El año 2020: Un maestro en la escuela  de la vida. Año nuevo ¿Vida nueva?

 Cuando se descubre que lo pequeño es lo importante,

Hay momentos que, por su simbolismo, adquieren una especial singularidad y se tiñen de un color mágico y sugerente. Terminamos un año y empezamos otro.

Es tiempo de mirar en tres direcciones:

a) Mirada al pasado

b) Mirada al presente

c) Mirada al futuro

Pero el tiempo es igual ayer, hoy y mañana.

  • Para Dios un día es como mil años y mil años como un día.
  • Para nosotros el tiempo es una oportunidad, no es una desgracia, en el ámbito en el que podemos crecer por dentro y encontrarnos con Dios y con los hermanos en la experiencia más maravillosa que podemos vivir: el amor.
  • Sin duda, si miramos atrás, encontraremos muchas cicatrices colgadas del alma: sentimos el peso de los años, de la responsabilidad, del cansancio, del estrés, de la Pandemia que nos ha golpeado…
  • Tal vez incluso nos ha llegado aviso de la muerte, en nuestra familia o en los amigos más cercanos
  • Aún estamos impactados por el horror y la sinrazón de la Pandemia y no entendemos que un pequeños virus pueda desencadenar tanta enfermedad y muerte,
  • Nuestro mundo quiere avanzar, pero aún subsiste el hambre y las guerras, el terrorismo, las amenazas de división y enfrentamiento..
  • Todo esto nos lleva a pensar que necesitamos mucho de Dios, que no podemos solos, que hemos de cambiar el corazón y admitir que sólo el amor y el perdón pueden liberarnos de todo esto.
  • Estamos a punto de comenzar un nuevo año y queremos comenzarlo con buen pie. Vamos a confiar en Dios y en su palabra.

Quisiéramos hoy alejaros de lo trágico, de la nostalgia, de lo estéril para acercarnos al presente que se nos regala lleno de esperanza, con una vacuna que puede ser el principio del fin de esta Pandemia que hemos sufrido.

  • Seguimos aquí, viviendo, soñando, latiendo a ritmo del corazón
  • Cada día se nos regala una oportunidad nueva y nos rodea más amor del que podemos dar.
  • Amanece, sale el sol, tenemos un plato de comida caliente y unas sábanas limpias, que no todos pueden disfrutar.
  • La vida es un don maravilloso, que no acabamos de agradecer y valorar en su justa medida.
  • Por eso el primer sentimiento que ha de brotar espontáneamente de nosotros es: Gracias.
  • Gracias por el amor sin límite que has puesto en nosotros aunque algunos no se hayan dado cuenta todavía.

 Ha habido, sin duda, hojas secas y manchadas en este libro del año 2020 que pasa. Lo ha manchado, sobre todo, la Pandemia con sus muertes y sus amenazas.

Tal vez no hayamos robado, ni matado, ni hayamos causado daño a otros. Y eso está bien, pero no es suficiente.

Un árbol que no da frutos, aunque no sea dañino, sirve para muy poco.

Hemos tenido en nuestras manos la posibilidad inmensa de hacer el bien, y tal vez la hayamos enterrado como aquel del talento del evangelio.

Desde muchas instancias y gritos se nos ha invitado a la solidaridad ¿Hemos sido solidarios?

Tal vez por todo eso,  es bueno al comienzo del nuevo año que sintamos la necesidad de pedir perdón.

Perdón, Padre Bueno, por haber recibido tanto y haber compartido tan poco.

El Evangelio de Jesús es una actitud positiva y sanadora para el futuro que quiere abrirse paso ya, como un niño que mace empujado por el esfuerzo de su madre. La creación entera está en dolores de parto.

Aún tenemos tiempo para ello en el año que comienza.

El niño Dios ha nacido entre nosotros y quiere ofrecernos un camino de crecimiento personal y comunitario. Como Él hemos de crecer en edad, en gracia y en sabiduría.

Frente a los catastrofistas que miran a la Iglesia con desconfianza, que no aceptan su propuesta evangelizadora, que la emparejan una y otra vez con la inquisición y con actitudes anquilosadas...

Hacen falta cristianos recios, de talla, orgullosos de serlo, que no agachen la cabeza ante las embestidas ideológicas interesadas, abiertos a la vida y a la militancia cristiana.

 La Iglesia no se va a callar ante aquellas actitudes que cuestionan los valores del Evangelio y que considera negativas para la comunidad humana.

La iglesia no desea confrontaciones, ni luchas de poder, pero tampoco puede renunciar a ser ella misma y a proponer su visión de la vida con libertad.

 Frente a los autosuficientes que no confían en Dios, sino en sí mismos, hacen falta cristianos de vanguardia, convencidos de que el cambio más urgente que necesita nuestra sociedad es el cambio del corazón. No cambiará el mundo si no estamos dispuestos a cambiar nosotros por dentro.

¡Feliz año nuevo! Ojalá sea de verdad nuevo.

