Respuesta Católica para Ucrania - CR4U Diez lecciones aprendidas de la respuesta católica a la emergencia en Ucrania

Diez lecciones aprendidas de la respuesta católica a la emergencia en Ucrania
Diez lecciones aprendidas de la respuesta católica a la emergencia en Ucrania

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el 24 de febrero, hemos vivido una de las mayores diásporas de refugiados en toda Europa y en distintos rincones del mundo.

A principios de marzo de 2022, los representantes de las principales organizaciones humanitarias mundiales de inspiración católica formaron un Grupo de Trabajo de “Respuesta Católica para Ucrania”, CR4U.

En este contexto nuestra aportación como Compañía de Jesús va de la mano de una respuesta coordinada a nivel global bajo el paraguas de un proyecto común que hemos llamado “One Proposal”.

Después de casi siete meses de guerra, ¿Qué lecciones hemos aprendido de nuestro trabajo conjunto como instituciones de Iglesia?

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el 24 de febrero, hemos vivido una de las mayores diásporas de refugiados en toda Europa y en distintos rincones del mundo. Una intensidad que se vive especialmente en los países más cercanos, como son Polonia, Rumania, Eslovaquia, Hungría y Moldavia. La aprobación de la directiva de libre circulación en la UE ha sido uno de los grandes hitos que ha posibilitado una acogida e integración de los refugiados ucranianos en todo el continente.

Ucrania

La guerra, que persiste lamentablemente, ha desencadenado un escenario geopolítico con consecuencias palpables a distintos niveles, pero que viviremos con más intensidad este invierno con la escasez de gas natural y de otros abastecimientos.  

Ante esta realidad, la Iglesia Católica, junto con otras iglesias y actores internacionales, está intentando poner su granito de arena para acompañar, servir y defender a millones de personas refugiadas que se han visto obligadas a abandonar su hogar, principalmente mujeres y niños.

A principios de marzo de 2022, los representantes de las principales organizaciones humanitarias mundiales de inspiración católica formaron un Grupo de Trabajo de “Respuesta Católica para Ucrania”, CR4U (con sus siglas en inglés) para coordinar sus acciones en la región afectada (Ucrania, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Moldavia y Rumanía).

El principio rector de los esfuerzos de coordinación se basa en cultivar el diálogo con los actores de primera línea, así como con las organizaciones a nivel mundial. Este esfuerzo no pretende interferir con las iniciativas emprendidas por los respectivos miembros del Grupo de Trabajo, sino que tiene un doble objetivo: (a) Coordinar las iniciativas ya puestas en marcha (o que se pondrán en marcha en el futuro) por los diferentes actores católicos, e (b) Identificar nuevas acciones que se consideren necesarias y distribuir las responsabilidades correspondientes.

Los miembros del Grupo de Trabajo son: La Comisión Católica Internacional de Migración con Monseñor Robert Vitillo como Secretario General; Caritas Internationalis con Aloysius John,  Secretario General; Caritas Europa con Maria Nyman, Secretaria General; el Serrvicio Jesuita a Refugiados Europa (JRS) con Alberto Ares como Director Regional; la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), con José Luis Bazán, Secretario del Grupo de Trabajo sobre Migración y Asilo de la COMECE; el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) con el Luis Okulik, Secretario de la Comisión de Pastoral Social; y finalmente la Orden de Malta con Ivo Graziani, Jefe de Gabinete del Gran Hospitalario.

El Grupo de Trabajo colabora estrechamente con las siguientes oficinas de la Curia Romana, como son el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral (DSSUI) con el P. Fabio Baggio, Subsecretario y también la Sección de Migrantes y Refugiados (M&R), con su equipo coordinador en la región, Yuriy Tykhovlis - Coordinador Regional - Europa del Este, Asia Central, y Flaminia Vola - Coordinadora Regional - Europa Occidental.

En este contexto nuestra aportación como Compañía de Jesús va de la mano de una respuesta coordinada a nivel global bajo el paraguas de un proyecto común que hemos llamado “One Proposal” y que os invito a conocer más en detalle.

Después de casi siete meses de guerra, ¿Qué lecciones hemos aprendido de nuestro trabajo conjunto como instituciones de Iglesia?

Esta es la pregunta que me propusieron en el contexto de la Conferencia Anual de la Iniciativa Católica para la Integración de los Inmigrantes (CIII) liderada por el Centro de Estudios sobre Migraciones, en Nueva York, y coordinado por Marquette University en Milwaukee.

En mi caso, participaba como director del JRS Europe y por supuesto como investigador del IUEM en la UPComillas, en un Panel cuyo titulo tenía: “Construir una respuesta de toda la Iglesia a las múltiples crisis de desplazamiento”. En este panel se exploró como la comunidad católica, en colaboración con otras tradiciones religiosas y organizaciones laicas, puede desempeñar un papel importante en la respuesta a las crisis de desplazamiento más desafiantes del mundo, dando testimonio de nuestro compromiso compartido de cuidar a los más necesitados. Hubo intervenciones sobre cómo se está haciendo esto a través del servicio y la defensa en respuesta a Ucrania y la frontera entre Estados Unidos y México.

El panel lo moderaba nuestra buena amiga Joan Rosenhauer, Directora Ejecutiva del JRS USA y como compañeros panelistas estaban: Kat Kelley, MSW, Directora de Servicios de Migración y Reasentamiento de Refugiados en Catholic Charities USA; Vanessa Sánchez de Cañas, Jefa de Personal del Hope Border Institute; Chris Kerr, Director Ejecutivo de la Red de Solidaridad Ignaciana; y Yasmine Jakmouj, Asistente en el Schlegel Center for Service & Justice de Creighton University.

Diez lecciones de nuestra experiencia en la respuesta en Ucrania

A mi modo de ver, estas son las principales enseñanzas:

1.- La gran capacidad de nuestras organizaciones en el trabajo cercano a las necesidades de las personas más vulnerables

2.- Equipos comprometidos y buenos profesionales, junto a un gran grupo de voluntarios que se han volcado en la acogida y acompañamiento de refugiados.

3.- La importancia de creer en el trabajo coordinado y de no vivirnos solo como islas.

4.- La importancia de un liderazgo con autoridad que coordine y anime, aunque se quede en la sombra.

5.- La importancia de tener algunos recursos liberados para propiciar esa coordinación.

6.- Todas las organizaciones y miembros tenemos capacidades parciales, y solos no logramos dar una respuesta integral.

7.- La gran bondad de la respuesta coordinada es que juntos podemos ofrecer una mirada de conjunto y una respuesta mucho más articulada.

8.- Cuando nos presentamos de forma articulada y con un trabajo integral, los donantes y los benefactores están más dispuestos a comprometerse con la emergencia. Ganamos en credibilidad.

9.- Necesitamos crecer no solo en diálogo y colaboración general, sino en proyectos comunes más articulados.

10.- El trabajo coordinado y en común, nos enraíza en los valores evangélicos de comunión y de servicio a los más desfavorecidos. 

Tenemos mucho más que aprender, juntos a otros compañeros y compañeras en el camino, pues desgraciadamente la respuesta a la emergencia en Ucrania todavía persiste. 

Nos unimos a la voz profética del Papa Francisco en su visita a Kazajistán por un camino a la paz y al respeto de los derechos humsnos, en el contexto próximo de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que celebraremos el próximo domingo 25 de septiembre.

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