En la “Fundación La Merced niños Limpiabotas”. Adam, el  niño “limpiabotas” y lutier”

 El P. Tomás, un héroe misionero en la República Dominicana.

guitarrista niño
guitarrista niño Alejandro Fernández Barrajón

Mi primer encuentro con Adam fue un día de calor húmedo y agobiante en la República Dominicana cuando visitaba con unos amigos voluntarios el centro ERA, de la “Fundación Niños Limpiabotas”. Un lugar nacido de la nada, en una tierra abandonada, donde un "quijote” de la fe y la solidaridad, el P. Tomás García Martín-Moreno, misionero mercedario, quiere construir un espacio de Encuentro, Recreación y Aprendizaje (ERA) para acoger y ayudar a los niños que trabajaban en la calle para ganarse la vida, sin poder asistir a la escuela ni poder vivir su infancia en plenitud.

Allí en una clase de música estaba Adam. Cuando su profesor le invitó a contarnos su historia sentí que el suelo se deslizaba bajo mis pies y mi vello se erizaba de emoción contenida. No era posible que aquel niño fuera protagonista de una historia tan conmovedora.

Adam es un niño morenito, con el pelo corto y rizado y una mirada cautivadora al que acompaña una sonrisa ingenua y bondadosa. Cogió su guitarra y con sus deportivos blancos y negros y sus vaqueros remendados a la moda más juvenil, ilusionado con ser el día de mañana un buen músico, nos contó la historia más conmovedora que yo había oído nunca.

Adam quería tocar una guitarra pero en su casa no había recursos para comprarle una. Para Adam eso no era un problema insalvable. Cogió un cartón consistente y fue colocando en él pequeños palos a modo de clavijas a los que ató unas gomas comunes que logró tensar un poco para poder hacerlas sonar con ritmo.

-¿Y eso suena bien?

Y Adam comenzó a tocar su guitarra que no sonaba bien pero transmitía una enorme ilusión por ser músico algún día. A mí me pareció una interpretación magistral. Ahora estudia guitarra ayudado por la Fundación y con una enorme ilusión por ser músico y construir sus propios instrumentos, llegué a pensar que llegaría a ser un gran lutier y un magnífico guitarrista. Y, si no, al tiempo.

Es uno de tantos ejemplos que muestran bien a las claras la inmensa obra redentora mercedaria del P. Tomás, más allá de las teorías y las palabras bonitas que tantos, como yo, escribimos. Por eso vine convencido de que hay que seguir ayudando al P. Tomás en todo lo posible porque su esfuerzo diario se hace evangelio samaritano cada día y cualquier céntimo se convierte en mano tendida hacia aquellos que la mayoría ignora. Con la agravante de que en este caso son niños indefensos.  Y lo hace sin publicidad y en silencio, sin esperar nada a cambio.

Etiquetas

Volver arriba