Solo tras el largo recorrido del Tren de la Paz, que nos ha llevado hasta las cárceles, pasando del plano familiar y social al plano de la vida, podemos plantear ya el tema concreto de la guerra y el uso o rechazo de las armas

Para que el Tren de la Paz pueda progresar en su camino tiene que parar un tiempo en la estación de la no violencia activa, no para luchar contra los de arriba, ni para tomar el poder, sino para actualizar la propuesta del Reino de Dios (p. 290)

La paz y la transformación de la sociedad, de las estructuras y los sistemas políticos, económicos y sociales, hacia una convivencia pacífica y justa, vienen por lo pequeño, desde abajo, como Jesús nos invita. Es un trabajo lento, como las pequeñas semillas del Reino de Dios

Nos centramos en las páginas del libro de Xabier Pikaza, (pp.207-218), 'El camino de la Paz. Una visión cristiana', donde la religión se identifica con la sabiduría que proviene de la Palabra

La paz cristiana ha de extenderse desde el principio y centro de la vida específicamente humana, definida por la comunicación verbal y efectiva, como paz religiosa, que gratifica e impulsa, que convoca, perdona y reúne

La propuesta del Evangelio es el diálogo que enriquece y suma, en lugar de dividir y discriminar … Nuestra apertura nos debe llevar al encuentro también a nivel ecuménico e interconfesional, y con el mundo secular y el ateísmo

La tercera estación del Tren de la Paz se detiene en medio de nuestros barrios y pueblos, en las parroquias y las comunidades, en las puertas de las casas y lugares donde discurre la vida cotidiana

Nuestro tren no viaja por las vías del poder abusivo, la economía voraz, las relaciones maltratadoras y las dinámicas de rivalidad y exclusión. Nos propone un viaje diferente, por las vías del Reino de Dios, en comunidades de hermanos y hermanas, hijos amados de Dios