¿QUÉ ES LA FE CRISTIANA?

Según el Diccionario de la RAE, la fe es "la primera de las virtudes teologales: luz y conocimiento sobrenatural con que un ser se cree lo que Dios dice y la Iglesia propone". En este sentido, tener fe es aceptar una serie de verdades. Es, por tanto, esencialmente un acto intelectual. Pero, cuando hablamos de la fe, no nos referimos sólo a eso. Porque tener "fe en alguien" es "fiarse" de esa persona. Es, por eso, "confiar" y "ser fiel" (tener "fidelidad") hacia aquél en quien confiamos o en quien tenemos depositada nuestra fe. En este segundo signidicado, la fe ya no es esencialmente un "acto intelectual", sino una "experiencia", que nos lleva a fiarnos y a ser fieles, no ya sólo a lo que "dijo" el Señor Jesús, sino, antes que eso, a la "persona" misma del Señor Jesús. O sea, la fe cristiana, antes que fidelidad a las "verdades" que enseñó el Señor, es fidelidad a la "vida" que llevó el Señor.

Pero ocurre que el Señor Jesús, antes de ser el "Señor de la gloria", fue "Jesús de Nazaret". Es decir, antes de ser el Señor glorificado, fue el Jesús terreno. Por tanto, la fe cristiana es, por supuesto, fe en el Señor glorificado. Pero, antes que eso (y juntamente con eso), tiene que ser fe en el Jesús que, según los evangelios, reccorrió los caminos y aldeas de Galilea y, al final, fue asesinado en una cruz en Jerusalén. La fe cristiana no puede prescindir de la vida y de la historia de Jesús.

El problema que tiene el cristianismo es que la fe fue explicada, primero, por san Pablo (entre los años 50 al 55). Y mucho más tarde (entre los años 70 al 80) fue explicada por los evangelios. Y aquí empezó el problema. Porque Pablo no conoció al Jesús terreno. Pablo sólo conoció al Cristo Resucitado. Y, por consiguiente, explicó la fe, no como una experiencia que se refiere a algo que se vive en esta vida, sino como una experiencia que se refiere a verdades que trascienden este mundo y tienen su centro en el otro mundo. Por eso, cuando Jesús les decía a los enfermos: "Tu fe te ha salvado", se refería obviamente a que la confianza y la fidelidad, que aquellas pobres gentes ponían a Jesús, las liberaba de sufrimientos, penas y otras desgracias de esta vida. Mientras que, cuando Pablo dice "estamos salvados por la fe", se refiere a la salvación sobrenatural y eterna, algo que trasciende este mundo. Pero, además, el problema se complica cuando caemos en la cuenta de que Pablo presenta la fe como fe en Cristo crucificado, que sufrió y murió por nuestros pecados, y que así, con su pasión y su muerte, se constituyó en "sacrificio" de "expiación", que aplacó la ira de Dios contra los pecadores. Hasta el punto de que Pablo llega a decir que Dios "no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" (Rom 8, 32).

Como es lógico, la fe que resulta de todo esto es una fe que: 1) consiste en aceptar verdades que no podemos conocer porque no están a nuestro alcance; 2) consiste en aceptar a un Dios que necesita el sufrimiento y la muerte de su propio Hijo, para perdonar a los que le ofenden, 3) consiste, por tanto, en creer lo que no podemos comprobar, ni demostrar, creer algo increíble, absurdo, que parece, más una patología mental, que una virtud o excelencia que merezca recompensa alguna.

Lo que acabo de decir es lo que afirman algunos autores, que ahora se leen mucho y llegan a mucha gente. Porque dicen cosas que dan que pensar.

Por todo esto, resulta evidente que, para comprender la fe cristiana, tenemos que empezar por la fe de Jesús y la fe en Jesús. La fe, que es "confianza", "fidelidad", que no se queda en meras "creencias" intelectuales, sino que es la entrega a Jesús, que produce en nosotros las "convicciones" más profundas y determinantes de nuestra vida. Una convicción se define por el hecho de que orientamos nuestro comportamiento conforme a ella. El que está convencido de que tiene que hacer una cosa, la hace. Y si no la hace, es que no existe la convicción. Creer en Jesús, creer en el Evangelio, es estar convencido de que tenemos que vivir como vivió Jesús: Es decir, tenemos que vivir los valores que enseñó Jesús. Y rechazar lo que sabemos rechazó Jesús.

Hay gentes alejadas de la Iglesia, que, sin embargo, se acercan a lo que vivió Jesús. Y se acercan a los ideales del Evangelio bastante más que no pocos "hombres de Iglesia", que aceptan títulos, honores, dinero.... Por supuesto, los hay también que son ejemplares y heroicos. Pero, ¿se comprende ahora por qué, en la entrada anterior de este blog, he hablado de la fe de los "ateos" y del ateísmo de los "creyentes"? Si releen esa entrada, verán que yo me refería solamente a determinados casos, que aparecen en los evangelios (el centurión la mujer siro-fenicia, el samaritano, los publicanos y las prostitutas). Como me refería solamente a los sumos sacerdotes y senadores del Templo de Jerusalén. Pero ya ven: tenemos motivos y argumentos muy serios para pensar que el problema de la fe es mucho más hondo y más serio de lo que algunos se imaginan.

Mi conclusión, por hoy, es clara: la fe cristiana empieza por la fe-confianza, que es entrega y fidelidad a Jesús, a la vida que llevó Jesús, a los ideales y valores que inspiraron aquella vida. Y, a partir de ahí, leemos e interpretamos lo que escribió Pablo y lo que pensó Pablo. ¿Por qué Pablo pensó así y dijo lo que dijo? De esto hablaremos en una próxima entrada. Por hoy, ya basta.
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