L´Osservatore Romano / Incluso los humildes, los últimos, son «actores de la historia». Es lo que subrayó el Papa Francisco en su discurso ante los participantes en la conferencia trienal de la Asociación italiana de maestros de Historia de la Iglesia, quienes se reunieron en la Universidad Lumsa para hacer un balance de las actividades de investigación y difusión en el período posterior al Concilio.

Al recibirlos en el Vaticano el sábado por la mañana, 12 de enero, el Papa, después de recordar una famosa boutade del jesuita Giacomo Martina, para quien «la historia es ciertamente una maestra de la vida, pero tiene también pocos estudiantes», trazó el perfil ideal del historiador creyente: un estudioso, dijo, «aún más respetuoso de los hechos y de la verdad, delicado y atento en la investigación, un testigo constante en la enseñanza». Una persona, agregó, que está lejos de «todas las cosas mundanas relacionadas con la presunción del saber, como el ansia de hacer carrera o de reconocimiento académico, o la convicción de poder juzgar por sí mismo los hechos y a las personas».

Con la recomendación adicional de que «la capacidad de vislumbrar la presencia de Cristo y el camino de la Iglesia en la historia nos hace humildes y nos saca de la tentación de refugiarnos en el pasado para evitar el presente».