No dejemos que nos disfracen las cosas de Dios a fuerza de fuegos artificiales, ruidos, luces de colores y consumo.

Dios ha nacido, vive entre nosotros, y quiere ser recibido y amado por todos.

Los cristianos tenemos que estar en guardia para que Nadie nos robe la Navidad, porque es un regalo de Dios a la humanidad.

Feliz año nuevo, feliz vida nueva.

El año 2020, que todos queremos superar, ha sido muy rico en enseñanzas y nos ha empujado a madurar. Hemos descubierto lo grato que puede ser un abrazo, un apretón de manos, la distancia cercana, la libertad de poder salir y encontrarse con los amigos, la necesidad de protegernos para proteger, la gracia de la oración compartida, el gozo de ver que tenemos lo suficiente y no hace falta que acudamos a las colas del hambre, las miradas expresivas, la generosidad de los sanitarios, de los labradores, de los capellanes, de la policía, del ejército, de los camioneros, de los voluntarios. ¡Hemos descubierto que nos necesitamos todos!

Que el año 2021 sea rico en bondad y en amor cristiano para todos.

Unas hermosas palabras de Jorge Luis Borges:

 Hay tres momentos en la vida que uno no puede remediar:

La oportunidad que dejaste pasar, la cita a la que no asististe, la ofensa que ya pronunciaste.

Con el tiempo también se aprende sobre el dinero… y entonces comprendes que puedes comprarte una casa pero no un hogar, puedes comprarte una cama pero no el sueño, puedes comprarte un reloj pero no te dará el tiempo, puedes comprarte un libro pero no el conocimiento, puedes comprarte medicinas o pagar al médico por una consulta pero no puedes comprarte la salud, puedes comprarte una posición, pero no el respeto, puedes comprarte sangre pero no la vida, puedes comprarte el sexo pero no el amor.

 Con el tiempo también comprendes que la vida es aquí y ahora y que no importa cuántos planes tengas,  el mañana no existe y el ayer tampoco. Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo ante la tumba ya no tiene sentido. Pero desgraciadamente todo eso lo aprendes sólo con el tiempo.

 En cierta ocasión un periodista quiso preguntarle a Dios:

-¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres?

-Que se aburren de ser niños, apurados por crecer  y luego suspiran por volver a ser niños. Que primero pierden la salud por tener dinero y enseguida pierden el dinero para recuperar la salud, que de tanto pensar en el futuro descuidan el presente y no viven ni el presente ni el futuro, Que viven como si no fueran a morirse y se mueren como si no hubieran vivido.

 El periodista quiso formularle otra pregunta:

-¿Cómo padre, qué le pedirías a tus hijos?

-Que aprendan que no pueden hacer que alguien les ame; lo que sí pueden hacer es dejarse amar.

-Que aprendan que cuesta años construir una confianza y sólo segundos destruirla.

-Que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas sino quien tienen en sus vidas

-Que aprendan que no es bueno compararse con los demás porque siempre habrá alguien mejor y alguien peor.

-Que bastan unos segundos para abrir heridas en las personas que amamos y que pueden tardar muchos años en ser curadas.

-Que aprendan que perdonar se aprende perdonando.

-Que los grandes sueños no requieren tanto alas como un buen tren de aterrizaje.

-Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que hablan.

-Que nunca harán algo tan grande para que Dios los ame más ni algo tan malo para que Dios los ame menos. Dios ama más allá de las conductas.

-Que aprendan que la distancia más lejana que pueden estar de Dios es la distancia de una simple oración.

(Isaías, 52.7)          

Qué hermosos son sobre los montes

los pies del mensajero que anuncia la paz.

Son como el monótono discurso de la lluvia,

la indumentaria elástica de la paloma y el báculo del mar.

Las aspas del molino soñarán con el aire

impetuoso que absuelve la maleza del campo,

mientras el labriego esparce la semilla

de la consolación y brotan las lujuriosas hortalizas.

Qué hermosos son sobre los montes

los pies del mensajero que anuncia la paz.

El pescador heroico recogerá las redes

de fulgor plateado y ensalzará las olas.

Se aplacará la violencia hostil de los relámpagos

y la luna allanará la senda del pastor solitario.

Nacerá la concordia en los barrios sombríos

sin otro atenuante que el chorro miserable

de la fuente, sellada en el tiempo de sequía,

y se amontonarán las hojas de los álamos.

Qué hermosos son sobre los montes

los pies del mensajero que anuncia la paz.

No habrá ningún caballo que muera de tristeza

ni un breviario escondido en el atril del templo,

ni la carta patética de un niño paralítico

perdida en el buzón del tiempo malogrado.

Conmoverá el austero Sermón de la Montaña

hasta alcanzar el íntimo territorio del hombre.

Se encenderán las lámparas de los orfelinatos

y su luz compasiva reconciliará la tierra.

Qué hermosos son sobre los montes

los pies del mensajero que anuncia la paz.

                                 (José María Forteza)

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