¿Desmiente que Rivera Carrera esté desatendido? La “tarjeta informativa” del arzobispado de México: Si rascas esa costra, saldrá mucha pus…

La “tarjeta informativa” del arzobispado de México: Si rascas esa costra, saldrá mucha pus…
La “tarjeta informativa” del arzobispado de México: Si rascas esa costra, saldrá mucha pus…

El caso del emérito es el paradigma de la delicada situación que sufren los sacerdotes del arzobispado de México.

El comunicado del arzobispado de México, publicado ayer en torno a las controversias sobre el cuidado y salud del emérito de México, llega como una reacción tardía de un caso que no comenzó el domingo pasado con el agravamiento de las condiciones de salud del purpurado.

Calificado de “inédito comunicado”, en primer término, no es tal. Se trata de una simple “tarjeta informativa” que ni siquiera es suscrita por responsable alguno. Nadie, ni siquiera un funcionario de la curia aguiarista, ha tenido la competencia de aceptar que lo descrito ahí es avalado con cierta responsabilidad como debería reputarse en cualquier documento que pretenda el mínimo de seriedad, especialmente en un caso que ha levantado una polémica tan grande que llevó al exvocero Valdemar Romero a hablar a raíz de la publicación de este blog sobre la situación de Rivera Carrera.

Las medidas que ahora pretenden dar justificación echan mano de lo que no es fruto de las acciones del arzobispado. En el momento tan difícil de la pandemia, la apertura del sistema de hospitales del país no es una cosa de la que el arzobispado y el comunicado de Aguiar deban vanagloriarse. Es una política pública emprendida por el gobierno de la República y concede razón a lo que padece el arzbispado de México, su tremenda crisis económica. Lo que mañosamente la tarjeta evade es la opacidad sobre los seguros que deberían amparar a los clérigos arquidiocesanos, entre ellos el del purpurado emérito.

La tarjeta veladamente acepta un problema que el sistema emprendido por Aguiar Retes ha provocado, encausando hacia el desastre el sistema de salud del presbiterio. Algunos detalles servirán para dar a entender esta salida que, según, desmiente lo que en este espacio se ha informado oportunamente. Efectivamente, Aguiar y la arquidiócesis se lavaron las manos. Y es que, al momento de la situación tan crítica, Norberto Rivera supo que el seguro que según se había contratado para amparar sus cuidados, simplemente no se renovó. Ya ha trascendido que, tras la emergencia, Rivera quiso echar mano de lo que suponía como una prestación garantizada; sin embargo, el portazo fue tan indignante como irresponsable.

En plena pandemia, y dada la situación tan difícil que debería afrontar el clero de la arquidiócesis de México, ya se sabe que los sacerdotes no tienen una seguridad efectiva a pesar de que, en su momento, habían realizado las aportaciones y cuotas correspondientes para cubrir el costo- estimado en unos 25 mil pesos anuales- de un seguro que, al final, fue inútil y no cubría covid-19 ni les amparaba contra enfermedades emergentes. A este medio constan testimonios de sacerdotes que no saben qué hacer en caso de contraer covid-19 y ellos han desembolsado importantes cantidades relativas a los tratamientos para preservar la salud. En el caso del emérito Rivera Carrera, lo que debería suponerse como la continuación de una prestación a la que tenía derecho simplemente no se cumplió de parte del arzobispado de Aguiar.

La misma tarjeta lo confirma. Los sacerdotes no tienen seguro alguno, el párrafo esclarecedor de esta dura problemática, donde se debe dar respuesta acerca de lo que ha pasado con sus aportaciones, lo dice sin componendas: Quienes decidan ir a un hospital privado lo hacen por su propia cuenta y riesgo, eso es lavarse las manos de una obligación que no fue renovada desde el año pasado y peor aún, endilgan esa responsabilidad a familiares, amigos y fieles.

2021-01-21 (1)

Abundando a lo anterior, los detalles del caso hacen que más y más cuestiones emerjan sin respuesta de parte del arzobispado de Aguiar. Y es cierto, tras el agravamiento de las condiciones del emérito, un sacerdote -cercano a él y no es el padre Hugo Valdemar- y de quien este bloguero conoce su identidad, pero ha preferido reservar su nombre, tomó la iniciativa propia de asistirlo ante este vacío que debió haberse cubierto desde el primer momento que se supo que Rivera Carrera estaba en un hospital. En otros arzobispados, como fue el del cardenal Corripio Ahumada, su sucesor dispuso de su atención con un sacerdote cercano a él, incluso viviendo en la misma casa, para atenderle administrativa como espiritualmente acompañándolo hasta sus últimos días.

Para el caso, esto revela cómo Aguiar Retes, como ahora dice la tarjeta, “ha estado pendiente desde un principio de las necesidades de nuestro arzobispo emérito” con toda certidumbre puede decirse que simplemente falta a la verdad y más aún cuando se evade algo tan lógico como necesario ¿Quién es ese sacerdote designado por el arzobispo Carlos Aguiar? Simplemente no lo dice. ¿Estuvo desde el principio? Tampoco es cierto. ¿Supo de las condiciones de gravedad? Evidentemente no es así.

No obstante, la tarjeta, implícitamente, tiene un sesgo que confirmaría cómo quiere llevar esta situación hacia un falso debate para burlarse incluso de la inteligencia de los lectores al pretender una brecha que no tiene nada de sinodal y empuja a una profunda reflexión que desatiende las palabras del Papa Francisco acerca de la cercanía del obispo hacia sus sacerdotes. Y veladamente emprende un enfrentamiento y uso morboso del discurso de cercanía y solidaridad con los pobres. Con una pretensión velada, quiere subir a los sacerdotes, que los hay yendo a hospitales privados ante la falta de cupo y atención en nosocomios públicos, e incluso al mismo cardenal Rivera, en un enfrentamiento demagógico y populista de ricos-pobres, una salida tan execrable como ilusa para quien tenga la mínima percepción de que esto es un callejón sin salida que busca cubrir la saga de irregularidades.

Lo cierto es que ahora emerge un problema que ya revienta como una presa sin control. Y hace voltear los ojos de la Santa Sede a esta Iglesia particular. El caso Rivera Carrera destapa ya cómo él no ha sido el único sacerdote desamparado por el sistema creado por Carlos Aguiar. Y si se rasca esa costra, saldrá mucha pus, la pus de una infección que está evidenciando la descomposición de un gobierno arzobispal que sólo atina a cubrirse con tarjetas “inéditas” apretando, poco a poco, la soga sofocando un sistema que, efectivamente, no tiene ni siquiera el mínimo sentido común de poner firma a lo que dice es la supuesta verdad.

--00—

salvador martínez avila

Tras el conocimiento del contagio por covid-19 del rector de Basílica de Guadalupe, se ha conocido que el padre Salvador Martínez Ávila está en una situación complicada. Se encuentra en un hospital privado no gracias a las gestiones de Carlos Aguiar, sino de las previsiones mismas que el cabildo guadalupano emprendió. Desde luego, en este espacio se dará a conocer oportunamente la situación del rector Martínez Ávila a quien deseamos una pronta recuperación.

Volver arriba