferente al de la Arquidiócesis. Yo espero poderme adentrar en la vida de la Arquidiócesis, servir lo mejor que se pueda.

De parte de la Arquidiócesis los primeros signos han sido de una grande acogida, comenzando por el señor Cardenal y por mis hermanos obispos.

Espero que el clero de la Arquidiócesis también me abra las puertas y, en general, los fieles.

El Papa desde que lo eligieron dijo que pidamos por él. Yo quiero pedirle a la arquidiócesis que me entienda, que nos entienda que estamos a su servicio, y que contamos con su oración, con su cariño.

P.- ¿Cuáles son sus temores?

Si veo hacía mí mismo, el temor es que no entre como debo. No es lo que deseo porque mi intención es el de estar realmente al servicio.

Me cuesta trabajo responder a esta pregunta, no conociendo todavía.

Estoy consciente de que el momento de la Iglesia que estamos viviendo, no es un momento fácil. Creo que hay grandes problemáticas en la sociedad actual donde la Iglesia tiene una palabra que decir, son grandes las tareas que la Iglesia tiene actualmente, debe afrontar las dificultades que vive la gente, yo quisiera verlas más como retos que como temores.

Creo que la misma experiencia de mi vida religiosa, de vivir en comunidad y la experiencia que he tenido a lo largo de estos años como religioso en diferentes áreas, en diferente pastorales y en diferentes países, me ha abierto el espíritu a estar atento y disponible a las necesidades que me corresponden; entonces ahora, repito, el gran reto es conocer mejor las necesidades de la arquidiócesis y tratar de responderle con mayor fuerza.

Ahora que me lo preguntas y que me haces tomar conciencia me da gusto que no me siento temeroso, sino más bien invitado a la generosidad y al el servicio.

P.- ¿Cuáles son sus esperanzas?

La esperanza, creo que tanto del señor Cardenal como de los obispos que vamos a colaborar con él, es de poder estar cerca del corazón de la Iglesia de México, que haya un proyecto pastoral que llegue y que toque a la Iglesia de la Ciudad de México.

P.- ¿Qué espera usted de los fieles y el presbiterio de la Arquidiócesis?

Espero, en relación con los sacerdotes que trabajemos juntos en una renovación de nuestra vocación al servicio.

La misma tarea del sacerdote hoy está un poco lastimada, por algunas situaciones que conocemos todos y que se han ido extendiendo, creo que el pueblo de Dios necesita también la figura de sacerdotes que sean más entregados, más santos, que seamos portadores del Evangelio.

Espero que en unión con el clero, podamos trabajar en este camino de renovación vocacional y que se pueda hacer un trabajo conjunto, que haya un buen entendimiento entre el clero y sus obispos, para que esta tarea la podamos hacer juntos.

Y hacía los fieles, la primera tarea es el que sepamos acercarnos a ellos, entender sus necesidades, sus riquezas y que juntos vayamos promoviendo, todo el bien que hay en la gente tan buena que tenemos aquí, en transmitirles a ellos la esperanza y la fe, y que ellos nos acompañen, nos ayuden a ser los pastores que ellos y sobre todo Dios quiere de nosotros.

P.- Mons. ahorita usted comentaba de una renovación urgente. ¿En qué áreas?

Los problemas que tiene la Iglesia actualmente, en realidad son problemas de la sociedad que afectan también a la Iglesia. Hay temas que son muy graves, como puede ser una paulatina desintegración de las familias; esto no es un problema que afecta solamente a la Iglesia, sino a la sociedad.

La Iglesia dentro de la sociedad, tiene un interés particular por tratar de apoyar a la estructura de la familia, que no se pierda la riqueza del núcleo familiar, que es el centro y la fuente de la experiencia de la vida de cada uno, de los valores de cada uno, etcétera, y ya hablando más directamente de la fe, también del conocimiento y de la vivencia de los valores del Evangelio.

Esto es un ejemplo, por hablarte de la familia.

En cuanto a las vocaciones al sacerdocio, va disminuyendo cada vez más el número de jóvenes en este mundo tan cambiante, pues lo intereses propios del Evangelio, a veces quedan un poco ocultos por otro tipo de intereses que son de una satisfacción más inmediata. Y creo que estos es una situación que vive la sociedad posmoderna.

Los jóvenes están llenos de propuestas, donde la propuesta de la Iglesia no termina por ser la más fuerte para ellos; entonces ahí hay retos muy grandes.

El Evangelio tiene mucho que aportar a los jóvenes para que en la construcción de sus personas y en la proyección de sus futuros puedan ser hombres de bien para la sociedad. Ahí hay un reto.

Tenemos también la cercanía y el acompañamiento de los procesos de los jóvenes; son las generaciones que en poco tiempo nos van a sustituir a nosotros. Podríamos hablar mucho rato de algunos otros retos.

Pienso que hay retos muy grandes en la sociedad y como te decía últimamente pues el Papa en el ‘Laudato si’ asume todo el problema ecológico en el mundo y siento que los gobiernos tienen ahí una tarea pero también nosotros somos llamados a colaborar y participar; pues son los problemas del mundo actual donde la Iglesia está llamada a tener una palabra de esperanza, a saber denunciar las cosas que no están correctas y por otra parte, anunciar también tiempos nuevos, a través de la participación y la colaboración de todos.

P.- ¿Algo que quiera agregar?

En esta experiencia que es tan inicial, yo insistiría en hacer una invitación a todos los fieles de la Arquidiócesis, al clero y a mis hermanos obispos a buscar la unidad entre nosotros.

Los problemas pueden estar ahí, las situaciones difíciles pueden seguir apareciendo, pero yo creo que si caminamos juntos con la ayuda de Dios podremos ir saliendo adelante.

P.- Esta unidad que se pretende buscar, parecería una labor titánica. ¿Es posible en la Arquidiócesis?

El Evangelio es una labor titánica, se habla de la utopía del Evangelio. Jesucristo, el Señor nos propone trabajar juntos. Hoy es el día de la conversión de San Pablo, en la liturgia de hoy hay una invitación a trabajar por la extensión del reino de los cielos en la tierra.

Si tu vez la propuesta de Jesús y la comparas con las lecturas de los periódicos de este tiempo, notamos que hay una diferencia muy grande. El reino de Dios está presente ya en la tierra, entre nosotros, pero no de manera definitiva; entonces se puede leer con diferentes perspectivas.

La lectura de la Iglesia es una lectura de esperanza, pero falta mucho para que la sociedad se parezca más a lo que se pretende, ahí está el reto.

No decimos que las cosas ya están bien, debemos colaborar a un cambio de un mundo que sea más humano, que considere las necesidades humanas y promuevan los valores y bienestar de  todos.

P.- Mons. este último comentario que nos hace, es muy interesante. ¿Reconocer que no están bien las cosas, pero es el primer paso entonces, para cambiar la Arquidiócesis? Esta reflexión que usted nos deja.      

Creo que estos problemas de los que hablo, son problemas que vivimos a nivel mundial; en unas zonas mucho más agravados en un aspecto, en otras zonas en otro. Hay países en nuestra tierra donde el tema de la pobreza, de la hambruna son cosas gravísimas si las comparamos con la realidad de nuestro país. Digamos nosotros también tenemos problemas muy graves de pobreza y a lo mejor no en esos extremos.

La Arquidiócesis de la Ciudad de México no está ajena de todo esto; si hablamos del tema ecológico, tenemos problemas muy serios de contaminación, si hablamos de pobreza tenemos áreas de verdadera marginación en nuestra Ciudad. Si hablamos de temas de seguridad; con tantas cosas en las que estamos en contacto día con día, nos hacen entender que nuestra ciudad no está exenta, tiene problemáticas serias.

Ahora la pregunta para nosotros cristianos es: ¿A nosotros qué nos toca? La conciencia de nuestro ser cristianos, ¿Qué nos pide?

La vida cristiana tiene una dimensión teologal que es todo lo que se refiere nuestra relación a Dios, pero tiene una dimensión también social hacía estas realidades de nuestros hermanos y estamos invitados a acercarnos a estos clamores del pueblo de Dios y tratar de dar respuestas a sus necesidades; y luego tiene también unas implicaciones morales; ósea los que creemos en Jesucristo y creemos en los valores del Evangelio, estamos invitados a tratar de vivir -entendiendo que luego somos frágiles-, en primer lugar los valores del Evangelio, y a dar  testimonio de que es posible ser de otra manera y crear un mundo que sea más humano, como dije antes.

https://acnweb.mx/entrevista-a-mons-francisco-daniel-rivera-sanchez-obispo-auxiliar-electo-de-la-arquidiocesis-de-mexico/

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